Wednesday, December 19, 2018

POR LO QUE DIGAN DE UN VIEJO Y SUS PANAS

Ellos no usarían “pana” para referirse a los amigos con quienes “janguean”. Tampoco dirían “janguear” si van de fiesta, tragos y humos enervantes. Uno tiene 35 y el oro 36 años que nos separan por cuarenta. Con todo y esa diferencia en edad, son dos de mis mejores amigos; y uno es hasta compadre; el otro se asegura que yo vaya a bautizos, fiestas de cumpleaños y oiga historias sobre su hijo. Ambos heterosexuales y yo en estos momentos setentones, completamente casto. No son tipos con complicadas visiones de la sexualidad, la vida; capaces para comprender sin juzgar, con andanzas personales, relatos vividos que dejan chiquititos a los cuentos de pícaros medievales. Uno en Quebec. El otro en Santurce. Dos muy buenos amigos que ríen con gusto cuando cerebros cuadrados atomistas concluyen que yo soy un viejo gay con dos chulos; algo que también me ha pasado con mi sobrinonieto, de la misma edad, pero en bares gays; y allí él se ha encargado de aclararlo -”Oh no, he is my grand-uncle”- para luego abrazarme en el bar y reírnos. Mis “panas” heterosexuales, si lo perciben, me lo dicen y también se ríen. Como están tan seguros de su sexualidad y capacidad para defenderse no se “preocupan por lo que digan”.

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