Thursday, January 8, 2015

LA GLORIA SOMOS DOS

"No necesito ir al cielo tisú
Si alma mía,
La gloria eres tú"
          (La Gloria Eres Tú, José Antonio Méndez)

Gloriosa como la Priscilla en su desierto australiano o la dramática y controlada interpretación de aquel bolero que La Epi, con su muy jazzy voz en el muy seductor bar, The Owl, en el Viejo San Juan, convertía en amor modulado, en una invitación a la cama, en una levedad del deseo, caminado hasta el desaparecido Hotel Palace, donde la gloria bajaba a la tierra y se transformaba en un placer osmótico, un sexo que no quería terminar, lento, guiado por los dedos, la lengua, la saliva, la piel pegada a la piel, y el sudor que en épocas sin aire acondicionado sabía, pues, vuelvo y repito, sabía a gloria.

Gloriosa como el género de plantas tuberosas, herbáceas deciduas y perennes que comprende cinco especies en la familia de las Colchicáceas.

Gloriosa cual nombre de cadena de tiendas de zapatos en el Puerto Rico de los cincuenta.

Gloriosa cual estado que trae el cielo a la tierra, la tierra la lleva al paraíso y el cuerpo deja de ser materia para transformarse en una conjugación, pues, vuelvo y repito, gloriosa.

Gloriosa venida de hombre gai que se ahoga en su propia voz mientras oye los ininteligibles fonemas, roncos, del otro, el que lo tiene en la gloria.

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