Ni el libro de Phillipe Aries sobre los ritos mortuorios ni el recordatorio cuentan lo tétrico del momento, el horror que sienten quienes velan al difunto, difunta; mucho menos cuando ese momento de dolor es intensificado por una mal educada, cafre e irrespetuosa, quien completamente descarta los protocolos y mores que rigen un velorio, en particular la consideración que se merecen los dolientes, los parientes, la solemnidad del rito mortuorio. Un velorio sirve para distinguir aquellos que saben cómo comportarse dónde y por qué de aquellos cuyos egos y falta de cultura básica no les permite distinguir entre una funeraria y un cafetín en Puerto Nuevo.
Ambos libro y recordatorio forman parte del rosario que corona y rodea el cuerpo del septuagenario auto-retratado.
Tuesday, October 20, 2015
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