Monday, November 26, 2018

LOS HURACANES Y EL LAVADO DE ROPA EN EL RÍO

"'Hay que inventárselas...aquí estamos lavando ropa, cocinando un arroz con jamonilla y salami y hasta aproveché y me afeité': dijo Rubén Rivera, jocosamente, a un periodista durante los días después del huracán María azotar a Puerto Rico.  

Hacia el 1930, "Por allá, por San Felipe", comenzó mamá -igualito a muchos puertorriqueños de su generación, que relataban las épocas anteriores a través de los huracanes- a contar sobre el día que papá regresó a Jájome, montado a caballo en un viaje de días, después de que el muy bullanguero padre se había ido a buscar mejor suerte o mujeres en los bares de Jobos, Las Mareas, la costa -algo que hizo unas cuantas veces- abandonando a mi madre y hermana mayor, una bebé. 

Mamá se enteró que él venía de vuelta, porque abuela -con quien vivía- envió un muchacho para que le avisara, que "dejara de lavar ropa en el río, que Felipe venía por el camino de Jájome Bajo y quería ver la nena". 

Circunstancias y estados de ánimos distintos, ambas estampas muestran variables muy parecidas: la carencia y la capacidad para enfrentarse a la vida y resolver. Mi generación pensaba que era la última -o se pensó ser la última- en ver a sus padres o conocer parientes que lavaron ropa en el río. 

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