Tres: el primero fue el poeta peruano, deprimente sin salida de su obscuridad; el segundo, el narrador colombiano, irreverente y tan sincero que, fuera de su narcisismo, apaga cualquier posibilidad de criticarlo; el tercero, el contador paraguayo, tortuoso y diestro en su capacidad, como buen chanchullero con estadísticas y números, para conquistar y hacer creer que dice verdades absolutas. Al primero lo conocÍ en la secundaria -viajé con él por los Andes, decubrí la soledad del atiplano-; al segundo, en la universidad -caminamos juntos por los parques de Medellín, rodeados de miseria-; y al tercero, en la academia de la calle donde se curte el buen cuero existencial, y aunque él no sabía nadar, nos bañamos desnudos en el Paraná. Cada uno me enseñó a amar.
Tuesday, May 29, 2018
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