No había regresado a Guayama desde que abandonó el pueblo, para la misma época cuando otros nos fuimos a estudiar a la universidad y él siguió para España. Hasta el acento y la entonación cambiaron: hablaba como un híbrido lingüístico o un criollo decimonónico.
El pueblo también cambió y lo dejó sorprendido cuando se enteró que en el Club Rotario admitían chinos; en el de Leones, a descendientes de los que una vez no podían ni bailar en su sala; y el Trotamundos era casi blanco. Desestructuración social contada con continuos cambios en la voz del narrador: entre castellano y criollo
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