Durante mi último y poco
agradable semestre en el Citi College de NY tuve de frente a dos grupos de
estudiantes, reclutados en las zonas suburbanas de los EEUU para trabajar como maestros en los barrios
latinos de la ciudad. La mayoría de estos jóvenes eran blancos clases-medias
que hablan estudiado español en las universidades de los EEUU. Uno de estos dos grupos pude domar. Al segundo,
colonizado al fin, los mandé para el infierno (luego les cuento). El primero tomó
la asignatura que yo dictaba sobre el aprendizaje y enseñanza de la
lecto-escritura en español en las escuelas bilingües primarias.
Puesto que durante mis anteriores
años académicos mis estudiantes eran todos latinos, no estaba preparado para
lo que encontré en las "interacciones" a princiopios de clases, las primeras reuniones del
grupo. Fluentes y muy seguros de sí mismos, los "sububarnos" se quedaron con las discusiones en
clase. No tenían dificultad en entender las lecturas académicas, temas, teorías
y prácticas que allí se discutían. Los latinos, jóvenes inmigrantes pobres, graduados
de colegios y universidades públicas de la ciudad, eran opacados por aquellos
muy seguros y sofisticados estudiantes.
Sin dejarle saber lo que había
observado, para evitar lo que se estaba dando en clase: el control de las
discusiones y la segregación en grupos étnicos, para la tercera semana transformé
la estructura y enfoque de la clase y los puse a discutir las lecturas y proyectos en grupos pequeños.
Con el resultado que durante esa tercera semana los clases-medias suburbanos,
una vez más, se quedaron con las
discusiones. Todavía no quería abordar el problema públicamente y para la
cuarta, mi muy didáctico genio creador me sugirió que los pusiera a leer y
luego a discutir cómo integrar en sus aulas los poemas afro-antillanos de Guillén, Cabral y
Palés Matos.
Fue en ese momento cuando los jóvenes latinos, en su mayoría descendientes
de dominicanos y puertorriqueños se quedaron con el piso. Con ellos no había que
discutir las funciones estilísticas, morfológicas, sintácticas, léxicas, significativas
de la muy palesiana “Tembandumba de la Quimbambas”, meneando “masa con masa” sus
grandes nalgas, “culipandeando por la calle antillana”, o que el “bembón” de
Guillén no se tiene que quejar porque “Caridad
se lo da to, to”. Y allí, el “to, to” de Guillén despertaba la risa y obligaba
a menear sus hombros a los caribeños mientras los “clase-media” suburbanos,
mimados y reclutados para salvar a los “people of color” no sabían de qué
carajo se hablaba, ni podían leer al ritmo de una plena, una rumba o un son.
http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2012/10/textos-y-estudiantes-peripateticos.html
3 comments:
Te la devoraste, Gerardo. Indirectamente, les diste una lección de las "inteligencias múltiples".
De eso se trata, y gracias por leer y compartir tus opiniones.
Comentario escrito por Carlos Canales:
"¡Qué buen articulo para discutirlo con los que saben muchísimo!, y en realidad no saben “na de na”. Eso quiere decir que un estudiante con un excelente promedio académico puede impresionar a la academia y a los académicos; pero se necesita algo más que no se puede enseñar; lo intuitivo que está en la cultura de los latinos, lo sepan o no, lo reconozcan o no. Más que un asunto del intelecto es un asunto del entorno, por eso hay notables académicos que se quedaron rezagados y opacados por los que aun que no dominan los conceptos gramaticales, dominan la substancia de la que se nutre la literatura. Las teorías son teorías y no leyes permanentes."
Carlos
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