El bolero no cambió. Fueron (lo transformado) su ropa, su pelo, sus manos, su boca torcida, ojos salidos de sus órbitas, gestos exagerados cual pintura neo expresionista, todo un esqueleto, un andamio, un "performance", con mohosa navaja de goma en mano -"Para acelerar el tétano": dijo-, apuntando hacia la audiencia, El bolero era él en sí mismo.
Quien estaba de frente no era un desdoble de la Serra Lima, otrora vez personificada por la Lissa Fernanda, una muy erudita travesti, ni tampoco eran la Miss Led, Mis Mira Mira, Miss Gracie Mansion, Miss Alice Tully Hall, Miss Coco Peru, la Rue Paul, o la Pam Ann. Era una foto de la Miss Anta Gónica caricaturizando a las grandes boleristas de América, en The Bon Soir, el desparecido bar de la Ocho y Sexta, en Manhattan, o quizás era el Variety de la Luna en San Juan. Puede que haya sido más tarde, en el cabaret del Hells Kitchen, el muy notorio/notoria Escuelita. La foto no está muy clara.
Miss Anta Gónica fue una de las travestis pioneras que comenzaron a reemplazar la personificación de cantantes fabulosas, divas, como referentes para sus espectáculos, sus boleros. Si La Eric honró a la Souffront en el Show Boat de Santurce; la Anta reinterpretó a La Lupe. Estas pioneras del travetismo no se inspiraban literalmente en la Fabery o la Dippini, la Elvira, la Souffront o la Serra Lima. Crearon sus propias formas de representación sin tener que convertirse en calcos de la bolerista tradicional. No fueron copias acartonadas, dizque y elegantes, ni ridículas. Con ellas/ellos el bolero creció una vez más.
La foto desdobló el bolero sin éste perder su esencia, y nos llevó hasta aquellos momentos cuando, por primera vez, nos desnudamos sobre el escenario, la sala en Manhattan, el bar en Montevideo, las arenas en Punta, y cambiamos los personajes, jugamos muchos papeles; pues, recuerda que, "tú me acostumbraste a todas esas cosas".
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