Sunday, January 5, 2020

SELFIE #2: INTERTUALIDAD

Doña Fructuosa fue retratada en un gran salón de algún palacio barroco en Lima, jugando un papel protagónico, junto a otras figuras situadas en primer plano, representadas a tamaño natural: una pintura realizada al óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones; formado por tres bandas de tela cosidas verticalmente. El punto de fuga de la composición se encuentra en un foco de luz que está cerca de un personaje que aparece al fondo abriendo una puerta y un espejo que refleja las imágenes de dos señores con piel color cobrizo, pelo negro y ojos oblicuos, vestidos con ropas europeas de la época. Con esta técnica el pintor (de acuerdo a algunos críticos, el hombre abriendo la puerta es el pintor de la pieza) consigue hacer recorrer la vista de los espectadores por toda su representación, para sugerir, de acuerdo a algunos historiadores, que lo que el cuadro suponía representar no era tanto un retrato familiar; mas bien, era una premonición de los eventos que vendrían después. En el lado izquierdo, ángulo inferior, de la pintura se observa un lienzo recostado sobre una pared que reproduce lo representado en el cuadro “Doña Fructuosa”, y sobre parte del mismo, dos siglos más tarde, el fotógrafo del selfie añade su perfil al de los otros sujetos, y retrata la nueva composición: una foto transforma el original. El pintor anónimo de principios del siglo XIX se anticipó al realismo de la fotografía; y abrió el camino para que el fotógrafo del selfie reinterpretara el cuadro; reconstruyera la historia. 

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