Que no los asuste el título, que Miami ni es posmodernista enredador de frases ni traqueteador con palabras ni enjudioso estudio sobre las nuevos modos de ser latinoamericano exluyentes del tener que bregar directamente, de día a día, con las masas en masas, olorosas a grasa, cual caderamen palesiano por las calles de Caracas.
En Miami han recreado la ciudad deseada sin las frituras en la esquina, mudadas a los food carts con su propio park, el grafiti controlado dentro del espacio-mala-copia-slumming a lo East Village; paredes para que grafiteros (comisionados) con nombre pinten el placer de estar en el gueto sin los guetis, asombrando tipo Mimi in Disneylandia a las clases medias y altas latinoamericanas de cultura avanzada; por alli pasean.
Bien avanzada. en español neutralizado; nada de “sonar” estancado en los muelles de la Habana ni silbar demasiado las /S/ -vayan a pensar que somos paisas con rastros blancos en las narices.
Para nada se asusten, que en Miami hay otras historias en la antigua cancha de Jai alai, Jaialea; en la fila de Fema; en la galería de arte naif regida por un tal Maurice, exiliado de Niuyor, contador de historias que hablan de los Ton Ton Makoute.
Para nada se asusten, que en Miami hay otras historias en la antigua cancha de Jai alai, Jaialea; en la fila de Fema; en la galería de arte naif regida por un tal Maurice, exiliado de Niuyor, contador de historias que hablan de los Ton Ton Makoute.
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