Sunday, May 11, 2014

La Santa Madre Ira

- ¿Desde cuándo está ahí? - pregunta la mujer conciliadora, la madre.

- Desde antes de nacer, quizás - responde, razona.

Cuando se juntaron los dos no cuerpos y formaron nuevos cuerpos dentro de su vientre, se avergonzaba de cargar el nuevo cuerpo, vieja muy vieja para tener dentro; dentro muy dentro.

La ira de uno y la del otro se juntan dentro, muy dentro, siguen por los siglos de los siglos, por dentro; y descargan su ira contra la del otro y la del otro contra la de áquel.

Cuando entras a la oficina, la escuela, la casa, los fáciles comentarios, callados, susurrados casi en silencio, dichos, bajitos, bien bajitos, la sexualidad, la etnicidad,  las herencias, los colores, los acentos políticos, los acentuados acentos.

- Perdona - dice el hombre de cotona negra, dedicado a promulgar el que no cargues mas ira.

Cuando la ira la tuvo otro; y solo él tuvo derecho, hace tanto tiempo, a expresar sus desalientos, sus rabias contra los fariseos de los templos de todos los tiempos; de todos los hombres que le anteceden y le preceden por los siglos de los siglos de iras, mentiras, engaños, abusos, burlas, castigos; y cuerpos hechos de otros cuerpos que cargan las iras de todos y de este tiempo.

Cuando  el hombre injuriado, despedido, echado de otro espacio, otra oficina, otra escuela, otro empleo, otro momento, antes y después de aquel otro haber denunciado a los falsos profetas en éste y otros tiempos la ira callada, regresa.

- No sufras - aconseja el niño a todos y todos, desde aquel y este momento para seguir por los siglos y los siglos de antes y después del primer tiempo, que es éste, y que fueron, serán otros tiempos; despoja con sus palabras las iras de uno y de todos en todos y cada uno de los momentos.

- No te angusties - sugiere la sonrisa de la niña, antes y después de aquel y de este rencoroso cuerpo en busca de la paz o la venganza por los siglos y los siglos de todos los tiempos, y alegra la vida mas allá de las palabras, los hechos, las iras de todos y cada uno que una vez fue y será por los siglos de los siglos, un cuerpo hecho de no cuerpos.

Sonríes.

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