Mira la foto de la calle donde se conocieron, los ratos felices, adora y resiente verla de nuevo.
Flota o llora frente a las imágenes que muestran los edificios, coches, una sombra hecha personaje, la puerta por donde desapareció y dejó "abandonada la ilusión", un cartel con un dibujo de un bandoneón y una guitarra, un anuncio pegado a la pared que separa las vidas, anunciando la noche de boleros en un cafetín de esquina.
Escribe, borra, regresa al baúl de los pasados, pregunta: "¿Dónde estás corazón?". Un disco, oye. Trata de recuperar lo que sintió en aquel momento cuando se conocieron. Etéreo, lleno de frenesí, revive los ratos felices.
Otra foto de la misma calle, en la que por primera se vieron, fija el recuerdo, reproduce el momento, lo que sintió cuando llegó, la lluvia que los calentó y sirvió de excusa para tocarse, sentir el palpitar, besarse, rogar, "acaríciame",
Soledad, siente con cada foto, "esta noche te esperaba". No le extraña su presencia, su capacidad para apuntar hacia el espacio vacío, rellenado por el recuerdo, y lo lleva donde Roberto Ledesma, "un pájaro herido que llora sólo en su nido" o que tiembla ante los placeres una vez tenidos.
Envidia, Rolando Laserie, siente de los otros espacios, las calles que ha cruzado, por donde ande, de los valles, de los ríos que puedan estar cerca de él, ella, de ti, de mí, de su propia voz que lo menciona y posee con la palabra.
- ¿Dónde estoy?
- En el Porsche, antes del accidente, ¿quién cantaba?
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