Es una toma, copia de película americana de los años cincuenta, o quizás un adelanto de lo que haría Casavettes mucho mas tarde: dos hombres jóvenes vestidos con mahones, pantalones de vaqueros, toman coca cola, oyen a Favio, Presley, quizás, Lucecita, en un balcón, miradas aburridas, una sonrisa de vez en cuando, silencios, conversan sobre la vida fuera de aquel pueblo caluroso.
El ambiente, escenografía: un pueblo frente al Mar Caribe, calles cuadriculadas, majestuosa plaza en el centro, hileras de casas a dos aguas, con balcones y balaustres de madera, rodeado por cañaverales y tres centrales azucareras, en una isla cuya historia es negada por su antigua metrópolis española, no la incluyen en su recuento de las últimas colonias ibéricas en las Américas, o cuya presente historia es tergiversada de acuerdo a la imagen redentora del coloso del norte.
Personajes: llenos de tedio, empapados de sudor, camino a un cine repitiendo la misma película durante toda una semana. En unas islas, botín de guerras, dos adolescentes sueñan con carros deportivos en camino a cualquier sitio, la diversión desbocada, el rock and roll, ye, ye, ye, conversaciones marcadas por el existencialismo criollo,
- Hola, ¿qué tal?
- Hola. Aquí, en las mismas, como siempre.
- Nada nuevo. ¡Qué nota! Salimos.
Una foto de la época: Pepe y el narrador durante una fiesta que auspiciaba uno de los clubes de estudiantes de la escuela superior pública de Guayama, de espaldas al carro del padre de Pepe. El carro comprado en “segundas manos”, esperaba por ellos para dar una vueltas alrededor de la plaza, la iglesia y regresar a su sitio favorito: frente al balcón de la casa.
Borrador del guión: Pepe es el único de los muchachos del barrio que siguió viviendo en el pueblo. Los demás se mudaron a las urbanizaciones del área metropolitana de la ciudad capital, se casaron, tuvieron nenes y nenas, viajan los fines de semana al pueblo a recordar los tiempos perdidos. Otros, se largaron con sus bártulos para el norte, en busca de fortuna y libertad existencial.
Otra toma: una clase de inglés en la escuela secundaria, lecciones algo felinescas, llenas del mucho “fun, fun, fun”, al estilo del Tío Sam.
- These are Mary and Joe. They are high schools students. They live in a picket fenced house. They attend a high school in Kansas. They drive to school every day. They are blond, very happy and belong to the glee club, the cheerleaders' club, the marching band. Repeat after me class.
Personajes: Misis Ortiz, la reconocida “skinneriana” maestra de inglés leía y pedía que la/los imitaran todas las calurosas tardes. Durante sus vacaciones de verano, viajaba lo mismo a Iowa que a Oklahoma, para asistir a algún seminario para maestros de "English as a Second Language"; nada de "second", muy "foreign" para los estudiantes". Misis Ortiz luego regresaba a revivir la cultura que ella adquiría, aprendía, y repetía con sus estudiantes.
Borrador del guión: Pepe regresa todas las tardes al cine que muestra las películas hollywoodenses, y contempla la eterna despedida, la que nunca realizó. Prefiere quedarse en el pueblo para estar cerca de sus queridos mamá y papá, y no tener que enfrentar los cargos de conciencia que hubiese sufrido, al abandonar su casa. El cine abre el mundo de la nueva cultura, el exterior. Su pueblo lo mantiene protegiendo la otra, la de adentro. Desea convertirse en en dramaturgo, dirigir películas; termina de contador. Nunca se queja. Consigue un trabajo que le permite vivir desahogadamente y cuidar los viejos.
Última toma: close up de la foto, amarillenta y gastada por el sol caribeño, y luego, un lento zoom-out, para incluir el ataúd en camino al cementerio, y la foto que desaparece de las manos del narrador, vuela junto al cadáver de Pepe, cuando pasa frente al edificio abandonado, el que una vez fue la escuela secundaria.
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