CUARENTENA DE LA VANGUARDIA LATINOAMERICANA

Dijo una vez en México, Santiago García  (Teatro la Candelaria), que si las vanguardias europeas rompieron con los modelos estéticos y sociales que informaban sus obras, estilos de vida, y crearon las bases para las contraculturas que luego tomaron las calles en las ciudades del mundo, hacia mediados de los años sesenta, sus versiones latinoamericanas solo rompieron con lo estético, expandieron los límites de lo permitido por las burguesías, dentro de sus círculos; convirtiéndose en lo que las palabras de Eugenio Barba una vez categorizaron, “las Akaseltzers de los burgueses”. De avanzada con platos y cubiertos, modales y tonos, dicción y cánones poco transgresores. 

Todo esto vino a colación, reflexión, después de leer un artículo sobre la muerte y algo de la obra de una excelente poeta puertorriqueña. Durante los sesenta y setenta, las vanguardias niuyorican rompieron con cuanto molde había; mas por otro lado, los puertorriqueños que escribían en español en Nueva York exploraban lo formal sin atreverse a romper con otros elementos de la escritura; un posmodernismo tardío y limitado por el control que ejerce la academia sobre mucho de lo literario. La poeta (DEP) entró en terrenos eróticos, logrando una poesía sensual, a la vez que cotidiana y exótica, desde la perspectiva de una mujer casi Hedi Lamar en Bali Ho, jugó con las memorias y artificios de otras civilizaciones, escritas en un español casto, depurado, neutro, controlado, poco atrevido.