No hablaba español, el decano conocía algunas palabras. Nos las decía, y se reía, era tanto el gusto que sentía, se reía. No se daba cuenta de lo tonto que lucía. Su petulancia y sentido del “yo” más idolatrado por la historia (como muchos gringos de su etnia y religión) no lo permitían aceptar lo mediocre que era como académico y administrador. Algo sabía: conseguir dinero y escribir libros de texto para “high schoolers”. El buscón era el decano de la escuela de educación; y con todo y lo mucho que se jactaba de su cultura -no podía reconocer su ignorancia-, sin pizca de raciocinio, nos preguntó a unos académicos mexicanos que visitaban el College y a dos puertorriqueños que hablábamos con ellos, que si nos entendíamos. Esto no ocurrió en el 1898. Esta joya de la cultura intelectual y del liderato pedagógico en un barrio con una población numerosa de latinos, en la Escuela de Educación de CCNY, ocurrió hacia el 1995-6, después de que muchos de los profesores de español en CNNY fuesen puertorriqueños. Por otro lado, sus discursos en la reuniones de la facultad defendían contundentemente los estándares más rígidos en la academia, examinados con pruebas normalizadas, elaboradas por compañías y editoras para las cuales -no es de dudar- el decano trabajaba escribiendo items para los exámenes.
Tuesday, May 15, 2018
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