Thursday, March 3, 2011

La Koester, Contadora de Cuentos

Para la Greta Koester no deben existir las fronteras; en la tierra, y qué mejor que las mentes de los jóvenes para explorar y romper lindes. Feminista, anarquista, al margen sin estar marginada, anti-establishment, no se afeita por ningún sitio y las birkesntock no “las suelta ni en las cuestas”.

Cuando trabaja, se dedica a dictar cátedras sobre literatura infantil, en tiendas por departamentos, en la sección de juguetes para niños, en librerías infantiles, ferias, plazas y en cualquier esquina donde la oigan. Donde nunca, por razones de principios, lo hace es en una escuela, colegio o salón de clases. Son la peor fuente de conocimientos y enemigos de la verdad.

"¿Cuántos han oído el cuento de la Caperucita Roja?", les preguntó a sus juveniles oyentes. Pues claro que todos alzaron la mano. Ni corta ni perezosa prosiguió con sus enredos.

"Qué bien que todos lo hayan oído. Lo que no saben es lo que le pasó a la Caperucita después del leñador haberla salvado de las garras del lobo. Ah, tampoco sabían que la Caperucita anterior había sido devorada. La que se salvó fue la Caperucita alemana. La primera era francesa. Y a esa como a sus reyes, la degollaron."

¡¿Qué, queeé?!

“Sí, le cortaron el cuello. Estaba la Caperucita Roja, muchos años más tarde, sí, la alemana, después de haber sufrido aquel susto tan desagradable, sentada en un tronco de árbol, desplumando una gallina para una sopa."

"¡Aaaahhhh!", gritaron los chiquitines, sacando la lengua con caras de disgusto.

"Mientras preparaba la gallina y los demás ingredientes, se puso a cavilar sobre su vida," continuó la Greta, siendo interrumpida por un, “¿qué quiere decir cavilar?”

"Pensar”. Y sin esperar otra pregunta, “La Caperuza…."

Sorprendidos por el nombre, dos de los saltarines repitieron "caperuza, caperuza" para luego reírse, parar, y seguir oyendo.

"La Caperuza se puso a pensar sobre aquel momento inolvidable, y fue atando cabos…."

“Atando cabos, qué palabras más raras tú dices.”

"Juntar. Ella juntó todo los eventos que habían transcurrido durante los últimos meses hasta darse cuenta de que aquella aventura había sido tramada."

“¿Tramada?”

"Que no fue pura casualidad el que el aquel supuesto lobo la estuviese esperando. Después de la Caperucita haber sido salvada por el leñador, la abuela, quien, como ustedes saben, vivía sola en el bosque, hacía años se había jurado que no iba a seguir viviendo sola, que prefería suicidarse."

¡Uy!

"¡Que horrible! ¿No creen? Nadie debe suicidarse. A su hija, la mamá de la Caperuza, no le quedó más remedio que llevarse a la abuela a vivir con ellas. Rapidito,
se mudó con su nieta e hija. Y no esperó mucho para inmediatamente convencer a la madre de que permitiera al leñador casarse con la pobre e inocente niña."

“¡¿Con un viejo?!

"Sí, eso no importa. Casarse no está mal y en aquella época las muchachas se casaban jóvenes."

“Ay no. Pero no con un viejo.”

Colorín colorado, este cuento no se ha acabado...

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