Tuesday, June 2, 2020

CUARENTENA DE DOS TIPOS DE MUJERES BORICUAS

Una invitación para que participe en una conferencia en CCNY, dedicada a Lillian Weber (volver a recordar qué, con quiénes) y los motines en los EEUU destaparon recuerdos de cierto tipo de homofobia y racismo interiorizado, que tuve con dos mujeres distintas. La crueldad no se limita a los hombres gringos blancos contra los hombres negros solamente. 

Ella en CCNY, niuyorican, distinta a su equivalente en Puerto Rico -mujeres que gustan de controlar a los hombres y cuando creen que lo logran, no pueden callar y delatan lo que para muchos son fugaces ilusiones de poder- habla inglés como idioma natal, y le es fiel a lo “americano” (estado y cultura). Conoce poco la historia de Puerto Rico y los puertorriqueños, y es más por sus consecuencias, que por estudios serios de la misma. Reproduce (lo disfruta pues es escencialmente una persona cruel) los viejos andamios colonialistas, creados en los EEUU a comienzos de mediados del s.19, y solidificados en el s.20 por la telaraña industrial, económica, racial y política de pais colonizador; a su vez, ella se convierte en un instrumento de la colonización.

Para demostrar cuán fiel es a la cultura y estado, traiciona a su propia gente, incluso cuando ellos pueden estar en situaciones de desventaja. El Estado la necesita y ella, fiel al mismo, provee el recurso para mantener a “su gente” en línea. Su versión en Puerto Rico pudiese ser tan fiel al estado colonialista como lo es ella; con una diferencia: la de Puerto Rico, la más seguro, no sabe mucho inglés y su relación con la puertorriqueñidad es otra, dentro de la masa que la moldea; y ahí, en la Calle Antillana, el mejunje es otro; la estructuras se mueven al ritmo del idioma y costumbres de los puertorriqueños en Puerto Rico. 

A ella la conocí en CCNY, sabía lo que ella decía sobre mi persona entre mis compañeros gringos en la academia. Dos de ellos vinieron donde mí y ni cortos ni perezosos me lo dejaron saber -”no confíes en ella”-, sin ellos saber, que trato de ser un libro abierto; pero yo, partía y parto de otras coordenadas e intenciones cuando “brego” con los puertorriqueños y la puertorriqueñidad. Hasta a una boricua “border-line” fascistoide apoyo dentro de los EEUU, porque siempre algo se cuela; y las buenas intenciones de mis compañeros estaban marcadas por un “racismo” sutil, protector, ahistórico. 

El racismo interiorizado, como es el de muchos puertorriquenos, o la homofobia de los liberales en cualquier sociedad son cubiertos con un parche que puede desprenderse fácilmente. Hay que observarlo de distintas maneras, en algún momento se cae. No es lo mismo dentro de la colonia como en la metropolis. A la otra ella, en la isla, la vi agarrar los “güevos” de mi pareja y decir, “Papi, tú estás bien bueno”, y él, sonrisa asustada, dijo, “Soy maricón”, y ella ripostó, “No sabes lo que te pierdes”. Ella rió con gusto, mantuvo la vista fija en mi pareja, buscando más violencia. 

A la otra en la isla, la veo en las noticias de la tarde, participando en una manifestación/vigilia en el pueblo de Loiza, protestando contra el asesinato de un hombre negro en los EEUU. Respondo con mi propia crueldad, cinismo, incredulidad, la siento, recuerdo mis actos y los de las dos mujeres boricuas; que no fue, necesariamente, contra un negro por ser negro. En este blog describo otros tipos de boricuas. Este es uno de muchos retratos.

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