El relato me centró una vez más. ¿Cuántas veces lo he leído durante esta
temporada?
Recuerdo los pasos en camino al bosque, los repito. Sonrío.
En octubre las hojas tienden a ser mucho más anaranjadas y amarillas. Hoy se ven
menos brillantes. Octubre trae mucho más que el otoño.
La memoria tiene
etapas; el placer del recuerdo aumenta con el tiempo, las estaciones; la edad lo
nubla.
¿De qué hablo? En octubre siempre me llega la nostalgia. ¿Por qué
hablo de ecología y colores? Los estados de ánimo no me interesan.
Las ideas se intercalan y forman telarañas lingüísticas me dijo el,
valga la casi redundancia, el lingüista.
De ti y de mí hablo, de nuestros
estados de ánimo. Me repito. ¿Por qué me repito todo el tiempo?
La edad nos
lleva a repetirnos, a reafirmar nuestra memoria, a recalcar nuestra
existencia. Los pasos se van haciendo lentos, muy lentos.
En
octubre camino hacia el bosque que queda al norte de la casa, del pueblo, la
provincia, el país, el continente. Quebec es lo más norte del norte. Al sur de
la casa están las fincas de maíz, Montreal, Nueva York, Santurce, la barbarie.
Mis pasos los sigue el camino que voy dejando.
La ventana de la
habitación en el ático y mis pasos miran hacia el norte, hacia el bosque. Las
huellas en las hojas secas, trituradas. Pinos y matorrales me reciben, luces
entrecortadas por las ramas y colores me alumbran el camino.
No hay osos
en este bosque. No hay lobos en este bosque. Ruidos de hojas, al caer,
responden. Oigo ecos.
El bosque me llama por las tardes, todas las tardes
de octubre. Me aleja de los vaivenes y palabras quebequenses de mi familia
adoptiva. Ellos me adoptaron a mí y yo a ellos. Me ven caminar hacia el bosque y
les cambia el semblante, les da miedo. Las pasiones de familia, de niños
asertivos, de padres directos y amorosos, gritones a veces, a veces susurran,
son reemplazadas por el silencio.
El bosque me arropa, me devuelve al útero para
comenzar de nuevo. El bosque me cuida,
- Be careful, Yerardo - me
gritan.
Qué difícil se le hace a los franceses y quebequenses pronunciar
ese fonema.
- M name is Gerardo - les contesto. Repito el ge tres o cuatro
veces. Sonríen. Me contestan en francés.
Para los quebequenses, al igual
que para todas las culturas que viven en dos, tres, cuatro lenguas, el cambio de unas a otras nunca
es completamente puro.
- Be careful,
Yerardo
Con la mía en Quebec, mis impurezas no son motivo de miedo. Jugar
con sus hijos, llevarlos a comer no los lleva a verme como un depredador. Cuán
distinto a algunos miembros de mi familia biológica. Tan bíblicos y tan poco
cristianos.
La luz de octubre es tenue. Pálidos los colores, alumbran el
camino, lo bañan con rosados y celestes. La luz se filtra a través de las ramas, unas
frondosas; otras anuncian su otoño, mi otoño. El terreno mojado y el aire con
sus canicas de vapor flotante me envuelven, integran.
Camino lentamente hacia un
claro, allí descanso.
- Be careful, Yerardo. Sonríen.
Regreso.
Sunday, October 6, 2013
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