Saturday, August 13, 2016

Blanquitos Puertorriqueños, USA White Liberals y El Jíbaro Huraño

"Para nadie es un secreto que no existe una relación biunívoca entre base material y conciencia. De ahí la necesidad de continuar trabajando en el campo de la subjetividad si queremos desterrar todo vestigio de prejuicio racial.”  (Pedro de la Hoz, “Justicia social y color cubano: cercanas realidades”, El Post Antillano, 1 de septiembre de 2013 )

"Cambiar la forma de mirar toma tiempo". ( Jaime Cordova  "Con Boquio en Madrid". Claridad. 16 de septiembre de 2013

Al prejuicio racial se le pueden añadir otros prejuicios: intersecciones.

"Tú eres muy pasivo" es un comentario que no se puede tomar con pinzas; hay que agarrarlo con la mano y apretarlo hasta sacarle el jugo, si el comentario es dicho por una persona cuya identidad e historia está separada por mucho más de cinco, diez o cuarenta grados de aquél a quien se le dirige el señalamiento.  El comentario dicho por un "blanquito" puertorriqueño estaba dirigido a un jíbaro de los cerros isleños.

Para los que miran conceptualmente la puertorriqueñidad desde afuera, desde el extranjero,  las diferencias entre los puertorriqueños no es tan aparente como lo son para los que vivieron las diferencias en carne propia.  Las viven. Quizás eso explica un poco la anécdota no comprobada: una autora afro-descendiente puertorriqueña dijo en un congreso literario que una autora “blanquita y blanca” (no todos los blancos puertorriqueños son blanquitos ni todos los blanquitos son blancos escribió el antropólogo Jorge Duany en un ensayo que hoy no encuentro), Rosario Ferré, no era una autora puertorriqueña.

El jibaro, que había tenido que enfrentar las diferencias y discriminaciones por asuntos de procedencia geográfica – el mundo campesino de los cerros y lenguaje – el “asina mesmo”,  de clase en las islas de los encantos, superar la pobreza extrema, estudiar en contra de muchas voluntades, familiar e institucional, el racismo en los EEUU, la persecución homofóbica, y por último a su estatus seropositivo, incluyendo, negarse a recibir el tratamiento médico ortodoxo, y veinticinco años mas tarde seguir en muy buen estado de salud (knock on wood), volvió donde los autores costumbristas para refrescar su memoria y lenguaje pseudo-sociólogico, psicológico; se describió a sí mismo como huraño.

Nada de pasivo, “ñangota’o”, dócil; pura y llanamente, huraño. La sonrisa y cara de desdén del "blanquito" delataban su incredulidad, arrogancia.  La reacción del blanquito, la sonrisita del desacuerdo, muy parecida a la de otros pequeños burgueses, sean “White liberals”, latinos o de dónde sean, estaba matizada por sus esquemas, que incluyen una visión de aquel a quien consideras tu inferior, a quien tratas con paternalismo: no pueden  desmantelar las muy seguras posturas.

Eres pasivo, dócil, parecía ser sacado de las ideas que le daban base al “culturally deprived educational movement”,  la mal llamada educación compesantoria de los años sesenta en los EEUU; y en gran medida, perpetúa la idea que subyace que hay culturas, grupos raciales o clases superiores. El blanquito, al igual que otros (valga la redundancia) iguales, logró superar su procedencia de clase, se juntó con los pobres, mas no había reconceptualizado su percepción de quiénes son los significativos otros: la otredad mal comprendida.    

Los llamados políticos “White liberals”, término que describe cierto tipo de población en los EEUU, fueron cuestionados, y se les dijo que “no lo hagan”,  durante la décadas de los cincuenta y sesenta por miembros y líderes de las comunidades  niuyoricans, por traer desde Puerto Rico a políticos e intelectuales para que “ayudaran a resolver los problemas”  de las comunidades puertorriqueñas en Nueva York. “Ni ustedes ni ellos” parece haber sido la consigna. "Stop blacksplaining us!", dicen los afro-americanos.

Esa muy clara, aunque algo concéntrica, nada pasiva, actitud llevó a los pobres, jíbaros puertorriqueños a fundar instituciones que le servían/sirven a las comunidades boricuas, y a otros muchos que se han beneficiado de las mismas (una historia en busca de un autor). Esa experiencia todavía no ha sido aprendida por muchos “White liberals” y otros que los rodean, "blanquitos boricuas", pues siguen sin poder distinguir entre los puertorriqueños, incluso entre estos últimos y otros Latinos, y menos comprender que los blanquitos de la isla u otros pequeños burgueses Latinos liberales no representan ni conocen lo complejo de esos/sus pueblos.

(to be continued; si no, refiérase a otros escritos en este blog sobre este tema).

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