No son los sobrinos de una amiga alemana. Son mis sobrinos puertorriqueños que -tres generaciones más tarde, descendientes de jíbaros campesinos pobres por ambos lados de sus familias- conversan con ella sobre equipos de baloncesto europeos, opinan sobre el papel de la Angela Merckel, el neo-liberalismo, la medicina alternativa (una sobrina es experta en ese tema). Incluso, cuando no hubo comunicación verbal (una hermana y sobrina no hablan inglés), otros rasgos -las maneras de tratar a los demás; ese rastro de cierta crianza- llevaron a mi colega y amiga entrañable a discutir la relación entre crianza y desarrollo educativo, económico; las estructuras históricas, sociales que los subyacen, y su vínculo con los logros de los sobrinos. Los encontró muy parecidos a cualquier joven europeo de su generación.
Aunque fueron pobres, las familias sabían cómo apoyar la educación; los sobrinos sorprendieron y sirvieron a la socióloga, psicoanalista alemana como tema de discusión; en parte, porque la teoría y los estudios de movilidad económica y social sugieren que el proceso de reajuste a nuevos entornos, estructuras y escalas de valores es muy difícil, y con muchas probabilidades de fracaso, y en mi familia en tres generaciones el salto se había logrado. Luego, comparó y comentó sobre la diferencias en trato que observó en una familia (una madre y dos hijos) criada en urbanización y vision del mundo proletaria arribista de San Juan, más parecidos al estereotipo que ella tenía del caribeño "bullanguero" y "confianzú". No fue así con los sobrinos; ni "presenta'os" ni "confianzús"; tampoco, nada que ver con el pesimismo o docilismo de la literatura costumbrista o la llamada “realismo social” que tanto estereotipó a los hijos de los cerros.
Aunque fueron pobres, las familias sabían cómo apoyar la educación; los sobrinos sorprendieron y sirvieron a la socióloga, psicoanalista alemana como tema de discusión; en parte, porque la teoría y los estudios de movilidad económica y social sugieren que el proceso de reajuste a nuevos entornos, estructuras y escalas de valores es muy difícil, y con muchas probabilidades de fracaso, y en mi familia en tres generaciones el salto se había logrado. Luego, comparó y comentó sobre la diferencias en trato que observó en una familia (una madre y dos hijos) criada en urbanización y vision del mundo proletaria arribista de San Juan, más parecidos al estereotipo que ella tenía del caribeño "bullanguero" y "confianzú". No fue así con los sobrinos; ni "presenta'os" ni "confianzús"; tampoco, nada que ver con el pesimismo o docilismo de la literatura costumbrista o la llamada “realismo social” que tanto estereotipó a los hijos de los cerros.
(del libro Jájome Heights)
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