Sunday, April 12, 2020

CUARENTENA DE LA RESURRECCIÓN

Mis lecturas de literatura infantil latinoamericana -cuentos de hadas, aparecidos-, crítica e historia de ese muy fluido campo, empatadas con los textos clásicos europeos y orientales, formaron un marco conceptual que permite ver la  misa, entender lo mágico de la resurrección, a la vez que es vivida, sentida en su plenitud. Los cánticos, el incienso, ritos elevan las sensaciones a dimensiones que desplazan la magia. Santa Teresa levitaba, dicen otros. 

La resurrección es lo que uno de mis Vallejo -tengo relaciones con tres de ellos: un poeta, un narrador, un historiador- no podía concebir cuando escribió que hay “Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido / se empozara en el alma... ¡Yo no sé!”. De no saber a ser empujado, obligado por el "odio de Dios" o cualquier otra  experiencia desestabilizadora, "golpes", a reformular las condiciones que dieron pie a empozar el alma: pasar revista o pasar la página, repetirse o resucitar. 

Para los niños, sugiere Bruno Betttelheim, poder resucitar o ser protegido por fuerzas superiores es una de las razones que los lleva a preferir los cuentos de hadas sobre las fábulas. Eso de ser guiado por un ser sobrenatural satisface las esperanzas, mientras que los finales trágicos contados por Esopo, et.al., no. Antes de irse a dormir, los latinoamericanos buscan sentir y entender las posibilidades de la resurrección: narran cuentos de aparecidos.


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