Durante épocas cuando los derechos civiles eran pisoteados por las fuerzas racistas en los EEUU, y frente a un nacionalismo macartiano, nuestros antepasados -muchos de ellos con poca escolaridad pero muy comprometidos con su historia e idioma- fundaron organizaciones en los EEUU -de las cuales se benefician otros que hoy tratan de relegarnos a un segundo plano, o continúan como el Rey de España y el director de el Instituto Cervantes, descartando nuestra identidad y logros*-, levantaron instituciones y programas que lucharon y luchan por la valorización, aceptación de ese idioma, y su uso en la vida oficial del paìs; y debemos honrar su trabajo.
Nuestro español ha sido defendido "contra viento y marea", y no por asuntos de normas o estándares académicos solamente; por lo tanto, no puede ser reducido a reglas y controles, mucho menos que se use como instrumento para desplazar nuestro papel en su desarrollo y enseñanza, o negar su historia como parte de la comunidad puertorriqueña en los EEUU. Es hora de que nos encarguemos de la educación de nuestros jóvenes para que no se conviertan en marionetas de aquellos que desconocen las luchas, tropiezos y logros de los puertorriqueños en los EEUU, y para que nuestra gente conozca su cultura y lenguaje desde adentro, y no como un apéndice de otro país, ni como una aberración lingüística. Es nuestra historia y es nuestro idioma.
*Es bueno aclarar que no solo el Rey y el Cervantes desvirtúan nuestra historia, algunos intelectuales puertorriqueños han ayudado a distorsionar la realidad de los boricuas en los EEUU. Véase los relatos Pollito Chicken de Ana Lydia Vega, y La Guagua Aérea de Luis R. Sánchez, entre otros, para tener una idea sobre este asunto.
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