Me escribió mi amigo ecuatoriano y envió esta muy evocadora postal:
“Ya verás a Checa, lo sé. Es pequeño, con la iglesia frente al parque y el parque con su piedra de agua, y alrededor tienes las casas blancas de teja roja y ladrillo visto, expuesto. Y la gente es amable, te saluda,
- Buenos días. ¿Cómo está? ¿Ya llegó la leche? ¿Tiene una gallina que me venda? Es que mi hija cumple 15 años y queremos festejarla.
- Venga más tardecito que seguro la María le trae una del corral de don Fernando. Mire la familia Vinueza trajo a un arquitecto de Quito para que les haga la ampliación que quieren hacer para los nietos, y que para cuando éstos sean grandes.
“Y así pasan los días en Checa de lo más tranquilos. Con la piscina municipal, con una agua fría, que te llega a los huesos. Checa es bonito. Más allá de Pifo, y más allá de Puembo y más allá de Tumbaco y más allá de Cumbaya y todavia más allá de Quito.”
Mi amigo no está en Checa, ni en Quito, ni en Ecuador. La postal la envió desde el norte de Manhattan, durante una cruda y solitaria noche de invierno.
“Gracias, por tan linda postal”, fue mi respuesta; "y que disfrutes el pinot noir"
Friday, March 4, 2011
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