(Anais Nin)
Desde la puerta de aquella casa vieja, vieja, pobre, muy pobre, donde dormíamos cuatro en un cuarto (los demás adultos en la sala, cocina), en dos camas con colchonetas cuya guata salía por los rotos de los forros y se enredaba en los alambres de los muelles que la sostenían, lo veía pasar, vestido "de punta en blanco", hacia las fiestas de cumpleaños. Lo quería. No a él, su ser. Hoy, no son las fiestas de cumpleaños quien lo separan; son sus correos electrónicos.
Friday, November 6, 2015
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