Saturday, February 9, 2019
EGO Y SUPER EGO DE UN PICA PLEITOS VESTIDO DE PATRIARCA
El joven talentoso y con una capacidad intelectual privilegiada no había logrado sobrealir en su campo; era esclavo de un superego y como tal no podía crecer más allá de los controles maternos. El rol impuesto desde afuera por una madre soberbia, bíblico dogmática y poco culta, no lo permitía ser un ente autónomo y claro en sus ideas. No era el iluso y megamaniático Alejandro el Magno, hijo de Olimpia de Epiro, ni el pomposo e inconsecuente militar Alejandro Farnesio, hijo de Margarita di Palma, tampoco era Hamlet y su madre, la siniestra y doble cara Gerturudis. Era un hombre más sin biografía sobresaliente, más allá de su aburrida vida moviendo documentos en un pueblo perdido en la historia. De vez en cuando, proyectaba su inseguridad como faldero, dependiente: hablaba con autoridad, daba órdenes contundentes que no asustaban ni a un pollo, y jugaba a ser patriarca; inflaba su ego, rellenado inmediatamente, reemplazado por el de su madre.
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