"Los puertorriqueños hablan español mestizo" (Rey de España)
"Puerto Rico no es parte de Hispanoamérica" (Director del Instituto Cervantes)
Se comenta entre ciertos círculos puertorriqueños que una vez más el Departamento de Educación de Nueva York va a traer españoles para que le enseñen español a los estudiantes de las escuelas públicas en la ciudad. Y en principio, este proyecto tiene sus méritos, pues enriquecer las experiencias educativas con historias y personas de distintas partes del mundo debe ser parte de toda actividad escolar. Mas esto no debe ser confundido con el imponer modelos, normas, códigos, lenguajes y formas de significar el mundo sobre aquellos que son considerados como seres que no tienen esa capacidad o que no saben manejar la que tienen. Ese motivo ya no es enriquecedor, es colonizador y está fundamentado en una visión racista o distorsionada de los que son blanco de esas experiencias. Y los puertorriqueños en Nueva York como en Puerto Rico, sabemos muy bien lo que eso significa; y si tiene dudas, pregunte a muchos jóvenes puertorriqueños en Nueva York, por qué dejaron de estudiar el idioma. Y si tiene dudas, pregunte sobre las experiencias que tuvieron muchos padres y compañeros maestros con el grupo de educadores españoles que una generación atrás fueron traídos por el Departamento de Educación para enseñar en los programas de educación bilingüe.
Otra pregunta surge: ¿por qué no provee recursos el Departamento de Educación para lograr que más jóvenes puertorriqueños estudien español y pedagogía, y así ayudan a miles de jóvenes que aspiran a ser maestros en sus comunidades? ¿No será que la infundada idea del Rey de España (nuestro español es mestizo) y el muy irrespetuoso comentario del director de Instituto Cervantes (no somos ni una colonia, ni tenemos identidad hispánica) son las que subyacen el proyecto?
Nuestra historia es nuestra historia, nuestra versión del idioma (como lo son las muy particulares formas de pronunciar el español en el sur de Suramérica, o de conjugar verbos, o de llamarle a las cosas por otros nombres, o de integrar indigenismos en sus vocabularios, o lo que sea que distingue sus regionalismos) representa esa historia y la misma está demasiado llena de sutilezas, verdades políticas escondidas e irresueltas, letras que recogen vivencias muy particulares, que ningún extranjero puede manejar con un cursito en Madrid o en el Instituto Cervantes.
Nuestra historia es parte de la historia de Latinoamérica, su colonización y desarrollo. También es parte de nuestras vidas en los Estados Unidos, y esa riqueza histórica, para ser compartida, nos necesita, no como objetos para ser educados, sino como guías en el proyecto educativo de todos los puertorriqueños. Hace tiempo que nos propusimos el no seguir siendo esclavos, aunque Puerto Rico siga siendo una colonia. Queremos ser agentes activos en nuestra educación. A otros se los recibe con la hospitalidad que nos caracteriza, pero no podemos permitir que nos sigan colonizando, despreciando nuestras muy particulares formas de significar el mundo y de trabajarlo.
Espero que lo que se comenta no se convierta en una práctica que ya le hizo mucho daño a nuestros jóvenes. Oiga, que hablo por experiencia propia, que lo que oí cuando trabajé en Aspira, el Distrito 7 del Bronx como maestro y "lecturer" en CCNY, de boca de estudiantes y compañeros, me pone los pelos de punta, respinga mis orejas y tuerce el hocico, aunque no me calla. El asunto no es enriquecer nuestras experiencias ni tampoco expandir nuestros conocimientos lingūísticos. El asunto es quién lo hace, cómo y por qué.
Tuesday, April 5, 2016
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