LA CULTURA ME MATA, TE MATA, SE MATA

"Una aristocracia con olor a bosta”.
(Arturo Jauretche)

Era el verano del 1968, Nueva York, al igual que en otras partes del resto del mundo, estaba revuelto: las antiguas ideas sobre raza, estatus social, orientación sexual, colonización, y otros valores pequeño-burgueses, tratando de copiar las antiguas burguesías decimonónicas, eran desmantelados, lo mismo en discursos como en las vivencias. Un ejemplo: Jóvenes vivían en distintos tipos de comunas, reorganizaron sus vidas para ayudar a transformar todos esos principios de corte fascista, y mejorar el mundo, guiados por un sentido de esperanza y posibilidades que hoy parecen ser historia.

Es el verano del 2016, cambios cosméticos entre mucho gay enajenado: marchan todos los años para reclamar derechos y transformaciones, mientras siguen copiando aquellos modelos que eran cuestionados casi cincuenta años atrás, los que dieron pie a muchas de las ideas y propuestas pidiendo cambios. ¿Será que no quieren mejorar el mundo? Quieren que los acepten dentro del mundo pequeño burgués, el que en principio los rechazaba. Un cambio sí, pero personalizado, hecho a la medida, huele a bosta.

La cultura cuando sirve solo para satisfacer egos y prejuicios me mata, te mata, se mata a sí misma.

(a draft to be continued)