Sunday, February 24, 2019

MAESTRA COOPERADORA DE ESPAÑOL EN UN SALÓN MULTIEXPRESIVO EN WASHINGTON HEIGHTS

La maestra que corrige; modelo para no ser reproducido

La muy eficiente, pero nada sabia maestra tenía a sus estudiantes rellenando blancos en oraciones descontextuadas (que la china no se chupa todo el tiempo, ni tampoco el bebe es un traga absoluto), escogiendo la mejor contestación en ejercicios de selección múltiple, en  libros programados por equipos en editoriales, conglomerados corporativos.

La muy eficiente maestra piensa que así se enseña el lenguaje. Ella, eficiente en su manejo de reglas y normas, no lo era en su manejo de las ideas sobre el lenguaje, la escritura, la literatura y los procesos que viven los grandes autores, las sociedades. 

Me tocó observarla -nunca fui fanático de necios ejercicios conductistas, fuera de un contexto más amplio, una narrativa más profunda, abarcadora-, y me moría de aburrimiento. Ella se creía -se cree y la creen, pues es muy seguro que sigue trabajando con los practicantes/internos- que era/es la máxima potencia de la docencia. Ante mí, era una maquinita de reglas sin son ni ton, y una fuente de destrucción de la dinámica vida del lenguaje; y de las vidas de muchos y talentosos estudiantes; aquellos que distintos a Cantinflas -ahí está el detalle- disfrutan y conocen las partes cuando están, las reconocen, dentro de un todo.

La muy eficiente y enfundada maestra pasaba de un ejercicio a otro, de una norma a otra sin nunca preocuparse cómo pensaba o qué pensaba aquel estudiante, que aunque erraba de vez en cuando, tenía una voz propia, una poesía en su idioma. Estaba tan alejada del idioma vivo en voz y mentes particulares -esas que que responden a historias distintas, entornos culturales diversos, que se pasaba corrigendo la pronunciación. No dudo, que creía en el absurdo que sostiene: la letra es una copia exacta del fonema y que hay que aprender a pronunciar bien para poder aprender a escribir o leer "con crrección y propiedad". Las voces propias, auténticas,  eran calladas, De esos observé unos cuantos, pero ella no los entendía ni podía integralos dentro de un modelo teórico y humano más abacardor, bien fundado. 

Los continuamente corregidos no volvían a participar. Aquella eficiente maestra no podía encontrar la lírica, el genio, las más creativas facultades de sus jóvenes. Andaba preocupada por pasar exámenes, que de por sí, no buscan quiénes son los futuros verdaderos maestros de la lengua. Ella no era una de esas grandes maestras. Era una burócrata del lenguaje; un instrumento del sistema. 

La observé durante todo el día, y en un momento la vi buscar en un diccionario la ortografía estándar de una palabra. Ella se podía dar el lujo de tomarse el tiempo, usar los recursos habidos y por haber, para confirmar cómo se escribía tal palabra, dónde se ponía tal coma, pero sus estudiantes no tenían ese lujo. Un círculo rojo, y la degradación de las calificaciones, de la auto estima del estudiante, y peor todavía, una depravación de cómo viven y crecen los idiomas y escritores. 

P.D. Iglesias, Ferreiro, Freire, entre otros, sugieren que estos maestros reproducen, conscientes o no, los intereses del sistema económico político y de clase vigente, y que lo hacen a través del idioma mismo. Y que estos sistemas están claritos en cuanto a sus intenciones e intereses, aunque algunos sean más abiertos a la crítica que otros. Negrón de Montilla documenta y discute las tramas y planes de los EEUU, comenzando a mediados del siglo diecinueve, mucho antes de la guerra hispanoamericana,  en torno a la invasión y neo-colonización de Puerto Rico. Las escuelas no son un accidente histórico plantea Marrou en su libro sobre la educación en la antigüedad, antes y principios del Medievo europeo. ¡Lean, carajo!,  y luego ponen comas, comillas y puntos suspensivos; pero no llenen blancos solamente. Escriban narrativas completas, que de eso se trata el lenguaje. 

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