Friday, October 12, 2012

Redemption songs

Montreal y sus vicios me ponen a soñar. “The world is a ghetto.” Sigo soñando, sueño, añoro aquellos tiempos cuando al igual que película mexicana de los años cincuenta asistía de acompañante, chaperón de mi hermana y su novio, a los bailes que se daban en los clubes de la playa de mi pueblo. Frente al mar Caribe bailábamos a los acordes de la música de José Luis Moneró, cantante de rigor.

- Beello, ¡qué bueno que me oyes!

 Desde aquellos tiernos y armoniosos momentos la música ha servido, no solamente, de vara que mide mis gustos en un momento dado; refleja mis estados anímico-culturales. De José Luis Moneró me moví al rock and roll, la nueva trova, la música de disco, el “new wave” de Philip Glass, el reggae, hasta de nuevo regresar a José Luis Moneró. (Espero no terminar con canciones de cuna)

- ¿Por dónde andarás? ¿Qué será de tu vida?

Frente al mar Caribe bailé. Ya no bailo. Un mural del mismo mar en un bar en el Plateau Mont Royal y los acordes de la música caribeña, digerida por los nuevos románticos de las sociedades industrializadas del norte, me sirven de fondo y figura para reflexionar sobre los significativos otros. El Caribe se convierte en la última frontera de los nuevos románticos, los que lo recrean y los que hoy sufrimos las consecuencias de los originales.

El Caribe no es realidad geográfica, es signo de una nueva estética, un estado de ánimo, al ritmo de reggae o salsa en algunos bares de Montreal, cargados de motivos tropicales, los nuevos Gauguin nos movemos a las costas caribeñas, vestidos de contra-cultura, residuos de los sesenta,  críticos de los turistas tradicionales, a encontrar el neo primitivismo.

- Nene, esta cosecha me lleva del bolero al reggae al bolero. De fondo, Redemption song, Marley; un mojito de frente. Montreal es el Amsterdan de.....

Regreso al pueblo, no a los quinceañeros, bodas y bautizos. Tampoco en busca de sueños de turista neo primitivista. Regreso en busca de mis viejas amistades, los que se quedaron en el pueblo. Me oyen y callan ante los silencios. Otros, los que se fueron a estudiar a la universidad, me evitan: se visten de guayaberas, arquetipos, casados, padres de nenes y nenas muy monos, viven en las mejores urbanizaciones del área metropolitana de la ciudad capital: San Juan.

Otros andan justificando sus miedos y prejuicios. Se amparan con un libro que fue escrito hace miles de años, lejos de las nuevas fronteras. Son los antiguos quienes pueden tener revelaciones. Mis preferidos, que son muy pocos, se mudaron a Santa Rita en Río Piedras, barrio de intelectuales y artistas, o al igual que tú, a Paris o a Chelsea en Nueva York. Allí me dejé crecer los pelos, marché en los desfiles pro derechos de los homosexuales, viví en comunas y no me pongo guayaberas. Ellos, distinto a los neo-románticos, ni oyen música, ni a Serrat. Tú te encerraste en tu casa, tus pinturas.

- Tu voice mail de nuevo. Contesta. Debe ser por culpa del súper ego o es que andas con el vecino del quinto piso. ¡Por Dios!, que es hetero. Te pareces a los neo primitivistas que se quedan en los bares de Mont Royal o Loisaida, hoy East Village;  soñando con pajaritos preñados. ¿Hetero?, por Dios. Oye la letra, '..... this songs of freedom...... all I ever have.......'

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