Despertó bañado en sudor, se agarró los testículos, estaban allí, intactos. Feliz, en camino al gran estadio de los Yankees, a ver a sus queridos jugadores en la final entre el mítico equipo y los visitantes, para luego ir a su cita con el médico, y que le examinara la próstata; orinar se le estaba haciendo difícil, le dolían las pelotas.
Monday, April 4, 2016
EL PELOTERO DE LA TERCERA EDAD
No pudo gritar, se ahogaba, cuando el bate le dio a la bola, y vio su vuelo sobre la iluminada tabla de anotaciones, al final del estadio, para luego caer al otro lado; abandonaba el equipo, sus queridos compañeros, la celebración del triunfo, las botellas de champán que bañaban los hermosos y delineados cuerpos masculinos; la gritería del público.
Despertó bañado en sudor, se agarró los testículos, estaban allí, intactos. Feliz, en camino al gran estadio de los Yankees, a ver a sus queridos jugadores en la final entre el mítico equipo y los visitantes, para luego ir a su cita con el médico, y que le examinara la próstata; orinar se le estaba haciendo difícil, le dolían las pelotas.
Despertó bañado en sudor, se agarró los testículos, estaban allí, intactos. Feliz, en camino al gran estadio de los Yankees, a ver a sus queridos jugadores en la final entre el mítico equipo y los visitantes, para luego ir a su cita con el médico, y que le examinara la próstata; orinar se le estaba haciendo difícil, le dolían las pelotas.
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