El selfie incluía un mojón como los que aparecen en las fotos tomadas en cabinas de feria -en sí mismos, copias de los que indican en las carreteras los kilómetros: amarillos, azules, rojos-, que eran usados por los fotógrafos ambulantes hasta los sesenta del pasado siglo, viajando de fiesta patronal en fiesta patronal, como "props” para comunicar distintos mensajes: “te quiero, a mi madre, para ti, soy tuyo”. Cincuenta años más tarde, el mojón del selfie, hecho en casa, color anaranjado, tiene un mensaje escrito en mayúsculas y negritas. El sujeto en la foto agarra con la mano derecha el móbil, se restrata: un hombre cuyos ojos lucen asombrados, un cuerpo recto, rígido, estirado, una cara seria, el pelo negro azabache aplastado con brillantina, viste una camisa blanca almidonada, planchada a nivel de filo de navaja, y un cigarrillo que le cuelga del borde de los labios, la mano izquierda descansando sobre el mojón que dice: "No me olvides".
Thursday, January 2, 2020
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