Wednesday, October 31, 2012

Carta a una madre genérica


Señora, ¿por qué usted quiere vivir mi vida? Gracias por sus consejos que reflejan mas su deseos de controlar que una concepción clara de cuáles son mis principios, mis creencias – racionales y bien plantadas - sobre cómo quiero vivir la vida. Si quiero vivir bajo una carpa, las estrellas, la lluvia y los vientos, esa es mi vida, señora.

No se fija usted en mí, señora.  La guían sus agendas. Sus miedos y estructuras no son los míos. Usted se casó, yo no. Los hijos, los nietos, abuelos y todo ese andamiaje de familia que le sirve de  apoyo o, peor todavía, de razón para usted vivir y sentirse líder, dueña de un grupo no me atrae. Esa era la misma razón por la cual nunca fui comunista. No me atraen los grupos mas allá de su igualdad en las relaciones que incluye la libertad de ser y vivir como me dé la gana. Libertad individual que abarca ser lo qué quiero ser.
¿Ser qué?, pregunta usted. No sé hasta que me encuentro en un camino que deseo explorar y por ahí me lanzo. A veces, llenos de piedras; otras, fluidos como el aire. Mis caminos no son sus caminos. Los suyos los marca una vida hecha a base de mapas, programados. Los míos se van haciendo a sí mismos, mostrando mundos que ningún mapa programado revela de antemano.

Suélteme los guebos, señora. Que si cuando despierto duelen es para dejarme saber que no soy como usted; que es en cada mañana donde la hombría se siente, duele, y en muchas ocasiones, la erección  hasta molesta. Déjeme mear tranquilo, señora, pues es en ese momento cuando siento mi cuerpo entero mientras el pene lentamente a su tamaño más pequeño regresa y me habla.
Con esta me despido, señora.  Ve usted, no sólo el camino es distinto; las sensaciones y el cuerpo lo son también.  Vuelvo y repito, déjeme mear tranquilo, señora.

Tuesday, October 30, 2012

Racismo, Clasismo, las Repúbilcas y los Puertorriqueños

El relato “Colapso boliviano y la levedad del ser una burguesa puertorriqueña” trajo cola. Unos cuantos de mis lectores me escribieron para cuestionar el por qué había escrito algo tan racista. Mi respuesta ha sido que el relato no es racista, el personaje que sirve de narradora lo es. No sólo es racista, es tonta; y peor todavía, dado lo que es el típico perfil de su clase madia alta - se gradúa de colegio privado en PR  y estudia en universidad norteamericana, no es una persona ignorante en el sentido más amplio de la palabra. Tampoco es atípica de las clases medias y altas en PR.

Lo que dice ese personaje, Lulú, surge de una serie de anécdotas que me contaron una mujer afro-descendiente puertorriqueña, una educadora centroamericana, un antropólogo ecuatoriano y un dominicano durante mis últimas visitas a PR, y de mis propias experiencias dentro de ciertos círculos en las islas de los encantos. Estas situaciones no se dieron solamente entre las clases burguesas reaccionarias en PR; se dieron entre los supuestos izquierdistas puertorriqueños. Con la diferencia de que estos últimos dirigen su racismo hacia los puertorriqueños mismos, algo así como auto-racismo. Los intelectuales afro-americanos han explorado este tema extensamente y lo usan para argumentar en contra de los patrones auto-destructivos entre los miembros de su comunidad.  
Sobre el auto-racismo he escrito anteriormente en este blog, y como si fuese “normal” despreciar a los puertorriqueños,  nadie me escribió para cuestionar ese auto-racismo. Este fenómeno lo he notado entre muchos intelectuales de izquierda puertorriqueños, particularmente los que proceden de las clases burguesas del país y entre ciertos escritores costumbristas; el paternalismo y estereotipo del campesino puertorriqueños raya en un clasismo, racismo solapado.  Este constructo sobre los costumbristas me llevó a escribir el relato “Juan Bobo en Alturas de Caparra Heights”.

Durante una discusión sobre la independencia de Puerto Rico una señora soltó un comentario, desprecio hacia las repúblicas - “¿Qué usted quiere, que nos convirtamos en una de esas repúblicas?- ¿Cuáles eran la repúbilcas en cuestión? Pues no había que escarbar mucho, eran las latinoamericanas. Y con ese cometario sobre las repúblicas se incluía un desprecio a los latinoamericanos, en particular, aquellos que proceden de las que son conocidas como repúblicas bananeras (esta experiencia me la contó la educadora centroamericana), o donde su población es mayoritariamente negra (no es un accidente que en PR se trata de formas bien distintas a los cubanos,  argentinos y dominicanos), o indígena (esta anécdota me la contó el antropólogo ecuatoriano).

Sobre estas diferencias y tratos, los literatos o intelectuales, en particular los de izquierda, no hablan. Se encuentra entre estos literatos e intelectuales un tipo de racismo a la inversa: permiten el racismo contra los puertorriqueños como justificación de su situación colonial mientras niegan el racismo que se da en la sociedad puertorriqueña misma. El propósito del relato fue explorar ese tema y a la vez retratar un tipo de persona, educada, burguesa que en gran medida es parte de los grupos que “mueven los bolos” en PR y que con sus ideas y estilos de vida corroen la sociedad puertorriqueña.  

Monday, October 29, 2012

El Viejo y la Tormenta: desahogos para pasar el rato


“Si necesitas algo, me llamas”, me dicen todos los que preocupados por mi bienestar se ponen a mi disposición. Y cómo los voy a llamar si necesito algo - qué algo, no sé. Si se va la luz, lo más seguro no voy a poder llamar;  con eso de lo digital, el teléfono necesita de electricidad; y los celulares, cuando hay barreras entre ellos y los satélites, no se pueden comunicar. Quizás saben que todavía guardo las dos latas con un largo cordón que las conecta y de ahí les puedo llamar.

“Malagradecido”, dirán los muy considerados que a mi disposición se ponen -  por lo menos, llaman – ya que hay otros que ni se acordarán, aunque de vez en cuando se comunican y dicen como conejillos skinnerianos, ”I love you”. Peor todavía es cuando traducen el trillado “luv you” gringo al español, “te amo”. Ni que fuesen Jesucristos, amando a diestra y siniestra; y mucho menos a un viejo que ha visto más de lo que debiera un elegante señor de su edad.   
“¡Ay!, si lo viejo es mental”, sostendrán, cual filósofos de quincalla que tratan de “metértelo mongo” mientras te venden amor y apoyo en camino a un refugio o un asilo para la tercera edad. Valga la aclaración, en ninguno de ellos me encontrarán jamás. ¿A qué? A ver viejos chochos o muchachos gritones que corren sin disciplina,  madres que te preguntan, "¿y no tiene familia?", con cara de pena sin saber que con nadie y menos con ellas quieres estar, u hombres que se buscan unos a otros para más mierda hablar. No se dan cuenta que prefieres la edad junto a la soledad, la que te permite pensar, cavilar y concluir que la tormenta es la mejor excusa para no tener que darle la cara a tanta gente buena que se preocupan por tu salud y bienestar.

“Es por su bien”, dirán sin preguntarte que lo que es el bien para los jóvenes no es el bien para un viejo –sí, viejo, sin mas ni mas. Que lo de mental lo decide el yo y no las pendejadas de psicología de revista popular, pragmática,  mercantilista que vende tonteras por doquier; menos a los viejos que han visto de más;  y jamás vientos pasajeros los van a asustar. Eso espero. Les cuento luego.

   

Friday, October 26, 2012

La Voz del Método en un Community College del Bronx


Luisa Pérez nació  y se crió en el Bronx. Tuvo una vida típica de mujer procedente de la clase obrera; con poca educación formal, dejó la escuela antes de terminar la secundaria. Cambia lo que pudo haber sido el destino de su vida después de ser tiroteada por Juan Martínez. su compañero consensual.  Una jueza de la corte de familia había emitido una orden que le otorgaba protección a Luisa; prohibía que el acusado se le acercase a la victima a una distancia de menos de treinta metros. Juan ignoró la orden judicial y trató de matar a Luisa en la Calle Brook, en el condado del Bronx. Este escrito describe brevemente elementos que caracterizan la evolución de Luisa.

Luisa fue asignada a un refugio para mujeres, auspiciado por la Asociación de Mujeres Puertorriqueñas Co-Dependientes, organización sin fines de lucro, fundada por un grupo de mujeres preocupadas por el bienestar social y económico de su comunidad, comprometidas con la lucha por la independencia de las colonias, en particular las colonias americanas en el Caribe. Entre los servicios que provee el refugio, y  los cuales Luisa aprovechó plenamente, se encuentran lograr que las mujeres obtengan su diploma de estudios secundarios, y capacitarlas en el manejo de destrezas en la siguientes áreas:  inteligencia emocional, mental y psico-motora, labores manuales y técnicas. Además de aprender a manejar las destrezas anteriormente enumeradas, Luisa aprendió a disfrutar de la lectura y aprobó con excelentes resultados las pruebas de aprovechamiento académico, administradas por el Departamento de Educación del Estado de Nueva York.

Continuó sus estudios y se llegó hasta un Community College del Bronx,  fundado con el propósito de educar personas que viven en los márgenes de la pobreza. Entre las lecturas que más le influyeron, Luisa mencionó un artículo académico escrito por un psicólogo norte americano, que sugería una serie de pasos dirigidos a lograr la superación de todo tipo de miedos. Los pasos sugeridos en el anteriormente mencionado artículo le sirvieron a Luisa como referencia para ella poder entender lo que estaba viviendo en su nueva etapa como estudiante universitaria; y en un informe que entregó para cumplir con uno de los requisitos de la asignatura Métodos Introspectivos y las Literaturas Urbanas, escribió,

“Llegar a la escuela y sentarme en la clase fue un triunfo emocional. Me puse tan nerviosa, que por poco no me aparezco el primer día de clases. Un horror tener que enfrentarme a los demás estudiantes y al profesor, por cierto, bastante informal y algo mal vestido. Llegar y sentarme fue un triunfo emocional,  Durante las primeras semanas no me atrevía ni a hablar, hasta que llegó el momento de discutir una tarea que teníamos asignada: explicar los procedimientos e instrumentos que un científico literario usó durante una investigación que girabaen torno a la vida de la poeta Julia de Burgos. El profesor planteaba que la literatura es reflejo de las comunidades que sus textos recrean y representan; y que su desarrollo es paralelo al desarrollo de esas comunidades; que se da de arriba para abajo y de abajo para arriba, independientemente de la comunidad que sea.”

Antes de  llegar al Colegio del Bronx, Luisa tendía a preferir las revistas de cotilleo; y una vez tomó el curso antes mencionado, estas revistas  perdieron su encanto cuando descubr la linealidad en la literatura farandulera. Aunque luego escribe que no perdió,

“…..de vista como éstas (las revistas de cotilleo) me habían llevado hasta poder entender los nuevos textos y los lenguajes de los profesores, sus andamios verbales, narrativos, gramaticales que conforman los discursos y lecturas académicas, sus múltiples referencias, tiempos, estructuras e ideas que le dan cohesión y abarcan un todo, cualquier todo. Me encantaba como había aprendido a hablar. Frente al espejo practicaba las oraciones que había leído en los artículos asignados por mis profesores”.

Predecir hasta donde la llevarían los nuevos códigos, las herramientas científicas, no era parte de lo que los métodos proveían.  Luisa quería llegar a otros sitios, no sabía cómo; y nos dice que sacó fuerzas de donde no tenía y preguntó en otra asignatura,  Literatura y Vidas de Mujeres Criollas en el Siglo XIX,

"Profesor, ¿de la misma manera que se estudian los textos para conocer sus fuentes y descifrarlas, se pueden estudiar lo que dice la gente, las familias, los amigos para conocer por qué dicen lo que dicen? La muy sabia y acertada respuesta del profesor, ‘No hay caminos hechos. Andar y nombrar ocurre en la marcha.  La investigación científica, al igual que la moral, no tiene límites, en la misma todo es posible. Paramos y escogemos lo que ya está allí. Se escoge. Te escoge. Lo escoges.’ Su discurso y conferencia sobre la moral y las ciencias, su reconocer mi pregunta como valiosa, su mirada tierna, su impresión, todo dirigido a mi me pusieron a levitar en camino a mi casa. No veía a nadie: ni al vecino de la ventana, ni a mamá que subía por la escalera. Acaba de entrar en otra etapa el de mi vida.

El profesor le pidió a Luisa que trabajara como ayudante en un proyecto literario-científico que se dedicaba a  investigar los vínculos entre la literatura y los crímenes que ocurrían en las zonas pobres de Nueva York y San Juan. Estas investigaciones llevaron a Luisa a continuar sus estudios doctorales y, en parte, sirven de fuente de donde se obtienen los datos y eventos que conforman algunos capítulos de la novela Radiotransistor (Gerardo Torres. Terranova Editores, 20011).  Luisa continúa investigando las vidas de los demás y trabaja como editora de libros, activista comunal, y alfabetizadora en los barrios latinos de Nueva York.

Thursday, October 25, 2012

Cuentos Infantiles para Manganzones: Juan Bobo, hijo, en Alturas de Caparra Heights

Mamá me hizo el cuento del jíbaro  que a los pitiyanquis les dijo “unjú”. Le pedí a mamá que me dijera cómo eran los pitiyanquis, y ella que nunca había visto ninguno, pues no sabía cómo eran; aunque oyó una vez que fue al pueblo, que los pitiyanquis eran unos farfulleros.  “Je”, ella y que contestó, “de esos en Jájome hay un montón”.

El cuento de mamá me dejó con las ganas de conocer pitiyanquis y allí mismito le dije a mamá, que  me iba hasta San Juan a ver si conocía algunos de estos farfulleros;  y a visitar a un señor que escribía sobre jíbaros, sin verdaderamente haber conocido alguno.  Los libros de cuentos que escribió este señor los tuve que leer en la escuela; y por lo que decía, yo sabía que ese señor  nunca estuvo en los cerros ni había hablado con uno de nosotros, y en vez de escribir aquellas cosas tan tristes, debía pasado un buen rato por acá arriba, e incluso, aprender a tratarnos con respeto.  
Ahora, claro antes de coger la guagüita de Peyo, y como resultado de la vergüenza que pasé por culpa de la puerca enjoyada,  decidí preguntar en el campo cómo era la gente en San Juan. Mi madrina que por allá anduvo en unas diligencias me dijo, que todos hablaban por las narices, fañosos, que eran bien finos, que no decían carrro, sino carro, y que al mejunje de arroz amogollao le llamaban mamposteao, que sacaban los perros a pasear, pero nunca a sus hijos, y que a los viejos lo ponían en casas de, pues, de viejos solamente; y que todos parecían que sufrían de estreñimiento.

Medio asustado me fui tempranito en la mañana, y una vez en Rio Piedras, donde Peyo me soltó, pregunté donde podía conocer pitiyanquis,  y un hombre con lentes, pelo medio desarreglado y gabán estrujado fue el primero que conocí con un hablar medio fañoso, un tal Rodríguez Jolío. Me miró con cara de aguajero burlón, me preguntó de dónde era, le dije que de Jájome Bajo, me dijo que en Jájome tenía amigos. No le creí, porque yo allí conozco a todo el mundo y nadie seria amigo de un señor tan mal vestido y algo parado; y luego cuando aclaró que era en arriba en los cerros donde sus amigos tenían casas de campo, le espeté -Allí todas las casas son de campo - y añadí que a ese sitio nosotros le llamamos La Altura.
El  Rodríguez Jolío quiso seguir hablando conmigo y se ofreció a llevarme en su carrito hasta las Alturas de Caparra Heights.  Por el camino me entrevistó, con cara de ñame jojoto,  y sin son ni ton, se reía de cualquier cosa.  Hasta y que me quería visitar para conocer a Jájome Bajo. Cuando le volví a preguntar por los pitiyanquis, me contestó que todos en San Juan eran pitiyanquis. Al ver que no subíamos cuestas, me aclaró que la carretera hacia las Alturas de Caparra Heights era plana porque allí no había lomas, los gobiernos las habían quitado.

Bueno, para hacerle un cuento corto donde en el final uno no aparezca como bruto, le dije al Rodríguez Jolío que virara, y me llevara a Rio Piedras, que me regresaba al hoyo de Jájome Bajo; y como regresé bien temprano mamá se quedó pasmada y ante su pasmo no la dejé hablar.
- Por Dios, mamá, además de  hablar por la nariz y comer arroz amogollao,  a los llanos les llaman alturas, como en Alturas de Caparra Heights. Y al señor que escribe sobre los jíbaros no lo fui a visitar, que se quede con sus embustes y que siga en sus muy llanas alturas.

Wednesday, October 24, 2012

Cuentos Infantiles para Manganzones: El Loro y la Zorra


Por allá por donde vivian los Hermanos Grimm se encontraba la casa de un loro. Maniático como nadie, neurótico a más no poder, Gervasio se llamaba el loro. La comida era su vida. Comía un poquito de todo, de todo lo que veía, pero nunca la comida completa. Gustaba de probar lo que de frente encontrase y nunca se le ocurría odo aquello terminar.

-Hay que solo saborear para jamás engordar- se decía a sí mismo.

Gervasio era vanidoso. Siempre quería lucir muy bien. Altanero y arrogante, caminaba muy erguido  por los cuartos de una inmensa mansión. ¡Ay de  quien se atreviese burlarse de su esbelta figura!, aquella que él paseaba por toda la inmensa casa donde el arrogante loro vivía. Allí, junto a una  señora súper rica, a sus anchas reinaba el loro. No se le podía  regañar.

Doña Pura Pura de Purapura se llamaba la señora, la que a Gervasio mimaba, y  a Gervasio le dejaba hacer lo que le viniera en gana. La casa de Gervasio y doña Pura Pura estaba llena de muebles viejos, feos y bonitos. Los muebles de aquella casa sufrían  una terrible enfermedad, sabían todos muy mal. Gervasio así decía.

Y es que Gervasio en su deseo de probar, hasta de los muebles comió. En caso de que le gustaran, muebles de cena iba a tener, de almuerzo o desayuno, merienda y sabe uno qué cosas más. Mas cuando los muebles probó, con cara de mal gusto, para su adentro se dijo,

- A mí esto no me gusta. Aquella mesa sabe a jabón. La silla a fondillo huele. El sofá  es un reguero de sabores. La mesa es dura de roer. Después de tanto saborear, lo único que de esos muebles saqué fue un terrible  dolor de panza. 

Muebles no volvió a comer, pero manzanas sí. Las manzanas sí le gustan, aunque un poquito sólo come.  Como ya les dije antes, Gervasio es muy vanidoso, y su cuerpo él bien lo cuida para no engordar de más. Manzanas de las que no engordan. En bizcochos no las quiere. En compota ni hablar. Directas del árbol a la boca, fresquecitas y nada mas. Rojas, verdes, chiquititas, brillantitas y gorditas, manzanas que lo llevaron a sufrir una terrible enfermedad. Creyendo que era manzana, una fruta muy bonita él mordió. Con dolores de estomago, saltando como un conejo, el loro se desmayó.

Dona Pura Pura gritaba de dolor -Gervasito, Gervasito, ¿qué te pasa  mi lorito? Si sabes que sin ti no tengo vida ni deseos de vivir.

Con mucho dolor en el alma, doña Pura Pura al veterinario por teléfono llamó.

Don Vete Veterinario medicinas recetó, masajes cuatro veces al día y manzanas le prohibió. Nada curaba al lorito. Dormido parecía estar. Desmayado por el susto el doctor diagnosticó.

-¡Ay Gervasito, Gervasito no te mueras mi lorito- lloraba y lloraba doña Pura Pura, solita en su caserónsote. Lloraba todos los días, Doña Pura Pura, y el loro en su desmayo poquito caso le hacía.

Una zorra maliciosa, y que enamorada del lorito, donde doña Pura Pura acudió.

Doña Pura Pura, boquiabierta y asombrada ante una lora que camina en cuatro patas, esto le preguntó -¿Por qué tienes dos patas de más?

-Para mejor caminar.

-¿Y esos ojos tan grandes?

- Porque mucho hay que ver.

-¿Y esa boca sin pico?

-Para poder besar mejor.
        
Sin encomendarse a nadie, la ardilla vestida de lora al lorito un beso dio. Gervasio, al sentir el beso, del desmayo despertó y cuando de cara frente a aquella lora tan rara, la reconoció y un grito pegó.

La zorra salió corriendo, y doña Pura Pura al detectar el fraude, escoba en mano se le "esmandó" detrás.

El susto que pasó Gervasio de catarsis le sirvió: le quitó  lo presumido, maniático, neurótico; y desde ese momento todito se lo comía sin protestar; menos las manzanas pues como por poco la matan, eran motivo de pecado capital; y al borde de la muerte lo podían llevar.

De este cuento nos enteramos por boca de una muy anciana lora que todo lo sabía y gustaba de contar, ya que los Grimm lo trataron de censurar, porque, y que según los lingüistas literatos, era un cuento que de Eva, Adán y Esopo se quería burlar.

Tuesday, October 23, 2012

Cuentos infantiles para manganzones: Fábula con un final feliz

                  Una ardillita, sentadita, muy erguida, un paquete observaba. Marroncita de color, muy segura de sí misma, la ardillita preguntaba,  preguntaba, si en el bulto nueces había. Lo miró por largo rato, y de pronto decidió al paquete acercarse. Una vez allí a su lado, la ardillita al paquete bien olía, pero ardilla respetuosa el paquete no abría. Esperaba con paciencia a que el dueño allí llegara. Y una vez allí llegara, el paquete abriría, y de las nueces regalara a la ardilla respetuosa. Esperó por muchas horas, y la ardilla ya cansada, decidió pasearse por el parque. Caminó por las veredas, subió lomas y piedritas, rocas grandes bien hermosas, descansó sobre unas hojas, a los niños observó, unas migajas encontró, las olió por largo rato, pero nada complació su deseo por comer nueces, y a las nueces regresó. Tremendo espanto allí pasó, pues el paquete ya no estaba. Lloró tanto, tanto, tanto que sus ojos enrojecieron; su garganta ronca estaba, y su nariz botaba fuego. Un lorito que de lejos, a la ardilla espiaba, este cuento nos contó,       

              - Esa ardilla que es tan diestra cualquier nuez puede ella abrir. Sin embargo, por su honradez, al paquete, solo olió. Esa ardilla respetuosa muy distinta a la gata es. Esa gata maliciosa cualquier cosa ella toca, abre latas de basura, come sin tener que trabajar. De la zorra no me hables, por aquí ella no aparece, y si acaso la vez venir, es mejor no hacerle caso. La perrita es lo más buena. Pretenciosa algunas veces, ¿no la han visto caminar? Remenea su rabito, ventilando su belleza por aquí y por allá. Eso sí, algo boba, algo ingenua la perrita, a cualquier amo le es muy fiel. La gallina señorona para madre sola sirve, cacarea todo el tiempo, protestando su condición. Que busque ayuda- digo yo.

             - Pero volvamos al paquete. Mientras la ardilla paseaba, ni la gata, ni la zorra, ni la perra, y menos la gallina, el paquete se llevaron. ¿Y quién fue?, preguntaran ustedes. Bueno, esperen, que ya les voy a decir. Esperen que ahí vuelve la ardilla y a la misma voy a consolar; y cuando a la ardilla consuele, la verdadera historia del paquete a todos le contaré.

            - Ay, lorito, lorito tú no sabes porque sufro.

            - Sí mi querida ardillita de tu sufrimiento estoy enterado."      

           -¿Y cómo te has enterado?

           -Desde arriba, desde arriba yo te pude observar, tus deseos comprender, y el paquete desear. ¡Ay!, este pico tan diestro un paquete no puede abrir. Sólo sirve para hablar. Aunque algunos se atreven decir que por culpa de mi largo pico problemas me voy a buscar. Dicen ellos todo esto por la envidian que me tienen. Nadie como yo, su pico puede usar. Mas mi pico, a paquetes no le puede entrar. Y mis patas y mis alas para moverme solo están, no para paquetes abrir. Pero tú, con tus patas delanteras, hasta el cerrojo más fuerte, pudieses desmantelar. Oh, mi queridita ardillita, tan diestra y puntillosa, tan juguetona y laboriosa, no sufras por el paquete, que la suerte de unos niños del paquete dependió.

         -Que la suerte de unos niños del paquete dependió. Cuéntame lorito hablador.

         -Resulta que una hermana y un hermano, en el parque se perdieron; y el paquete le sirvió para de nuevo el camino encontrar. Se habían ido a jugar por el lado de los árboles y sin prestar atención se perdieron en el bosque. Era muy tarde y lloraron tanto, tanto y tanto que sin lágrimas se quedaron. Pero de pronto pasaron, por su lado, la gallina, la zorra, la gata y la perrita; pues se habían enterado del paquete abandonado. Los niñitos detrás de ellos se fueron. Pensaron ellos tal vez que los animales llegarían a un sitio más claro. Y sin darse cuenta, de pronto, estaban los dos hermanitos de frente ante su preciado paquete. El paquete era de ellos. Lo habían olvidado al irse a pasear. Ya sabían donde estaban, y de allí a su casa ir, pero antes de partir, decidieron repartir las nueces entre la gallina, la perra, la zorra y la gata. De mi parte yo te digo que a mí las nueces no me gustan y por eso no comí. Pero para ti recogí unas nueces, ardillita. Pero por favor no llores más que aquí unas nueces tienes.

-Si no lloro por las nueces.

           -¿Y por qué lloras y lloras?

        -Lloro porque tu fábula tiene un final feliz.

Monday, October 22, 2012

Cuentos Infantiles para Manganzones: La gata que voltea sobre su propio rabo

Una orgullosa gata anda volteando sobre su propio rabo. Salta sillas y divanes, piezas quechuas y sillones. Dulces pasos coquetea su libertad lisonjera; una gata que voltea sobre su propio rabo.

Una gata que se acuesta, se levanta cuando quiere, come todo lo que plazca en un piso sin confines. Una gata que demanda un servicio esmerado. 

Una perra que le sigue, obediente y protectora; sólo por sentirse poderosa, ladra cada cuatro horas. De la sala a la cocina, hasta el baño se encamina una perra dedicada. A la gata rabo grande bien le sirve, bien atiende esta perra dedicada.

Cuando la gata la llama, la perra servicial, anonadada ante el rabo y orgullosa de su ama, corre y corre a su lado. Una perra amaestrada le responde a la gata, una gata amanerada.

Sin ratitas ni ratones va la gata sin trabajo y del tedio ya se enferma, ordenándole a la perra que le traiga el veterinario. La perra, muy preocupada por la salud de su ama, corre por toda la villa para encontrar jeringuilla y así curar a la gata. Llega muchas horas más tarde; y al ver la gata dormida, creía que ésta moría, sin darse cuenta la perra, que sólo tomaba una siesta la muy engreída gata.

La perra lloraba y lloraba, más la gata seguía dormida. La perra estaba asustada, pues nunca se había encontrado sin su muy mandona gata. La gata, que era muy vaga, estaba en profundo sueño; y lo menos que pensaba, que aquella obediente perra andaba sufriendo en vano. La perra, desesperada, la jeringuilla agarró y a la gata la pinchó, dando la gata tremendo brinco, ladrando la perra de gusto al ver la gata de nuevo llenita de vida y coleando.

La gata, no muy contenta, a la perra regañó, sin tener consideración por la situación de la perra. La malagradecida gata, en vez de millones gracias dar, a la perra le dio una orden de nunca tocarla de nuevo. La perra así lo hizo.

Un día de verdadero dolor, cuando la gata estaba atrapada en un barril de tocino, la perra muy obediente a la gata no ayudó. ¿Y saben ustedes por qué? Porque la gata le dijo que nunca la volviera a tocar. Y ahora la gata se encuentra metida dentro de un barril de tocino, dando vueltas sobre su propio rabo.     


    

Saturday, October 20, 2012

¿Es el “to” de la Caridad de Guillén el mismo “to” del cocoroco de Palés?


Pregunta que lo peripatético del texto junto a las peripatético del lector generan: ¿Es el “to” que la Caridad de Guillén le da al Bembón  el mismo “to” que el gran cocoroco de Palés Matos toca cuando el poeta nos dice que el gran cocoroco “to co to”? Pues, por todos los lados se mienta y comenta que los cocorocos todo lo tocan, al igual que el Bembón coge “to” lo que Caridad le da; y en caso de que ustedes anden detrás de lecturas euro-céntricas, por aquí ni se metan; y si creen en que los "to's" son otra cosa.... escriban sobre los mismos.... y si no, sigan de lectores occidentales....

http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2012/10/el-to-to-de-guillen-y-los-textos.html

Thursday, October 18, 2012

El to, to de Guillén y los Textos Peripatéticos


Durante mi último y poco agradable semestre en el Citi College de NY tuve de frente a dos grupos de estudiantes, reclutados en las zonas suburbanas de los EEUU para trabajar como maestros en los barrios latinos de la ciudad. La mayoría de estos jóvenes eran blancos clases-medias que hablan estudiado español en las universidades de los EEUU.  Uno de estos dos grupos pude domar. Al segundo, colonizado al fin, los mandé para el infierno (luego les cuento). El primero tomó la asignatura que yo dictaba sobre el aprendizaje y enseñanza de la lecto-escritura en español en las escuelas bilingües primarias.

Puesto que durante mis anteriores años académicos mis estudiantes eran todos latinos, no estaba preparado para lo que encontré en las "interacciones" a princiopios de clases, las primeras reuniones del grupo. Fluentes y muy seguros de sí mismos, los "sububarnos" se quedaron con las discusiones en clase. No tenían dificultad en entender las lecturas académicas, temas, teorías y prácticas que allí se discutían. Los latinos, jóvenes inmigrantes pobres, graduados de colegios y universidades públicas de la ciudad, eran opacados por aquellos muy seguros y sofisticados estudiantes.

Sin dejarle saber lo que había observado, para evitar lo que se estaba dando en clase: el control de las discusiones y la segregación en grupos étnicos, para la tercera semana transformé la estructura y enfoque de la clase y los puse a  discutir las lecturas y proyectos en grupos pequeños. Con el resultado que durante esa tercera semana los clases-medias suburbanos, una vez más, se quedaron con las discusiones. Todavía no quería abordar el problema públicamente y para la cuarta, mi muy didáctico genio creador me sugirió que los pusiera a leer y luego a discutir cómo integrar en sus aulas los poemas afro-antillanos de Guillén, Cabral y Palés Matos.
 
Fue en ese momento cuando los jóvenes latinos, en su mayoría descendientes de dominicanos y puertorriqueños se quedaron con el piso. Con ellos no había que discutir las funciones estilísticas, morfológicas, sintácticas, léxicas, significativas de la muy palesiana “Tembandumba de la Quimbambas”, meneando “masa con masa” sus grandes nalgas, “culipandeando por la calle antillana”, o que el “bembón” de Guillén no se tiene que quejar porque  “Caridad se lo da to, to”. Y allí, el “to, to” de Guillén  despertaba la risa y obligaba a menear sus hombros a los caribeños mientras los “clase-media” suburbanos, mimados y reclutados para salvar a los “people of color” no sabían de qué carajo se hablaba, ni podían leer al ritmo de una plena, una rumba o un son.    

http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2012/10/textos-y-estudiantes-peripateticos.html

Textos y Estudiantes Peripatéticos

¿Cuántos maestros pueden usar un método, un enfoque, donde el estudiante participa en la búsqueda de la solución del problema y, a la vez, en formular el método que se usa para solucionarlo? Aristóteles con su escuela peripatética, los diálogos de Sócrates, el naturalismo de Simón Rodríguez, las escuelas de Iglesias en Argentina, Weber, Mercado y Bedoya en Nueva York, los esquemas interpretativos de Piaget y Ferreiro apuntan todos hacia un lugar común en la historia de la educación occidental: la participación del estudiante en ambos aspectos del aprendizaje es necesaria para poder conocer y comprender el fenómeno, el objeto estudiado.

En las clases de lectura, literatura los maestros enseñan a reconocer y descifrar símbolos, pero raras veces cubren las múltiples posibilidades de esos símbolos; y una vez los estudiantes se encuentran con textos complejos donde para poder descifrar lo que los símbolos/signos significan se requiere conocer la función de los mismos, fracasan. Es harto conocido y documentado que los fracasos en la lectura comienzan después del tercer grado, cuando los textos requieren mucho más que poder leer “de carretilla”.

Si las escuelas primarias incluyeran prácticas, textos y estudiantes peripatéticos, donde los estudiantes -  además de discutir las ideas que el texto presenta, en grupos o por si solos - identifican y formulan los métodos que se usan para llegar donde el fenómeno a conocer, los maestros pudiesen llevar a sus estudiantes a estudios textuales más allá de la trillada idea central, los detalles y todo aquello que los mediocres, programados, y digeridos libros de texto sugieren.

Wednesday, October 17, 2012

El Nuevo Día, 14 octubre 2012

Desde un i-phone en Puerto Rico

Monday, October 15, 2012

Canción Escolar, Escuela Primaria Genaro Cautigno, Guayama, 1955

Las Calabazas
 
Cuando llega el mes de octubre
Corro al huerto de mi casa
Y busco con alegría
Tres o cuatro calabazas
Las preparo, las arreglo
Saco todas las semillas
Les hago unos ojos bien grandes
Y una boca chiquitita.

(La cantábamos solamente; las calabazas no se podían desperdiciar. La idea de usar la comida como juguetes o decoración es asunto de los clase medías y los de más arriba; los pobres no se peuden dar esos lujos. Las calabazas se usaban para preparar las habichuelas, tortitas, flanes y cazuelas de calabaza con canela, jengibre, clavo y azúcar negra)

Saturday, October 13, 2012

Un Maestro en Chelsea

- ¡Couture! - me gritó desde la Octava y  Catorce, casi frente a La Taza de Oro.

Couture, le puse de apodo. En la Habana, de quien les hablo, era parte de los grupos más atrevidos. Profesor de literatura, de día, en una escuela secundaria. De noche, jinete de caballos extranjeros.

- Too much - le hubiesen contestado los chicos que asistían a las inmensas discotecas neoyorquinas en los años setenta, época de bailes, drogas y Gloria Gaynor; acompañados siempre por el chasquear de las yemas de los dedos mientras hacían un círculo con el brazo derecho, “too much”.

El llegó en los ochenta, en bote, se certificó como maestro bilingüe, mudó al barrio gay de Nueva York: Chelsea, y dejó de trabajar como jinetero. En Nueva York, también encontró un “crowd too much” entre los chicos conocidos como musco-locas de Chelsea.

En la Habana participó en actividades subversivas, junto a los grupos dedicados a transformar el contenido del discurso político-cultural. En Nueva York, sus esfuerzos los canalizó hacia los grupos que transforman la forma; el contenido de los discursos subversivos ya no le interesan.

En la Habana, la forma que atacaba era la literaria; siempre supeditada al contenido. En Nueva York, la físico-personal. Su cuerpo es delineado por los mejores pinceles del Gimnasio Chelsea, y las revistas de modas: pantalones estilizados, recorte de pelo, casi rapado, con patillas.

De la Habana tuvo que salir por haber dicho cosas desestabilizadoras. En Nueva York se queda para convertirse en un maniquí ambulante.

De la Habana tuvo que salir por leer a Genet. En Nueva York sus estudiantes solo leen el Siglo de Oro.

- Y ni eso entienden.

Nuestras conversaciones se convirtieron en monólogos que giraban sobre si mismos. Yo, en busca de comprobarle sus contradicciones. Él buscaba temporizar mis gustos. Un día, hasta llegamos a gritarnos. La última vez que lo vi, al ver mis enrollados pantalones de hilo, me gritó con voz sumamente estilizada - couture.

- No, nene, se me rompió el ruedo - contesté y sonreí sutilemente

Friday, October 12, 2012

Redemption songs

Montreal y sus vicios me ponen a soñar. “The world is a ghetto.” Sigo soñando, sueño, añoro aquellos tiempos cuando al igual que película mexicana de los años cincuenta asistía de acompañante, chaperón de mi hermana y su novio, a los bailes que se daban en los clubes de la playa de mi pueblo. Frente al mar Caribe bailábamos a los acordes de la música de José Luis Moneró, cantante de rigor.

- Beello, ¡qué bueno que me oyes!

 Desde aquellos tiernos y armoniosos momentos la música ha servido, no solamente, de vara que mide mis gustos en un momento dado; refleja mis estados anímico-culturales. De José Luis Moneró me moví al rock and roll, la nueva trova, la música de disco, el “new wave” de Philip Glass, el reggae, hasta de nuevo regresar a José Luis Moneró. (Espero no terminar con canciones de cuna)

- ¿Por dónde andarás? ¿Qué será de tu vida?

Frente al mar Caribe bailé. Ya no bailo. Un mural del mismo mar en un bar en el Plateau Mont Royal y los acordes de la música caribeña, digerida por los nuevos románticos de las sociedades industrializadas del norte, me sirven de fondo y figura para reflexionar sobre los significativos otros. El Caribe se convierte en la última frontera de los nuevos románticos, los que lo recrean y los que hoy sufrimos las consecuencias de los originales.

El Caribe no es realidad geográfica, es signo de una nueva estética, un estado de ánimo, al ritmo de reggae o salsa en algunos bares de Montreal, cargados de motivos tropicales, los nuevos Gauguin nos movemos a las costas caribeñas, vestidos de contra-cultura, residuos de los sesenta,  críticos de los turistas tradicionales, a encontrar el neo primitivismo.

- Nene, esta cosecha me lleva del bolero al reggae al bolero. De fondo, Redemption song, Marley; un mojito de frente. Montreal es el Amsterdan de.....

Regreso al pueblo, no a los quinceañeros, bodas y bautizos. Tampoco en busca de sueños de turista neo primitivista. Regreso en busca de mis viejas amistades, los que se quedaron en el pueblo. Me oyen y callan ante los silencios. Otros, los que se fueron a estudiar a la universidad, me evitan: se visten de guayaberas, arquetipos, casados, padres de nenes y nenas muy monos, viven en las mejores urbanizaciones del área metropolitana de la ciudad capital: San Juan.

Otros andan justificando sus miedos y prejuicios. Se amparan con un libro que fue escrito hace miles de años, lejos de las nuevas fronteras. Son los antiguos quienes pueden tener revelaciones. Mis preferidos, que son muy pocos, se mudaron a Santa Rita en Río Piedras, barrio de intelectuales y artistas, o al igual que tú, a Paris o a Chelsea en Nueva York. Allí me dejé crecer los pelos, marché en los desfiles pro derechos de los homosexuales, viví en comunas y no me pongo guayaberas. Ellos, distinto a los neo-románticos, ni oyen música, ni a Serrat. Tú te encerraste en tu casa, tus pinturas.

- Tu voice mail de nuevo. Contesta. Debe ser por culpa del súper ego o es que andas con el vecino del quinto piso. ¡Por Dios!, que es hetero. Te pareces a los neo primitivistas que se quedan en los bares de Mont Royal o Loisaida, hoy East Village;  soñando con pajaritos preñados. ¿Hetero?, por Dios. Oye la letra, '..... this songs of freedom...... all I ever have.......'

Thursday, October 11, 2012

Cuentos de Jíbaros

Antes de movernos al pueblo y tener tele en la casa, dedicábamos las noches a contar cuentos. Y lo que más había era material para cuentos. De una ex-vecina decían, puro chismes de barrio (aunque ahora en el pueblo nadie quiere usar la palabra barrio ya que esta se refiere a las zonas donde viven los pobres), que con el dinero que recibió del ejército americano, su hijo murió en Corea, montó un puesto de viandas en la plaza de mercado, y fue así que pudo mudarse al vecindario cerca de la calle de las tiendas. Pero antes de todo esto, por poco muere primero que su hijo. Allá en Jájome Bajo (el Jájome Alto es donde viven ahora los nuevo-ricos con sus chalets al estilo suizo), la casa donde vivía la vecina estaba muy cerca del río y cuando abrían la presa, el rio volvía a su cauce natural, se le inundaban sus cachibaches. Aquel día, el río traía más agua que de costumbre, llevándose hasta la letrina donde estaba la vecina. Entre todos los vecinos formaron una cadena y la sacaron; y surgió un nuevo cuento, que terminaba no con el ya trillado, colorín colorado; terminaba con un, "…entri, muere ajogá".

Cuentos ensartados por aquel leguaje jíbaro que más tarde en el pueblo aprendí a callar, a censurar. En el Puerto Rico de los años cincuenta  los campesinos tuvieron que abandonar la agricultura o perderla a manos de los especuladores y políticos sin sentido de país, surgió una nueva clase, la clase media urbanizada, y con ello, un nuevo perfil socio-lingüístico que describía la puertorriqueñidad y la nueva masa popular que la moldeaba. Unos al norte y otros a los pueblos de la costa, todos obligados a aprender otros códigos, otras formas de narrar y pensar sus vidas, incluyendo los que promovía el común denominador de esa época, la televisión. Adquirimos un leguaje común, a la vez que las relaciones entre vecinos y clases sociales comenzaron a cambiar.

En la escuela con su sentido de pureza, "…así no se habla, eso no está correcto", comencé a abandonar una forma de codificar y expresar el mundo. Nuevas palabras, frases, fonemas reemplazaron los antiguos códigos, las otras formas de comprender y darle coherencia al mundo. Antiguos códigos que luego fueron estudiados en la universidad, como si se estudiasen fósiles de jibaros; y yo allí oyendo a los académicos hablar de mi historia, mi vida; y una vez más, a callar. Contrario a mis calladas respuestas, no quería que mis compañeros supieran lo pobre que era o que todavía algunos de mis parientes hablaban así, por dentro sufría un mar de sensaciones. El lenguaje puede revolver hasta las piedras, y allí en la Universidad Católica de Ponce revolvió más de lo debido.

Madame LaFleur, Santurce

- Madame Lafleur, Madame Carmen Lafleur, no, no soy madama de centro espiritista, soy francesa y los franceses llamamos madame a las señoras. Sí, sí, yo sé que aquí le llaman madamas a las que trabajan el espiritismo. No, no yo no soy de aquí, soy francesa. Tengo un taller de modas, modas francesas. No, no tejo ni calo. Sólo trabajo con alta costura. No hay de quté; no se preocupe, a la orden. Y que buscando espiritistas por teléfono. En verdad que en este país se ven cosas....

El nombre de pila de Madame Lafleur era Carmen González, o Lucy Pérez, o Deysi.  No importa cómo se llamaba. Cambió su nombre cuando, a mediados de los años cuarenta, se mudó al distrito de Santurce en San Juan. Como muchos otros itinerantes amorfos que andan por el mundo, en la loza (apodo con el cual se le conocía a la muy provinciana ciudad capital) adquirió una nueva identidad; borró por completo la que le había definido en aquel pueblo que miraba siempre hacia el Caribe: de jabá a blanca; de costurera a modista; de criolla a francesa.

Un secreto a voces entre muchas de sus clientas: todas sabían que no era francesa, y que procedía de unos de los pueblos del sur de la isla; aquellos donde el blanqueamiento del país por parte de los colonizadores, con la Real Cédula de Gracias, había calado tan profundamente, que en cuestión de una o dos generaciones, los miembros de una familia pasaban de ser negros a ser mulatos a ser blancos; y esa búsqueda de la blancura llevó a Madame a estudiar francés, cambiar sus modales, vivir en su propio sueño; otro Segismundo en un caserón de la santurcina Calle Loíza.

Wednesday, October 10, 2012

Crucifijos

Tanto arte, tanto ego
Expresión del yo centrado
Caníbal de la estética historiada
Arte y ente amarrados.

En una entrevista que le hicieron a Keith Harring poco antes de morir, mientras terminaba su última obra - el crucifijo en la iglesia  Saint John the Divine, Calle 110 y Avenida Ámsterdam, Manhattan -dijo que cuando estaba involucrado en la pieza no sentía ningún mal ni se sentía cansado, pero que cuando dejaba de hacer, se sentía enfermo.

Aunque no pretendo explicar la relación que existe entre crear una pieza, incluyendo los momentos antes de ejecutarla, y la "salud" del "artista", me atrevo preguntar hasta dónde la falta de integración entre proceso creador y proceso vital resulta en un estado físico distinto a cuando esta integración (crear/vida) se da. Sólo pregunto.

Tuesday, October 9, 2012

La Lesbiana y el Perpetuo Socorro de la Colonia

"Tú eres bien Perpetuo” dijo la sin maquillar, calzada con las muy orgánicas birkenstocks, que procedía del país colonizador, los USA, supuestamente izquierdosa, feminista, lesbiana, new age, bordeline hippie. Le hablaba a un gay lesbófilo, procedente de la colonia  Extraña combinación aquella, juntos, colonizador y colonizado. Ni que hubiesen sido personajes calcados de las novelas de Alexander Durrell, The Alenxadria Quartet. 

No se refirió al Perpetuo porque el aludido fuese perenne. Lo dijo porque el bien Perpetuo había estudiado en la muy exclusiva escuela privada que llevaba la palabra  Perpetuo como parte de su nombre; y aunque hay otras escuelas perpetuadas en las islas de los encantos, solo una es Perpetuo. No dijo Colegio o Academia del Perpetuo Algo. Dijo: "Perpetuo". Ella estaba bien clara de lo que ese nombre y forma de decirlo significaba.

A su lado, el muy humilde graduado de escuela pública tragó gordo. Una vez más el estatus social y el estatus político conjugaban la vida de la colonia.

El homo fuera del armario, "bien Perpetuo", sonrió levemente, o medio avergonzado, o lleno de orgullo. No trató de resolver el conflicto o contradicción presentada por la lesbiana, feminista, new age, izquierdosa, quien en su Perpetuo, no reconoce lo que significa la colonización nacional, racial, de clases, y los vínculos que este proceso colonizador tiene con las instituciones y grupos que se encargan de mantener el "status quo", incluyendo a los estadounidenses que residen en las islas de los encantos. Todos ellos, ajenos en su papel como colonizadores, explícitos o implícitos, abiertamente o tras bastidores, inconscientes o sin miramientos. Esta lesbiana no se daba cuenta de lo que decía, ni quién ella era dentro del borujo que le da forma al proceso colonizador.

El feminismo y el estar fuera del clóset de la lesbiana, al igual que la identidad izquierdosa de su Perpetuo parecen ser elementos decorativos. Ambos conocen todos los hechos vinculados a la colonia pero no saben, o quieren, o pueden construir un relato coherente sobre esas imposiciones. Perpetuán el "status quo" mientras se identifican con procesos liberadores.

Si mal no me equivoco, ambos leyeron los textos escritos por Pablo Freire. Contradicción, pura y perpetua.

No creo que hayan leído a Durrell, o visto sus semejantes en Alejandría, los perpetuos que en aquella antigua colonia vivían durante la ocupación inglesa.


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"Tú eres bien Perpetuo”, dijo la sin maquillar, vestida con las birkenstocks, que procedía del país colonizador, supuestamente izquierdosa, feminista, lesbiana, new age, bordeline hippie. Le hablaba a un gay lesbófilo, procedente de la colonia  Extraña combinación aquella, juntos, colonizador y colonizado.

No se refirió al Perpetuo porque el aludido fuese perenne. Lo dijo porque el bien Perpetuo había estudiado en la muy exclusiva escuela privada que llevaba la palabra  Perpetuo como parte de su nombre; y aunque hay otras escuelas  perpetuadas en las islas de los encantos, solo una es Perpetuo. No dijo Colegio o Academia del Perpetuo Algo. Dijo, Perpetuo.

El homo fuera del armario, "bien Perpetuo", sonrió levemente, o medio avergonzado o lleno de orgullo. No trató de resolver el conflicto o contradicción presentada por la lesbiana, feminista, new age, izquierdosa, quien en su Perpetuo, no reconoce lo que significa la colonización nacional, racial, de clases, y los vínculos que este proceso colonizador tiene con las instituciones y grupos que se encargan de mantener el "status quo".

El feminismo y el estar fuera del closet de la lesbiana, al igual que la identidad izquierdosa de su Perpetuo parecen ser elementos decorativos. Ambos conocen todos los hechos vinculados a la colonia pero no saben, o quieren, o pueden construir un relato coherente sobre esas imposiciones. Perpetuán el "status quo" mientras se identifican con procesos liberadores. 
   
Si mal no recuerdo, ambos leyeron los textos escritos por Pablo Freire. Contradicción, pura y perpetua. 

Sunday, October 7, 2012

Octubre en Quebec

El relato me centró una vez más. ¿Cuántas veces lo he leído durante esta temporada?

 Recuerdo los pasos en camino al bosque, los repito, sonrío. En octubre las hojas tienden a ser mucho más anaranjadas y amarillas. Hoy se ven menos brillantes. Octubre trae mucho más que el otoño.

La memoria tiene etapas; el placer del recuerdo aumenta con el tiempo, las estaciones, la edad lo nubla.

¿De qué hablo? En octubre siempre me llega la nostalgia. ¿Por qué hablo de ecología y colores, cuando sólo los estados de ánimo me interesan?

Las ideas se intercalan y forman telarañas lingüísticas me dijo el, valga la redundancia, el lingüista.

De ti y de mí hablo, de nuestros estados de ánimo. Me repito. ¿Por qué me repito todo el tiempo? La edad nos lleva a repetirnos, a reafirmar nuestra memoria, a recalcar nuestra existencia.

Los pasos se van haciendo lentos, muy lentos.

En octubre camino hacia el bosque que queda al norte de la casa, del pueblo, la provincia, el país, el continente. Quebec es lo más norte del norte. Al sur de la casa están las fincas de maíz, Montreal, Nueva York, Santurce, la barbarie. Mis pasos los sigue el camino que voy dejando.

La ventana de la habitación en el ático y mis pasos miran hacia el norte, hacia el bosque. Las huellas en las hojas secas, trituradas. Pinos y matorrales me reciben, luces entrecortadas por las ramas y colores me alumbran el camino.

No hay osos en este bosque. No hay lobos en este bosque. Ruidos de hojas, al caer, responden. Oigo ecos.

El bosque me llama por las tardes, todas las tardes de octubre. Me aleja de los vaivenes y palabras quebequenses de mi familia adoptiva. Ellos me adoptaron a mí y yo a ellos. Me ven caminar hacia el bosque y les cambia el semblante, les da miedo. Las pasiones de familia, de niños asertivos, de padres directos y amorosos, gritones a veces, a veces susurran, son reemplazadas por el silencio. El bosque me arropa, me devuelve al útero para comenzar de nuevo. El bosque me cuida,

- Be careful, Yerardo - me gritan.

Qué difícil se le hace a los franceses y quebequenses pronunciar ese fonema. Mi nombre es Gerardo, les contesto. Repito el ge tres o cuatro veces. Sonríen. Me contestan en francés.

Para los quebequenses, al igual que todas las culturas que viven en dos lenguas, el cambio de una a otra nunca es completamente puro; esto es, de haber pureza en los idiomas. Tampoco hay pureza en el bosque, las familias, el individuo.

- Be careful, Yerardo

Con la mía en Quebec, mis impurezas no son motivo de miedo. Jugar con sus hijos, llevarlos a comer no los lleva a verme como un depredador. Cuan distinto a algunos miembros de mi familia biológica. Tan bíblicos y tan poco cristianos.

La luz de octubre es tenue, pálidos los colores, alumbra el camino, lo baña con rosados y celestes; se filtra a través de las ramas, unas frondosas y otras anunciando su otoño, mi otoño. El terreno mojado y el aire con sus canicas de vapor flotante me envuelven, integran. Camino lentamente hacia un claro, allí descanso, y regreso.

- Be careful, Yerardo.  Sonríen.

Palabras ajenas


Me dejaste solo, rodeado de palabras. Callan mi voz. Ellas, solo ellas hablan. Recuerdan nuestra primera cama, nuestro primer cine. En Santa María me juraste amor eterno. Te creí. Junto a otros te creí. De recuerdo, las palabras siguen molestas por estar sin ti. Conmigo, ellas hablan, se quejan; silencian las mías.



(De mi colección, Poemas de Angustia Relajada:
http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2012/09/poemas-de-angustia-relajada.html

Saturday, October 6, 2012

Canetti, IKEA, Walhor, Radiotransistor y Yo


Me sentí como IKEA cuando vi por primera vez mi producto literario en las páginas de Amazon, y Barnes and Noble*. Mi novela y Yo (primera persona en mayúscula) juntos, en venta por el ciberespacio.

Me pude haber sentido como West Elm o Crate and Barrel, tiendas algo más elegantes y con buenas ofertas; de mejor calidad, quizás. Pero no; me sentí igualito a los desechables muebles. Armada y desarmada como los muebles de IKEA, mi novela y Yo podemos ser leídos  y desmantelados.

¿Será coincidencia el que Andy Walhor llegue al MET cuando Yo (aquí repito lo de primera persona en mayúscula para evitar la cacofonía del ‘yo llego’) llego a Amazon? No, no es coincidencia nos dice Canetti en La antorcha al oído.
Canetti no habla de mí. El rumano escribió sobre la conciencia colectiva, o algo así por el estilo, y sus vivencias personales. No escribe sobre IKEA, Walhor o el Yo centrado. Canetti nos sugiere a IKEA , Walhor y su pop, y mi sensación al verme en el comercio internauta del ciberespacio.

Mi novelas es popiana, con su lenguaje vox populi y los medios como protagonistas, me escribió uno de mis amigos/lectores/abogado/escritor al comentarle sobre las sensaciones al ver el yo/novela en el mundo del cibercomercio.
Al aparecer juntos los cuatro - artefactos/sujetos/otredades/ propaganda en la sugerida nube cibernética, la supuesta coincidencia nos hacen parte de lo mismo.  ¡Ok! Basta del Yo centrado, al menos me sirvió de motivo para hablar de mí. ¡Y ya!  

*La fecha de la edición que aparece en el ciberespacio es distinta a la que repartí  entre amigos y conocidos. La primera aparece publicada en el 20011; y la última, que todavía no he visto, en julio 2012. 

http://www.barnesandnoble.com/w/radiotransistor-gerardo-torres/1108313611