Baldosas cargan la memoria de los dos cuerpos, "almas que en el mundo, había unido Dios", en un continuo baile: en blanco y negro, las del apartamento en el antiguo edificio del San Juan de antes, opacas, envejecidas, despintados azules; Montevideo, alumbradas por el tibio sol austral; Veracruz, puro concreto, sin losa, cepillado por el tiempo, y los bailarines en la plaza llena de palmeras: "Dos almas, que se amaban, eso éramos tú y yo".
- ¿Bailamos?
- Sí.
Losetas sobre las cuales "quedan alegrías para darte", durante "mil noches de amor que regalarte", de nuevo nos llevan con sus recuerdos a frotar cuerpo con cuerpo, respirar lentamente, palpitar en conjunto, acariciar las espaldas, mojar los pelos, repetir en voz casi inaudible: "ámame por piedad yo te lo pido"; "..... a las estrellas", ".....donde nadie nos ve".
-¿Quiénes cantan?
- Lucecita, Valeria Lynch, José Feliciano.
- ¿Para decir adiós?
- No. ¿Bailamos?
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