Primer selfie. 1:00 p.m.: El conjunto formado por el encuentro de vientos y nieve, en un continuo remolino, extiende sus extremidades por un enorme espacio, a la vez que baña el cristal de la ventana, sirve de fondo y bordea la cara sonreída frente al dispositivo.
Segundo selfie. 8:00: Se acerca la hora de la llegada, y la espera obliga a probar hierbas enervantes, degustar vinos, aceitunas, galletas, sardinas, arenques y quesos, junto a los porros y sus atenuantes efectos.
Tercer selfie: 12:05 a.m.: Caras arrebatadas, una mesa llena de sobras, botellas de vino y copas, papel bambú; triunfantes, los vientos, la nieve y el flash, sonríen.
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