A las cuatro de la tarde, la luz palideció a las dos sombras. Entre arbustos, dunas coronadas por un pelo negro -un cuadro, un calco, trazados por David Hockney-, un rostro se confunde con la arena. La playa quieta, tranquila: San Luis no grita, no es Punta. Del oeste llegan los rayos de oro, mecen la marea. El rostro desaparece, se esconde, arrodilla. Otro cuerpo alza su cabeza, combina los matices de la tarde. Con San Luis de fondo en la Atlántica playa, los gemidos acompañan el susurro de las olas.
GTR 17/11/2014
Friday, January 6, 2017
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