Para que una estructura no se derrumbe, su armazón debe estar sólido y sus procesos fluir sin el mínimo problema. En una familia (estructura social y biológica), los miembros componen el armazón; y cómo se comportan define los procesos. Para evitar que la estructura se caiga y que sus procesos no se contaminen, hay que estar atento a fuerzas externas e internas que la pueden corroer y contaminar.
En este blog, una serie de crónicas y cartas explican cómo una familia de jíbaros sobrevive la pobreza, la discriminación y el alcoholismo, y los supera; a la vez que se enfrentan a fuerzas externas: desde las mentes de mine con garras de víboras y egos inflados que tratan de controlarla y destruirla -como son mentes de mime no lo saben, pero son igual de tóxicas-, hasta los idearios que desmantelan los esquemas afectivos y cognoscitivos, y obligan a repensar los procesos, que influyen y transforman la estructura y sus modos de comportarse.
Al igual que algunas crónicas publicadas anteriormente en este blog, reflexionan sobre esos procesos, esta carta dirigida a esa hermana, explica cómo ella desde los nueve años sirvió de sostén, muy temprano para cualquier persona, más allá de lo normal, y cómo sus decisiones sabias ayudaron a que los procesos sirviesen a muchos de sus miembros. También delata a unos personajes siniestros, inescrupulosos y banos (véase el libro de Hana Arendt sobre la banalidad y el mal) que tratan de destruir las relaciones "a cómo sea", a causa de sus "petite" egos o la codicia sin límites, o el odio sin mesura. (to be continued)
Wednesday, November 11, 2015
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