Dentro de los muchos temas que la literatura, teatro, cine, pintura recrean o exploran, está el “continuo estar a la defensiva”, por parte de los hombres y mujeres homosexuales. Documentan lo que hacen los distintos protagonistas en el relato. En páginas o pantallas o lienzos, son presentadas las herramientas que usan distintos miembros de la sociedad e instituciones para crear ese estado, "defensas trepadas", que incluye miedos físicos, morales, discursos pseudocientíficos, tratados legales, y así continuar con la persecusión; incluyendo la difusión de “mensajes sutiles”. Sin evidencia, sugeridos, usados para crear climas adversos, pueden llegar hasta el genocidio -la Alemania Nazi o los asesinatos de gays falsamnte acusados en otras partes del mundo-. O como, cuando, en comunidades más rebuscadas, a un individuo en particular, poco a poco tratan de destruirlo emocionalmente. Hace años, los grafitis contra un presidente de una universidad que no eran ciertos ni tenían nada que ver con los asuntos de su trabajo, lo llevaron a renunciar y abandonar la esfera púbilca, para vivir en un mundo tras bastidores, las sombras. Los que apelan a esa estrategia tan sublime como tóxica, no son tan brutales como pueden ser los grupos que apedrean o ahorcan, solo desean crear una cuarentena que lleve al homosexual al encierro permanente o al suicidio. Algunos, con la frente en alto, dan cara, luchan, educan, informan, amparados en distintas estructuras y aliados, acostumbrados a las cuarentenas, responden. Tengo un amigo sudamericano que ha estado bajo acoso, chistes y chismes, en su trabajo que lo llevaron a una depresión clínica. Con ayuda de abogados y grupos de apoyo armó su defensa, y logró una orden de alejamiento y cambios de empleados en las oficinas. Mis experiencias personales, lo mismo en City College como en Guayama, no han sido lo que le deseo a nadie: llenas de maldad por pura maldad, desagradables. Ante el camino que es de uno, pues a caminarlo, aunque traten de "acuarentenarlo".
Thursday, April 30, 2020
Wednesday, April 29, 2020
CUARENTENA DE LOS AMANTES
Tomaron la clase juntos. Durante las quince sesiones del curso Textos y cuerpos políticos, ofrecido por el nuevo programa de estudios sexuales en Humanidades -la muy perseguida y marginada facultad de la UPR-, discutieron posiciones encontradas en cuanto al individuo versus el grupo histórico, emancipación y comunidad, el amor como fuente teórica. Cualquier hijo de las islas puertorriqueñas hubiese palpado de inmediato que la distancia creada por las diferencias, causadas por las crianzas -uno en una finca cerca de Adjuntas; el otro en un condominio de las altas clases medias en Miramar- no importaban, ya que los ojos de un hombre deseando a otro no mienten; ni aunque cambien la mirada y la enfoquen hacia el exterior, los estudiantes que suben y bajan por los pasillos marcados por las huellas de tal o cual académico sabio o laureado poeta; algunos, y que hasta fueron amantes. .
Las primeras reuniones, después de clase, en una librería café en Rio Piedras, junto a compañeros del curso, aspirantes a serios narradores de la vida, analistas y críticos de Ramos Otero o Foucault, idealistas y pragmáticos, teoría qüiar o colonialidad e intersección, sirvieron para dar el próximo paso: “¿Vamos al Tía María?”; “¿A Santurce?”; “¿Nunca vas por Santurce?”; “A veces”.
Último semestre de ambos, graduaciones en Ciencias Políticas y Pedagogía, planes: “Tengo una beca para hacer la maestría y doctorado en España”; “Aprobé los exámenes para la certificación y ya conseguí la licencia para trabajar como maestro de ciencias”; “Me puedes venir a visitar”; “Con dos hermanos más chiquitos y los viejos en los cincuenta, lo veo difícil”; “Me estoy enamorando”.
Ambos conocieron las familias, amigos en común, cenas en la ciudad y visitas al campo llenas de confrontaciones regionales, raciales, socioeconómicas, paternalismos metropolitanos, desdén jíbaro: “Sin el diminutivo. Sí soy del centro de la isla, de Adjuntas”.:
El muchacho de pelo negro, lacio, más largo que lo de moda entre sus iguales estilizados por Ricky Martin, estaba en guardia frente al hombre delgado, alto, metal de voz con toques impositivos, santurcino, tonada de chico burgués de San Juan; un parlanchín que primero había contado sobre sus estudios en la secundaria de la UPR, la UNAM, disertar sobre la fundación de Santurce por esclavos que fueron liberados por el Reino de España. El tercero en el grupo, enamorado al fin, sonreía ante la crudeza y franqueza de su deseado y le era obvio que su amigo no aprobaba su relacióncon un chico tan jíbaro y algo cerrero en su forma de ser; y peor, sentir que su cómodo mundo se derrumbaba.
“Lo de jibarito es un poco ofensivo si eres un jíbaro de ochenta años”; “Como cuando hablan de aquella negrita joven o vieja"; “Santurce no existía para esa época, y fue un terreno otorgado por el Reino para formar un poblado, y no el hato completo, que pertenecía al rey”; “Qué paz se siente aquí”; “Te vas a estudiar a España”; “La finca produce pero sin el salario de mi esposa no pudiesemos sobrevivir”; “A veces, pocas, vamos por asuntos médicos, especialistas”; “Mis padres nacieron en Santurce y yo, y mis tres hermanos”; “La finca era de mis abuelos, antes de mi bisabuelo, en terrenos heredados de sus padres, que fueron concedidos como resultado de la Cédula de Gracia”; “El café es de sombra”.
Un romance cuyos amantes lo viven sobre planos distintos, necesariamente, no pierde la pasión; existe en una dimensión despreocupada por el futuro. Noches en la playas, fines de semana sin salir del cuarto en el hotel, fiestas, despedida: “Sales en dos semanas”; “Vas a dar clases en Utuado y viajas todos los dias”; “Nos vemos en Navidades”; “No voy a poder viajar en esas fechas, los viejos van a pasar las fiestas en Madrid”; “No entiendo por qué tienes que quedarte para ayudar a tus padres?”; “Qué callado estás”; “Me vas a hacer falta”.
Dos huracanes, temblores de tierra, una plaga lleva a los dos amantes a reformular sus planes: regresar a Puerto Rico; abandonar el pueblo, tratar, juntarse de nuevo. Ni las discusiones sobre el Sida, las lecturas, anécdotas, experiencias contadas por algunos sobrevivientes, invitados a la clase Textos y cuerpos políticos; ni las luchas, marchas, idearios, estructuras y consciencias que aquella epidemia generó entre los hombres gays, lesbianas y algunos aliados, prepararon a los dos amantes para la nueva pandemia. Un mes y medio más tarde, acostumbrados a sus nuevas rutinas, estudiadas y discutidas como buenos productos de su generación formada en -por- la teoría qüiar, decidieron explorar, preguntar cómo los gays que vivieron el ser estigmatizados y encerrados, frente a narrativas médicas, morales, obscuras, dirigidas a ellos durante los ochenta y noventas, respondieron ante aquella otra cuarentena.
Friday, April 24, 2020
CUARENTENA DEL FUNERAL
De Philllip Aries haber estado vivo, hubiese tenido que revisar su libro El hombre ante la muerte: "¿Pero cómo explicar la dimisión de la comunidad? Mucho más, ¿cómo ha llegado esa comunidad a invertir su papel y a prohibir el luto que ella tenía por misión hacer respetar hasta el siglo xx? Es que esa comunidad se sentía cada vez menos implicada en la muerte de uno de sus miembros. Ante todo, porque pensaba que ya no era necesario defenderse contra una naturaleza salvaje abolida a partir de entonces, humanizada de una vez por todas por el progreso de las técnicas, médicas en particular.".
La naturaleza ha vuelto al ataque, ella "humanizada", deshumaniza el entorno, revuelve el cómo entendemos estar, ser, partir, despedir. Sigue influyendo, transformando los funerales: luto, ritos, duelo. La comunidad pierde un eslabón, segregada, expresa, comparte a través de una pantalla virtual; separados unos de otros.
De no dudar que este nuevo orden funerario también ha parado una moda que comenzó en Puerto Rico hace unos años; evidenciaba y expandía lo propuesto por Aries en cuanto a la comunidad y el funeral. Descartado el ataud tradicional, los muertos eran preparados para aparecer en diversas escenas y posiciones: una barbería recreada en una funeraria, silla de barbero y el muerto sentado en la misma; una difunta en un sillón frente a un televisor; un cadáver sentado en su silla, jugando dominós sobre una mesa. Los diarios, asombrados, no paraban de documentar los nuevos modos y escenografías armadas por funeriarias especializadas en dicha forma de velar al muerto. Nada que ver con el más allá o la despedida que los vivos quieren sentir durante el velorio, y mucho con registrar el gusto del difunto por la "jodedera" parcelada de la isla.
No todos abandonaron la relación del entierro con el todo que ellos creen nos conjuga. Para algunas comunidades caribeñas, la naturaleza domada no forma parte integral de los modos de ver el conjunto que conforma el ser. No la han eliminado de sus creencias. Obligados a mover la función del funeral, un espacio para ayudar al muerto y otros seres ligados al mismo en su camino por el "dream time", cómo hacen los animistas y espiritistas caribeños para resolver el conflicto creado por tener que "asistir" a un velorio a través de una pantalla, sin comprometer el que ellos (creen) pueden ayudar a las almas que se quedan rondando cerca de los vivos. Cómo harán para hacer sus limpias, espantar a esos seres en busca de luz, el camino. Los ritos caribeños no son explorados directamente por Aries, aunque en el lbro citado, el autor hace referencia a un fenómeno parecido.
La falta de cierta intención y tendencia que Aries cuestiona, "que esa comunidad se sentía cada vez menos implicada en la muerte de uno de sus miembros", la explica, argumentando que la sociedad pasó del luto por asuntos de una perdida del todo existencial e integridad con el resto de la naturaleza, a una nueva función del entierro: cumplidos, mostrar respetos, vínculos sociales. "Nos equivocamos de entierro", dijo mi amiga en voz baja, que no la oyesen los demás asistentes, en el preciso momento cuando el que daba la despedida de duelo terminaba de elogiar al difunto. Ese tipo de rito boricua, el chiste sobre el muerto o sus dolidos, dicho en voz baja en los funerales, ha sido eliminado -por ahora, espero-; no funciona dentro de un velorio virtual.
De no dudar que este nuevo orden funerario también ha parado una moda que comenzó en Puerto Rico hace unos años; evidenciaba y expandía lo propuesto por Aries en cuanto a la comunidad y el funeral. Descartado el ataud tradicional, los muertos eran preparados para aparecer en diversas escenas y posiciones: una barbería recreada en una funeraria, silla de barbero y el muerto sentado en la misma; una difunta en un sillón frente a un televisor; un cadáver sentado en su silla, jugando dominós sobre una mesa. Los diarios, asombrados, no paraban de documentar los nuevos modos y escenografías armadas por funeriarias especializadas en dicha forma de velar al muerto. Nada que ver con el más allá o la despedida que los vivos quieren sentir durante el velorio, y mucho con registrar el gusto del difunto por la "jodedera" parcelada de la isla.
No todos abandonaron la relación del entierro con el todo que ellos creen nos conjuga. Para algunas comunidades caribeñas, la naturaleza domada no forma parte integral de los modos de ver el conjunto que conforma el ser. No la han eliminado de sus creencias. Obligados a mover la función del funeral, un espacio para ayudar al muerto y otros seres ligados al mismo en su camino por el "dream time", cómo hacen los animistas y espiritistas caribeños para resolver el conflicto creado por tener que "asistir" a un velorio a través de una pantalla, sin comprometer el que ellos (creen) pueden ayudar a las almas que se quedan rondando cerca de los vivos. Cómo harán para hacer sus limpias, espantar a esos seres en busca de luz, el camino. Los ritos caribeños no son explorados directamente por Aries, aunque en el lbro citado, el autor hace referencia a un fenómeno parecido.
La falta de cierta intención y tendencia que Aries cuestiona, "que esa comunidad se sentía cada vez menos implicada en la muerte de uno de sus miembros", la explica, argumentando que la sociedad pasó del luto por asuntos de una perdida del todo existencial e integridad con el resto de la naturaleza, a una nueva función del entierro: cumplidos, mostrar respetos, vínculos sociales. "Nos equivocamos de entierro", dijo mi amiga en voz baja, que no la oyesen los demás asistentes, en el preciso momento cuando el que daba la despedida de duelo terminaba de elogiar al difunto. Ese tipo de rito boricua, el chiste sobre el muerto o sus dolidos, dicho en voz baja en los funerales, ha sido eliminado -por ahora, espero-; no funciona dentro de un velorio virtual.
Thursday, April 23, 2020
CUARENTENA DE UN PEDAZO DE LA NATURALEZA DE LAS COSAS
Pero nada hay más grato que ser dueño
De los templos excelsos, guarnecidos
Por el saber tranquilo de los sabios,
Desde do puedas distinguir a otros
Y ver cómo confusos se extravían
Y buscan el camino de la vida.
Vagabundos, debaten por nobleza,
Se disputan la palma del ingenio,
Y de noche y de día no sosiegan
Por oro amontonar y ser tiranos.
¡Oh míseros humanos pensamientos!
¡Oh pechos ciegos! ¡Entre qué tinieblas
Y a qué peligros exponéis la vida
Tan rápida, tan tenue! ¿Por ventura
No oís el grito de naturaleza,
Que alejando del cuerpo los dolores,
De grata sensación el alma cerca,
Librándola de miedo y de cuidado?
Tito Lucrecio Caro. De la naturaleza de las cosas
(poema en seis cantos)
Por asunto de pura casualidad o porque los "nuevaera" tienen razón y los flujos de energías se juntaron, lleno de esperanza, antes y después de ordenar y recoger la naturaleza convertida en sabor verde, intenso, texturas juguetonas, por los que dejan ser guiados por ella, transformada en expresión de amor como lo fue el que sentí cuando saboreaba la alcapurria, llegué dónde el poema. Saber y estar, comer bien, y leer a Lucrecio, ambos encuarentenados.
Wednesday, April 22, 2020
CUARENTENA DE LA ALCAPURRIA QUEMÁ
Ella, emperadora de las frituras boricuas, derivada de la criollización de la cocina, crujiente, tostatida, sabor a verdor, guineo bien verde, jueyes o res o cerdo o vegetales o a saber con qué los jóvenes que regentan, trabajan en la ya emblemática fonda con tintes de hipster santurcino, La alcapurria quemá, rellenarán la masa desparramada sobre una hoja de plátano, tomada de un cuadro por Ramón Frade, este día 22 de abril del 2020, cuando abran sus puertas, después de haber estado por más de cuatro semanas clausurado por Pandemia & Sucrs.
Rellenarla no es fácil. Hay que dejar que la fina masa sienta la res o el bacalao o el juey sin que se rompa. Que el relleno la toque, le añada sabor y no se salga tan fácilmente. Comerla es cuestión de posición y dar pequeñas mordidas.
No hablemos de los tatuajes, cortes de pelo de los jóvenes que atienden, el decor, los bancos, taburetes y olores que hoy comienzan a regresar a La Placita y honran a nuestra fritura nacional -que ella se lo merece-, manteniendo la tradición de las fondas y cafetínes, poniendo nombres populares y que choquen -Agapito’s Place, El último brinco-, a la par que transgrede, La alcapurria quemá: imagen sutil y nada subyacente de la famosa fritura, su vaginal forma. prieta, bien prieta, quemá. Prieta por fuera, otros colores y sabores por dentro.
Tuesday, April 21, 2020
CUARENTENA DE LA CIENCIA
La ciencia occidental tiende a descalificar los conocimientos tradicionales de los pueblos sobre el cuerpo y la salud. Una amiga, feminista entregá en Puerto Rico, asegura que la quema de brujas estaba tan ligada a la iglesia como a dos o tres personajes siniestros que querían controlar la producción y difusión del conocimiento.
Los pueblos no crean organismos y los instalan en los cuerpos de sus miembros; la ciencia occidental lo ha hecho. Esa idea estaba en la mente de muchos durante los primeros años del Sida, y la veían como parte de un plan maquiavelico para eliminar a los homosexuales. El premio Nobel, Dr. Luc Montagnier, dijo públicamente, hace poco, que el Coronavirus fue creado en un laboratorio.
Los sistemas de producción y difusión del conocimiento tienen sus propios códigos, modos y validaciones que imposibilita traducir entre los mismos; y al igual que la ciencia occidental, otros modelos, incluyendo los de sociedades tradicionales, responden a condiciones históricas, éticas, económicas, ecológicas. Algunos modelos guiados por otros esquemas tratan de integrar visiones plurales, diversas.
El medicamento homeopático Prevengho-Vir fue elaborado y “presentado por la Empresa Laboratorios AICA perteneciente a BioCubaFarma—, comenzó a suministrarse en esta primera etapa en la población de los hogares de ancianos, casas de abuelos, hospitales psiquiátricos y centros médico psicopedagógicos, y progresivamente se le suministrará al resto de los ciudadanos en sus comunidades.” (http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2020-04-06/en-que-consiste-y-como-usar-el-medicamento-homeopatico-prevengho-vir).
Monday, April 20, 2020
CUARENTENA DE LA EDUCACIÓN BURGUESA
Especialistas y farfulleros profesionales, psicólogos y trabajadores sociales, educadores y pediatras sugieren, casi ordenan por los medios, distintas formas de cómo pueden los confinados usar el espacio durannte la cuarentena. Actividades y modelos que sirven para entretener, educar, calmar los ánimos.
Una familia -cinco o seis miembros- clase obrera no diestra que vive en Santurce, en un apartamento de dos dormitorios, sala/comedor, balcón/almacén, cocina y baño dificílmente puede llevar a cabo esas actividades pequeñoburguesas, que por más educativas que sean en otros lares, necesariamente no lo son allí. Buena escolaridad no resulta todo el tiempo en buena educación, postuló y explicó Luis Iglesias en su libro Didáctica de la libre expresión.
El medio, dispositivo, la tele revierten las sugerencias, órdenes televisadas; las convierte en parte de sí mismo. El medio es el mensaje (Marshall Mc Luhan) y mueve a los espectadores, terminadas las noticias y horario informativo sobre el estado de la epidemia, a sentir las telenovelas o intercambiar selfies y textos cortos. Las dinámicas entre artefactos electrónicos, intereses personales y metros cuadrados no concuerdan con las sugeridas por los burgueses y sus alcahuetes dando instrucciones de cómo vivir encerrados.
El medio, dispositivo, la tele revierten las sugerencias, órdenes televisadas; las convierte en parte de sí mismo. El medio es el mensaje (Marshall Mc Luhan) y mueve a los espectadores, terminadas las noticias y horario informativo sobre el estado de la epidemia, a sentir las telenovelas o intercambiar selfies y textos cortos. Las dinámicas entre artefactos electrónicos, intereses personales y metros cuadrados no concuerdan con las sugeridas por los burgueses y sus alcahuetes dando instrucciones de cómo vivir encerrados.
Sunday, April 19, 2020
CUARENTENA DE LA MASA
Elías Canetti exploró en sus libros La antorcha al oido y Masas y poder un fenómeno que previamente no fue estudiado con detenimiento: el protagonismo de las masas en las dinámicas sociales y políticas. Las masas que responden al unísono sin chistar o preguntar, llevadas por las estructuras que dan coherencia al inconsciente -dice Freud en un artículo que mi amiga Miss B, psicoanalista alemana, me envió/anexó hace muchos años en un email-, a actuar de acuerdo a unas narrativas interiores que los miembros tienen en común: el hambre, la gracia, el miedo, la necesidad de sentir otro cuerpo cerca, muy cerca.
La cola en el supermercado no era muy larga, cumplía con todos los requisitos impuestos por el Estado y sus autoridades sanitarias. Entramos, compramos, salimos. Una fila de ese tipo en Puerto Rico rompe con una particularidad nacional: el carácter parlanchín de sus habitantes. Como pocos, se entrometen, sin pensarlo dos veces, hasta en conversaciones ajenas en una guagua, un banco de la plaza, entre uno y la cajera en el supermercado. Hoy, no lo pueden hacer como antes, e, incluso, aquellos que rompen con algunas órdenes (he visto en la tele que ciertas colas son menos estrictas) también han ido interiorizando valores, ideas sobre las relaciones sociales; desestructurado los andamios inconscientes que sostienen los ires y venires de la masa.
Saturday, April 18, 2020
CUARENTENA DEL SOFRITO
Cada sofrito responde a cada plato y sus autores, cocineros de profesión o no. Las guerras por el sabor a base de (no todos incluidos en cada sofrito) culantro, cilantro, ají dulce, cebolla, ajo, aceites, mantecas, tocino, achote, sal han llegado a ser razón para divorcios como compromisos de amor eterno. Esas luchas no solo se dan en Puerto Rico. La reputación de un conocido chef francés de principios del siglo 19 fue atacada por todos lados, menos por la calidad de sus salsas que eran tema de conversación; hasta hacían llorar a la aristocracia y burguesía de la época. Los intelectuales y críticos del régimen lo usaron como carne de cañón, armaron toda una historia sobre su persona, siendo su restaurante quemado por las turbas. Una generación más tarde, Balzac delata la injusticia cometida contra el chef. Los sofritos pueden causar placeres, incomodidades y, por causa de la cuarentena, cambio de menú, si la red que provee los suministros a los placeros en Santurce no ha podido traer -para unos gandules guisados con bollitas de guineo- orégano brujo.
Friday, April 17, 2020
CUARENTENA DE LUCY JORDAN
Podía identificar el estado anímico, conceptual de Lucy Jordan (The Ballad of Lucy Jordan por Maryanne Faithfull), a la vez que, aliviado, creía haber escapado de una vida parecida a la de esa mujer clase media, suburbana, entrampada, homogenizada y formada por una narrativa que le explota a los 37 años: se dio cuenta que nunca había viajado por Paris en un carro deportivo. Vivió encuarentenada toda su vida. Al igual que con otras canciones, no creía que mi respuesta a Lucy Jordan cambiaría, hasta este día cuando amanecí con ella en Youtube. De una imagen nebulosa del coche blanco a una donde es una ambulancia la que recoge a Lucy Jordan. Perdido en las luces del “morning sun touched lighly, on the eyes of Lucy Jordan”, endulzaba la historia del encierro mental, dejándome llevar por cierto tipo de tristeza sutil, más saudade que heavy metal, y no el realismo crudo que la vida de esa mujer evoca durante esta otra cuarentena.
Thursday, April 16, 2020
CUARENTENA DEL PAN SOBAO
“No me sobes que yo no soy pan” -en alusión al “pan sobao” puertorriqueño- le decían los jíbaros a los que gustaban de elogiar o decir lo mucho que querían al tal o cual sujeto. Para el jíbaro, eran falsas adulaciones o señas de que se lo podían comer calientito. Algo parecido sentí ante una de las respuestas que recibí después de postear un escrito donde comparo la homofobia y racismo en City College, durante la época cuando surgió el VIH, con estos momentos ante el Coronavirus. Una excompañera -aunque era de ideario liberal, no fue muy solidaria- me escribe, no para explorar mis experiencias o discutir el tema, sino para decirme que “a pesar de todo, ella me recuerda con cariño”. No es o fue la única. Un buen repaso de la literatura que describe, recrea y explica esas relaciones y usos del “poder” entre razas, clases, sexualidades, procedencias o etnias, serviría para colocar este caso dentro de un modelo teórico más amplio. Uno de los constructos en dicha literatura sostiene que hay quienes creen estar en control, al margen o fuera de cualquier crítica, y esta postura no les permite aceptar que hayan sido parte de esquemas racistas, homofóbicos, sexistas, de clase socioeconómica. Tengo suficiente evidencia para comprobar que ella lo fue, elogiaba para luego hornearte y comerte como un buen “pan sobao”.
Wednesday, April 15, 2020
CUARENTENA DE ESCALOFRÍOS
La señora lucía tranquila. De pronto, cambió de pose, encogió los hombros y tembló rápidamente. El estornudo del hombre frente a ella la llenó de disgusto, la movió del estar en paz, disfrutando de la temperatura o las casas o las flores en los jardines o, mientras esperaba calmada, de poder relajarse en una fila a un estado de desconcierto, rodeada de podredumbre. Tan pulcra, bien vestida, de moral intachable o poco cuestionada, no podía ni pensar en ser parte de una red formada por organismos despreciables, sucios, enfermos. Tembló y sintió el cambio, segregación, que el escalofrío trajo a su cuerpo.
Tuesday, April 14, 2020
CUARENTENA DE LOS MEDIOS
Mi amiga setentona no puede ordenar al supermercado porque no tiene tarjeta de crédito. Además, ella jura que está “escaerá”. Por suerte, un sobrino le hace la compra. Yo no ordeno porque prefiero aprovechar la ocasión; dar una caminata y salir del encierro. Casi nadie anda por la calle. Nada nuevo, nunca hubo mucha gente caminando por las calles de Santurce, ahora hay mucho menos; hasta llegar a la esquina poco atractiva, donde está el supemercado más grande de la zona, y ver las filas kilométricas de gente esperando para poder entrar. En cambio, al que voy, localizado en una avenida muy chic, especializado en productos orgánicos y gourmet, van menos clientes y la espera es bien corta. Dejar entrar primero a los mayores de cierta edad ha sido naturalizado en algunos comercios, bancos y el gobierno, dando paso a que el guardia de seguridad me diga: “Puede entrar”. Compro. Salgo y la gente regresa a sus carros. Camino, sudo, paro, sigo, cruzo fronteras de barrios, llego a casa, pongo las bolsas en el piso, descanso, desempaqueto y desinfecto, llamo a mi amiga. Ella protesta porque no le trajeron las especias para el sofrito. Mi dieta no lleva sofrito. Es más sencilla, menos elaborada, no puedo cargar todo lo que se necesita para cocinar lo que mi amiga pensaba preparar: un buen arroz con pollo. Cuestión de medios.
Sunday, April 12, 2020
CUARENTENA DE LA RESURRECCIÓN
Mis lecturas de literatura infantil latinoamericana -cuentos de hadas, aparecidos-, crítica e historia de ese muy fluido campo, empatadas con los textos clásicos europeos y orientales, formaron un marco conceptual que permite ver la misa, entender lo mágico de la resurrección, a la vez que es vivida, sentida en su plenitud. Los cánticos, el incienso, ritos elevan las sensaciones a dimensiones que desplazan la magia. Santa Teresa levitaba, dicen otros.
La resurrección es lo que uno de mis Vallejo -tengo relaciones con tres de ellos: un poeta, un narrador, un historiador- no podía concebir cuando escribió que hay “Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido / se empozara en el alma... ¡Yo no sé!”. De no saber a ser empujado, obligado por el "odio de Dios" o cualquier otra experiencia desestabilizadora, "golpes", a reformular las condiciones que dieron pie a empozar el alma: pasar revista o pasar la página, repetirse o resucitar.
Para los niños, sugiere Bruno Betttelheim, poder resucitar o ser protegido por fuerzas superiores es una de las razones que los lleva a preferir los cuentos de hadas sobre las fábulas. Eso de ser guiado por un ser sobrenatural satisface las esperanzas, mientras que los finales trágicos contados por Esopo, et.al., no. Antes de irse a dormir, los latinoamericanos buscan sentir y entender las posibilidades de la resurrección: narran cuentos de aparecidos.
Para los niños, sugiere Bruno Betttelheim, poder resucitar o ser protegido por fuerzas superiores es una de las razones que los lleva a preferir los cuentos de hadas sobre las fábulas. Eso de ser guiado por un ser sobrenatural satisface las esperanzas, mientras que los finales trágicos contados por Esopo, et.al., no. Antes de irse a dormir, los latinoamericanos buscan sentir y entender las posibilidades de la resurrección: narran cuentos de aparecidos.
Saturday, April 11, 2020
CUARENTENA DE LAS TELENOVELAS
Limitados los espacios; dejados vacíos por el cambio en las rutinas, las tardes en los bares, restaurantes, paseos por la playa, cuarentenados.
Regreso a la antigua pantalla del “not so flat screen”. Veo telenovelas sobre narcotraficantes; tramas interseccionando los gobiernos de distintos países y el crimen bien organizado.
Regreso a la antigua pantalla del “not so flat screen”. Veo telenovelas sobre narcotraficantes; tramas interseccionando los gobiernos de distintos países y el crimen bien organizado.
Temas nuevos, personajes acartonados, igual que cuando aparecían en series sobre mujeres villanas quitando maridos a mujeres buenas; todos bien ricos, con criadas mâs obscuras de piel. Sobreactùan.
Aquellos años mozos, los cincuenta del pasado siglo: los jóvenes “avant-garde” del pueblo nos burlábamos de esas voces estudiadas, cursis, asuntos trillados. Los imitábamos, posábamos y nos reíamos.
Teatralizábamos. No era del agrado de nuestras madres y vecinas que vivían con y casi dentro de aquellas historias y sus capítulos diarios. Después de preparar, servir la comida, fregar, y ver el noticiario, escapaban sus cuarentenas.
Aquellos años mozos, los cincuenta del pasado siglo: los jóvenes “avant-garde” del pueblo nos burlábamos de esas voces estudiadas, cursis, asuntos trillados. Los imitábamos, posábamos y nos reíamos.
Teatralizábamos. No era del agrado de nuestras madres y vecinas que vivían con y casi dentro de aquellas historias y sus capítulos diarios. Después de preparar, servir la comida, fregar, y ver el noticiario, escapaban sus cuarentenas.
Friday, April 10, 2020
CUARENTENA DEL OLFATO
Olía a tabonuco. Alguien, este dia santo de encierros, prendió incienso hecho a base de la resina del mitológico árbol antillano. El robusto y frondoso espécimen es historia y artefacto religioso; fue una vez convertido en canoas, yolas para mover a los arahuacos por todo el Caribe; servía (sirve) como vínculo a otras dimensiones, fuerzas, entidades a través de los sahumerios. Cualquier vecino en el barrio santurcino donde vivo pudo haber encendido tabonuco para cumplir con sus creencias; ayudar a calmar el ambiente tan cargado, pesado; limpiar. El olor entra por el balcón; es intenso, envuelve, mueve y me reduce al olfato.
Monday, April 6, 2020
CUARENTENA DE LO MILAGROSO
Abraham tiene que haber sido el primero en separar los objetos de los valores que les son otorgados; demostró que las estatuas de su padre Taré carecían de poderes extraordinarios. Antes de largarse y coger camino para la tierra prometida, destruyó todos los artefactos que formaban un altar con estatuas, que no solo representaban deidades, sino que contenían la esencia de las mismas. Los católicos no le hicieron caso.
Tantas veces que disfruté sin preguntar, al ver los besos que las beatas le daban a las palmas los domingos de ramos o a los pies de las estatuas de los santos; esta semana de virus, lo milagroso banalizado por el sacerdote que dio la misa en un parking. Roció desifenctante sobre las muy exhuberantes y simbólicas hojas tropicales, antes de repartirlas a feligreses con guantes, mascarillas y bien separados unos de otros, con muchas palmas entre ellos.
Tantas veces que disfruté sin preguntar, al ver los besos que las beatas le daban a las palmas los domingos de ramos o a los pies de las estatuas de los santos; esta semana de virus, lo milagroso banalizado por el sacerdote que dio la misa en un parking. Roció desifenctante sobre las muy exhuberantes y simbólicas hojas tropicales, antes de repartirlas a feligreses con guantes, mascarillas y bien separados unos de otros, con muchas palmas entre ellos.
Saturday, April 4, 2020
CUARENTENA DE LOS LAZOS
Dos semanas o tres más tarde, después de yo ser diagnosticado como seropositivo, un amigo se encontró con ella y le contó sobre mi status. Hacía años que había perdido contacto, aunque me había enterado por otros que ella se había casado, mudado para el Mid West, regresado a Nueva York y dado tremenda fiesta para celebrar la fundación de su empresa. Entendía muy bien que ella era una mujer con aspiraciones a ser parte de la burguesía liberal gringa, y que yo -algo anárquico- no cabía dentro de sus esquemas socioeconómicos. No pensaba volverla a ver hasta que me llamó e invitó a que nos encontraramos para cenar. Lo primero que ví no fue tanto su cara y cuerpo, sino el pronunciado lazo rojo que llevaba en su blusa. Solidaria con la marca en la solapa. El virus de hoy no le permite ser burguesa liberal comprometida -desde el lado opuesto- con el otro, vistiendo un lazo.
Friday, April 3, 2020
CUARENTENA DE LAS FE Y LAS ESTADÍSTICAS
La fe de Santa Teresa de Jesús, “no hay aquí que temer, sino que desear”, empuja a creer lo que dicen sobre la curva que presenta el patrón que muestra el cambio en número de casos infectados por el virus: una vez llegue a su pico, se estabiliza y luego comienza a bajar. Solo empuja, porque la fe de Santa Teresa se fundamenta en creencias que trascienden las estadísticas y estas últimas dependen, en gran medida, de tener fe en la suerte y sus relaciones aleatorias.
El Nuevo Dia reporta en primera plana que un reconocido médico sugiere que el número de infectados en Puerto Rico puede que haya llegado a su punto máximo: la cantidad de casos positivos ha ido disminuyendo. Un crítico le señala que se debe, quizás, a que, por causa de la sobrecarga de pruebas en los laboratorios, estos no han podido analizarlas todas, o que haya más casos asintomáticos que no han sido examinados. La fe en que el doctor está en lo correcto, que todo va estar mejor, se enfrenta a la suerte: se espera que los nuevos casos no den positivo y así comprobar que el doctor ha acertado.
Por más que recojan los bordes de una posible verdad, las estadísticas nunca presentan todos los recovecos de lo discutido. Los organismos no responden de igual manera cuando se enfrentan unos a otros, sino, a mucho más que a las relaciones causales entre dos factores distintos. “Yo sé que ‘association is not causation’, pero según los datos recopilados hay una asociación positiva entre calor/humedad y menos casos por millón de COVID-19”. (Luis Amed Irizarry Quinter0. 80grados.net, 4/2/2020) El calor humano no puede ser medido.
Una niuyorkina super controladora, que, incluso, cuando está perdiendo un argumento apela a postulados y teorías para la cuales no tiene ni evidencia ni fundamento, no podía dejar de insistir en que yo tenía que medicarme para combatir el vih. En un momento la paré de mala manera, y le dije: “Es mi cuerpo”. Después de sufrir por unos cuantos meses, rezar, talleres, visitas a santuarios, espiritistas, templos budistas, mantener la fe en fuerzas más poderosas que la ciencia y explorar curas, decidí que no me iba a tratar on la medicina ortodoxa, y que seguiría con la homeopatía, yoga, y mis nuevas preguntas sobre la/mi existencia. Treinta años más tarde, la fe ha podido más que las estadísticas.
Berna González Harbour (El País, 3/4/2020) pregunta: “¿Cuántos dogmas abrazamos sin flexibilidad? ¿Cuántas capas de encierros estamos dispuestos a soportar? ¿Cuántos refugios frente al miedo se vuelven temibles cuando nos pretendían proteger?” Sobre el miedo era lo que una excompañera fascistoide de City College gustaba de alardear. De acuerdo a ella, yo le tenía miedo y me podía controlar. Ya me lo habían dicho y yo seguí apoyándola; por razones que ella no hubiese podido o querido entender. Su limitada visión del mundo, la colonialidad y la puertorriqueñidad no la dejaban abrirse al otras versiones de la vida en común.
El miedo no era a ella. Era mi condición vital en aquellos momentos. Me pregunto que haría hoy si supiera que está contagiada con un virus mortal; en qué refugio se ampararía. No tengo la respuesta, ni predigo que las estadísticas van a estar de su lado. Tampoco la veo entregada a la fe, porque la gente como ella y mi conocida niuyorkina no se atreven a depender de lo inexplicable por completo, aunque las estadísticas dejan cierto grado de espacio para la fe.
Berna González Harbour (El País, 3/4/2020) pregunta: “¿Cuántos dogmas abrazamos sin flexibilidad? ¿Cuántas capas de encierros estamos dispuestos a soportar? ¿Cuántos refugios frente al miedo se vuelven temibles cuando nos pretendían proteger?” Sobre el miedo era lo que una excompañera fascistoide de City College gustaba de alardear. De acuerdo a ella, yo le tenía miedo y me podía controlar. Ya me lo habían dicho y yo seguí apoyándola; por razones que ella no hubiese podido o querido entender. Su limitada visión del mundo, la colonialidad y la puertorriqueñidad no la dejaban abrirse al otras versiones de la vida en común.
El miedo no era a ella. Era mi condición vital en aquellos momentos. Me pregunto que haría hoy si supiera que está contagiada con un virus mortal; en qué refugio se ampararía. No tengo la respuesta, ni predigo que las estadísticas van a estar de su lado. Tampoco la veo entregada a la fe, porque la gente como ella y mi conocida niuyorkina no se atreven a depender de lo inexplicable por completo, aunque las estadísticas dejan cierto grado de espacio para la fe.
Thursday, April 2, 2020
CUARENTENA DE LAS SOMBRAS DE LA MUERTE
Mi primera cuarentena, el Sida, no exigía grandes segregaciones físicas. A principio, hubo quién pensó que había que enjaular a los homosexuales; otros gritaban que los gays estaban siendo castigados por sus aberraciones sexuales, y unos pocos que dejaron de saludar con los cachetes y besos; temerosos, extendían las manos. En países de corte comunista o dictaduras de otro tipo, los pacientes fueron puestos en cuarentena por un largo tiempo, sin idea de si iban a salir de nuevo a la calle o a sus casas. Ante aquella pandemia, los que éramos parte de la narrativa asumimos distintas posturas: desde las iniciativas médicas, sociales, sicológicas y políticas, armadas por los hombres gays para cuidarse unos a otros, hasta el extremo opuesto, suicidios. Aquella etapa que no era vista necesariamente como una, nos preparó para una seguna pandemia, el Coronavirus.
Cuando me enteré que había estado en contacto con el vih, tuve la suerte y el apoyo de mi círculo de amistades. No puedo decir lo mismo de la gente con quien trabajaba, pero ellos no eran muy distintos al resto de la población. Desde el 1982, con la enfermedad y muerte de mi primer y gran amigo Frank, que fue seguido por unos cuantos más -el último se suicidó no hace mucho-, las características de las etapas que describen cómo responder ante una cuarentena han cambiado. Esta vez no hay que aguantar la hipocresía y paternalismo que pasa por diplomacia entre muchos “liberales” en la academia, ni son los homosexuales la causa de la enfermedad. Distinto a mi primera pandemia, no tengo que vivir dos vidas: la doméstica rodeado de enfermos, hospitales, grupos de apoyo, y la profesional, rodeado de heterosexuales, con tonos y voces solidarias, pero faltos de consciencia.
Dice Santa Teresa de Jesús, en un momento muy obscuro de su vida, que “bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte”. Esa “sombra de muerte” asusta, no siempre igual, pues nos enfrentamos a ella de distintas maneras, crecemos (espero) y le damos cara al entorno, que puede o no ayudar a bregar con la “sombra de la muerte”. Qué alegría saber de un sobrinonieto, ya casado y dueño de una finca en los EEUU, que me llama para decirme que si necesitaba ayuda con la compra o ir a una cita, que sus amigos en Puerto Rico están dispuestos a “darme una mano”, o la amiga, madre y abuela bastante ocupada, me escribe un textmssg y se ofrece para hacerme la compra o el amigo poeta urbano, que me visita después de su trabajo y me trae la cerveza, el vino, el canabis. Ellos muestran lo fluido de las “sombras”, son la luz que las controla, reduce, desplaza.
Dice Santa Teresa de Jesús, en un momento muy obscuro de su vida, que “bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte”. Esa “sombra de muerte” asusta, no siempre igual, pues nos enfrentamos a ella de distintas maneras, crecemos (espero) y le damos cara al entorno, que puede o no ayudar a bregar con la “sombra de la muerte”. Qué alegría saber de un sobrinonieto, ya casado y dueño de una finca en los EEUU, que me llama para decirme que si necesitaba ayuda con la compra o ir a una cita, que sus amigos en Puerto Rico están dispuestos a “darme una mano”, o la amiga, madre y abuela bastante ocupada, me escribe un textmssg y se ofrece para hacerme la compra o el amigo poeta urbano, que me visita después de su trabajo y me trae la cerveza, el vino, el canabis. Ellos muestran lo fluido de las “sombras”, son la luz que las controla, reduce, desplaza.
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