Saturday, May 19, 2018

FUNCHE EN LAS COLONIAS

Funche es el nombre que se le da en Puerto Rico a un plato hecho a base de harina de maíz, agua, aceite y sal. No es un plato que requiere muchos ingredientes ni que sea muy difícil prepararlo. Se come en otras islas del Caribe, y en las inglesas se le conoce como "fungi" y en Nigeria como "fufu". Su nombre al igual que su origen es africano. Lo que distingue este plato de otros platos de la cocina puertorriqueña es su valorización por parte de ciertos sectores de la sociedad en la isla de los encantos. Hay quienes lo añoran como acompañante de un buen caldo de pescado, otros juran que no lo conocen, otros lo desprecian y algunos lo rebajan a una comida de pobres.

En una entrevista sobre la cocina criolla, a una señora de clase media en San Juan se le hizo difícil pronunciar la palabra, lo llamó harina cocida. Una estudiante de literatura en la UPR sostenía que en su casa esa comida se le servía a los obreros, y lo decía con desdén, hasta que se le preguntó si le gustaba la polenta. Sus ojos se abrieron de entusiasmo cuando dijo que le encantaba; cambiando de actitud cuando oyó que la polenta, al igual que el porridge inglés, era un tipo de funche.

Cómo se responde al ambiente y sus diversos elementos, y qué significado se le da a esos “significantes” que se encuentran en un entorno en particular, no solo refleja los gustos de tal o cual persona; sirve de medida para establecer qué ha sido valorizado por la educación a la cual cualquier persona ha estado expuesta. En los casos anteriores lo africano en Puerto Rico, al igual que en otras colonias donde se esclavizó a esta población, ha sido desvalorizado o reducida a la música o baile, lo exótico -lo taíno, a lo mitológico-, apéndices en la historia y desarrollo de la sociedad puertorriqueña. Lo español y estadounidense son mirados con detenimiento y hasta glorificados.

CCNY: en una clase sobre didáctica en la cual uno de los temas consistía en explorar la relación que existe entre el ambiente material y el aprendizaje (teoría y prácticas en torno a cómo y qué aprenden los estudiantes en sus hogares, comunidades, en las escuelas primarias), los estudiantes latinos, caribeños en su mayoría, reían nerviosos cuando se les asignaba la exploración de los plátanos como artefacto científico, económico, cultural, histórico y su relación con el desarrollo del niño caribeño. Esta muy obvia e incómoda reacción no ocurría cuando exploraban manzanas o peras. Nunca exploramos el funche, pero no es de dudar que la reacción entre puertorriqueños hubiese sido parecida.

Esta fragmentación, censura y estigmatización de ciertos aspectos de la historia en PR toma un giro más crítico en los Estados Unidos, donde es la historia completa la que es distorsionada o en muchos casos, motivo de burla, despreciada. Un joven intelectual,académico  niuyorican (puertorriqueños criado en los EEUU) no entendía la reacción de ciertos sectores de la población puertorriqueña ante la negativa del Presidente Obama durante sus dos visitas a la isla a comer comida criolla y de la relación que existe entre el paternalismo que proyectan los líderes de los EEUU hacia la sociedad puertorriqueña y sus posturas políticas. El joven en tono de burla sugirió que le sirvieran arroz con gandules. Su respuesta no es nada distinta de la de otros puertorriqueños quienes desprecian cualquier símbolo que esté ligado a dicha población; y este desprecio es resultado de lo que se aprende o desconoce. El comer o no la comida era sintomático de una percepción más profunda, más complicada que no se puede reducir a un plato de arroz con gandules, pero que sirve de significante para conocer cómo se percibe la nación puertorriqueña.

(Por cierto, Obama prefirió comer en una cafetería española, donde históricamente se han negado a contratar puertorriqueños; y aunque el lector no lo crea, se encuentran muchos negocios que practican la discriminación de forma descarada en PR, algunos prefieren contratar extranjeros por razones económicas y en otros no contratan gente "muy de color").

De modo que, aquellos que se atreven a comer funche, llamarlo funche, apreciarlo como un gran representante de la compleja historia del Caribe, y de ser educadores, integrar el tema en sus clases, se merecen un premio: un plato de funche junto a un buen caldo de pescado.

(Para los otros, los colonizados que se burlan del arroz con gandules, pues que coman lo que les venga en gana y les satisfaga el "estatus")

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