Ni los
pueblos y comunidades que vivían en las planicies de lo que hoy es Norte América,
ni los pueblos originarios en muchas islas del Caribe, ni muchas sociedades no
occidentales sentían o sienten terror
ante esa experiencia que viven los homosexuales. Ustedes han sido colonizados
por una tergiversación de lo que dicen los textos escritos hace miles de años,
sin fijarse en que los primeros cristianos no culparon al eunuco que en camino
a Etiopia se encuentra con Felipe.
Siglos más tarde, un eunuco los hace temblar.
Siglos más
tarde el miedo lleva a muchos al suicidio o mandar a otros a quemarse en los
infiernos , para exculpar ese terror que llevan por dentro, adentro,
Dicen
Ustedes que la vida comienza en el momento cuando el espermatozoide y el óvulo
se juntan; y forman, conforman lo que Ustedes llaman espíritu. La vida está,
dicen algunos antiguos pueblos yorubas, en el espermatozoide mismo, en el óvulo
mismo, y prohíben la masturbación, sea hombre o sea mujer; destruye las
energías vitales. El hombre occidental se masturba y no será castigado por
matar la vida. La mujer occidental se masturba, siente placer, y luego regresan las
mismas culpas que sentía aquella mujer medieval que expresaba
placer durante el acto sexual.
La
sexualidad domesticada, moralizada, regulada, les da miedo, mucho miedo,
dentro, por dentroEs la culpa creada por los medievales o por los colonizadores españoles, quienes le asignaron los roles del diablo y Dios a conceptos que ellos no entendían, a las ideas de los arahuacos sobre la vida y la muerte, y a las explicaciones que estos pueblos le daba a las fuerzas creadoras, antagónicas pero co-dependientes. Yukiyú se convierte en Dios y Juracán en el diablo. Y así con los africanos. Travestidos los cemíes, las jupías, Yemayá, Tembandumba, Oshún, los llevan a Ustedes a no entender el miedo.
La homosexualidad
está en Ustedes, no como deseo, pues no lo sienten, creo, como terror adentro,
muy dentro.
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