Uno de los temas menos explorado en la educación bilingüe es el racismo o etnocentrismo u homofobia interior, dentro de sus propias prácticas. Los maestros y profesores bilingües no se libran de esos males simplemente por ser bilingües o por haber estudiando dicha disciplina. Mis propias experiencias, así como la de compañeros y estudiantes sirven para comprobar que en la educación bilingüe hay prácticas discriminatorias por cuestiones de raza o procedencia étnica o de orientación sexual.
Algunos de mis compañeros "latinos" no boricuas de CCNY (además de que, cuando celebraban fiestas importantes, solo invitaban a los profesores blanquitos) fomentaban el discrimen contra el español de los puertorriqueños. No lo hacían abiertamente.
Algunos de mis compañeros "latinos" no boricuas de CCNY (además de que, cuando celebraban fiestas importantes, solo invitaban a los profesores blanquitos) fomentaban el discrimen contra el español de los puertorriqueños. No lo hacían abiertamente.
Al estudiante peruano -como hicieron con otros- que no veía nada raro en la expresión “te paso llamando”, le dieron un waiver/vale para que tomara otra clase, en vez de la oficial, requisito para graduarse, “La enseñanza de español en la educación bilingüe”, que yo diseñé y propuse cuando el Programa de Educación Bilingüe fue, por primera vez, presentado a la facultad; un curso que otras instituciones de educación superior ofrecían en inglés englobado en los cursos sobre lenguas minoritarias. Todo hubiese sido un trámite burocrático si las razones hubiesen sido otras.
En el caso citado, al estudiante le dieron el vale porque quien enseñaba la clase en CCNY era un puertorriqueño y el peruano no consideraba que el profesor, por ser puertorriqueño, podía enseñarle español (esta evidencia fue recogida durante una conversación entre el estudiante y otra profesora latina). Un grave error por parte del estudiante y, no me sorprende, por parte de los educadores.
Primero, la clase no era para estudiar español como tal, sino sobre los procesos, métodos y teorías que fundamentaban la enseñanza de ese idioma en las escuelas bilingües.
Segundo, años más tarde, el estudiante tuvo que tomar otra clase sobre materiales educativos con el mismo profesor (ahí no tenía escape), pidió permiso para escribir sus pruebas y monografías en español, y cuando entregó su primer informe, tuvo que corregirlo por causas de la cantidad de errores ortográficos e ideas explicadas pobremente, y por carecer de evidencia científica y literaria.
Los profesores latinos que le dieron el permiso creyeron al estudiante, como hicieron con unos cuantos más, sin nunca investigar si estos estudiantes sabían tanto español como ellos reclamaban, y mucho menos, qué sabían sobre su enseñanza, en particular lo que tiene que ver con el español y los puertorriqueños, colonización, bilingüismo.
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