El Libro de Daniel es el último capítulo (borrador), ambientado en Uruguay, de mi novela monografía, Jabibonuco, cuyos capítulos anteriores fueron publicados en este blog.
9. El Libro de Daniel
9.1. El Verbo
"En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada." (Evangelio según San Juan 1:1. Nueva Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brower, 1999.)
- En mi pueblo, hablar fino, No se podía hablar fino, se burlaban
- Perdona, no te llamé brava por ser femenino. Es un uso más. Que el significado no está tanto en la palabra. Si algo aprendí con las lecturas de las conferencias inéditas de la Coster, fue que el significado está en el conjunto de elementos: el acento, la entonación, y éstos le añaden o restan seriedad, importancia a lo que dices, o le otorga sensualidad, o lo caricaturiza. ¿Por qué se burlaban de hablar bien?
- Por la misma razón que los planchas hablan cómo hablan. El tuyo parece sacado de una película de Niní Marshall. ¿Sabías que Perón la expulsó del país por depreciar el idioma o por alguna razón relacionada con el idioma?
- No lo sabía. El de ustedes es el más influenciado por el inglés.
- Y es el más cursi, si oyes a las señoras clases medias de San Juan.
- Te deseo, en parte, por tu acento.
- No es deseo, entonces. Es otra cosa, pero no es deseo
- Los planchas uruguayos, al igual que los villeros en Buenos Aires o los cafres en Puerto Rico, pueden aprender a hablar como nosotros, pero muchos terminan como Jabibonuco, quien aprendió todos los códigos, y no aprendió a distinguir todos sus usos ni lo que guiaba a quien lo oía. Por eso lo quemaron en la hoguera.
- Tu interés en mí, en mi forma de hablar, extranjero con unas experiencias muy distintas debido a mi procedencia de clase y fusión cultural, desplaza y reemplaza tu verdadero deseo y niega la posibilidad de desenfrenar y desenmascarar tu vida por completo. Por eso es mejor conocernos, que acostarnos, tener sexo.
- Si vos lo dices.
“Ni el lenguaje ni las expresiones culturales dependen completamente del organismo, de lo biológico. Antes de la palabra, está la experiencia, el asombro. Canetti lo explica muy bien. Los principios espirituales universales de las culturas en todos los tiempos así lo comprueban. Las búsquedas, nuevas investigaciones, los trabajos comparativos, interculturales, ayudan a aclarar estas ideas y a trascender lo dogmático de las iglesias. Si las iglesias trascendieron el animismo, trataron, las ideas contemporáneas sirven para abrir nuevas esperanzas y cambios que la inteligencia por sí sola, el muy medido cociente de inteligencia, tan detallado por los genetistas no puede explicar. Arthur Jensen, equivocadamente, sostiene que los determinantes biológicos de la inteligencia y su expresión cultural lingüística dependen fundamentalmente de determinados aspectos de la fisiología cerebral que modifican la sensibilidad y eficiencia de los procesos básicos en el procesamiento de la información que modelan las respuestas del individuo. Por el contrario Leon Kamin no dice que las teorías racistas de Jensen y Hermstein sobre la determinación genética de la inteligencia no tienen consistencia científica. Se puede argumentar que no está demostrado que los pueblos originarios - sean charrúas, arahuacos, africanos - tengan una inteligencia distinta a la de los europeos y sus descendientes en las Américas. Usaron su inteligencia en entornos que requerían un uso diferente de sus capacidades, y ese factor tan importante, los Jensen del mundo lo descartan, no lo entienden. (Bárbara Coster, “Conferencias inéditas”, Frankfurt - NY: 1973-2003)
“Los trabajos de Daniel sirven para continuar investigando y delatando las muy tristes historias de los pueblos originarios. Muy triste lo que cuenta sobre los charrúas, quienes después de haber luchado por el beneficio del Uruguay, fuesen desterrados y vendidos como conejillos de indias y como artefactos para un espectáculo. Muy triste. Antes de Jensen estuvieron otros que usaron como excusas la ciencia para justificar sus prejuicios. Los nuevos cronistas, incluyendo a Daniel Mujica, tienen que seguir recogiendo información sobre las nuevas colonizaciones y delatando las anteriores. " (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
“Los alumnos y maestros intervenían directamente en todas las fases de la confección de los primeros libros. Cada libro, a su vez, era de cada uno y de toda la clase. En distintas etapas de su desarrollo lingüístico (véase evidencia tomada de la conceptualización y verbalización de la lecto-escritura entre niños y niñas de distintos países y grupos étnicos, raciales) el niño demuestra, al igual que los adultos, que el aprendizaje del lenguaje se mueve en una continua descontextualización del mismo hasta llegar a las abstracciones y logra la posibilidad de desvincular el yo del objeto discutido, categorizado. El lecto-escritor, al igual que el hablante, principiante empieza mezclando las funciones, signos, estilos, y significados, que paulatinamente se van aclarando y respondiendo o subvirtiendo los estándares de una comunidad en particular.
El hablante/lector/escritor va balanceando, comprendiendo la relación entre la conceptualización del yo y el entorno socio-histórico; el yo, su entorno y su historia”. (Bárbara Coster, “Conferencias inéditas”, Frankfurt - NY: 1973-2003)
“La oración fundamental del cristianismo, El Padre Nuestro, tiene dos versiones: San Lucas da de ella un texto breve (con cinco peticiones [cf Lc 11, 2-4]), San Mateo una versión más desarrollada (con siete peticiones [cf Mt 6, 9-13]). La tradición litúrgica de la Iglesia ha conservado el texto de San Mateo. Como resultado de los nuevos estudios teológicos, los hallazgos arqueológicos en el Oriente Medio y dado que los evangelios fueron escritos mucho después del asesinato de Cristo, hay quienes dudan sobre la veracidad de la segunda versión. Recuerda que ya para el siglo tercero después de la muerte de Cristo el cristianismo había sido consolidado y ciertos grupos comenzaron a ejercer control lingüístico e ideológico sobre los muy diversos y pluralistas cristianos primitivos, y que puede que hayan sobre-impuesto los intereses de ciertos grupos en particular sobre la versión original de Cristo.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
9.2. La Comunión
"Durante una entrevista sobre las vidas de los habitantes en uno de los barrios populares de Montevideo, el crimen como tema, pocas personas quisieron hablar y quien lo hizo intercaló español estándar con frases dialectales montevideanas, 'Yo no sé nada. Y aunque supiera tampoco te diría, no me voy a regalar. Raja de acá porque te van a picar como a un queso. No me importa lo que seas, acá está todo el mundo caliente'. Estas formas de expresión popular, estas diferencias en el lenguaje, la música -en particular, la música de origen mestizo: la cumbia, la salsa, el reguetón- sirven para identificar los valores étnico-raciales, el mestizaje cultural, la influencia de pueblos originarios, afro-descendientes y de otras culturas populares en la vida americana. Estas transformaciones históricas, cambios en las percepciones del yo y la comunidad, se manifiestan en el dialecto plancha, el lenguaje de las clases mas propensas a fusionarse, transgredir." (Daniel Mujica. "El mestizaje cultural y las influencias de los pueblos originarios en el Uruguay contemporáneo", monografía inédita, 1984)
“Cuando Merton nos dice que el paraíso es simplemente la persona, su yo radical en su libertad, libre de inhibiciones, el yo que dejó de estar vestido con su ego, mueve la misma idea que por tantos siglos y culturas nos ha preocupado a un plano personal, uno que exige de eso yo una relación distinta con el otro, reta la doctrina y el absolutismo de los ritos tradicionales de la iglesia, fuera de supersticiones y objetos sagrados. Sus escritos reflejan unas muy modernas intuiciones, con su pluralidad de formas que no pertenecen a un solo tiempo o a un mundo exclusivo; infinitos laberintos, mitos, ritos, leyendas, criptografías que de cierta forma, algo mundana, sirven de explicación para poder entender la relación tan de cerca y simbiótica que tienen ustedes dos. Lo mestizo del arahuaco-africano-europeo-charrúa-guaraní, y sabrá Dios qué más, se aclara y se junta. Me atrevo jurar, que ustedes han empezado a reivindicar a Jabibonuco, Diego, Micaela, Guanina, y han retomado y redefinido la labor de, entre muchos, Madame K’lalud. Me rio, pero que Dios me perdone, si blasfemo.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
El metal de voz de Daniel, estreñido, no cuadraba con su inteligencia, ni con su formación, donde el raciocinio era fundamental y que aplicaba con una impresionante frialdad; oía a sus interlocutores sin el continuo estar a la defensiva. Era distinto a mí.
Yo, siempre a la defensiva, de guardia, al acecho. Él, flemático, desprendido del otro, podía esperar sin preocuparse, oía y recogía lo que le interesaba, esperaba, calculaba y respondía de acuerdo a sus intereses. Documentaba las historias, las vidas, los relatos, las leyendas de los pueblo originarios sin aparentemente sentirse afectado por los mismos.
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- Gracias a la terapia primigenia, “primal therapy” pude explorar mis sensaciones y sentimientos, mis neurosis. En oposición a lo que proponían o siguen proponiendo los terapeutas más ortodoxos, el lenguaje como punto de partida. Cuando participé en los ritos afro-caribeños, se me activó un estado animo desagradable, que no podía atribuir a los espíritus solamente, que para poder entenderlo y explicarlo, necesitaba encajarlo en unos esquemas más amplios, que incluyesen los demás campos del saber, otras historias, otros pueblos, que ayudasen a que la tracción creada por las dos fuerzas opuestas dentro de mi cuerpo lograran integrarse.
- Puede que lo que hicieron tus espíritus en el Caribe, sea lo mismo que los que han hecho los ritos en el cerro donde se encuentra el cementerio charrúa; me ayudaron a encontrar el camino dentro de ese laberinto que me ha tocado caminar.
- Ya empezaste con la crisis, tus estudios, lecturas abrieron el camino, no podrás dar marcha atrás.
“La tracción sobre la que escribe Bárbara Coster, se manifiesta en el plano individual, en lo vivido por dentro, en los controles de la voz. En el plano social, en los estudios de culturas, se puede argumentar que la tracción puede llevar a los cuerpos primero a un choque y luego a una integración, un mestizaje, una comunión, como los puede llevar a la locura, tanto a los que la estudian científicamente, como a sus sujetos. La practicada por un tal Francois Curel con un grupo de charrúas llevados a París en 1833, documentada por Paul Rivet en ‘Les Derniers Charrúas’ y en trabajos posteriores entre estudiantes de antropología e historia en Uruguay ayuda a delatar y revelar lo demencial de los controles religiosos, étnicos, lingüísticos, sexuales. Jabibonuco no fue el único que sufrió, o que siguen sufriendo, las consecuencias de esas tracciones.
La tracción causada por sus estudios y las mal informadas tradiciones llevan a Daniel a pensar que tiene que redimir sus pecados. La sensualidad no es pecado. Lo agobia su sexualidad y la mira de lejos, en otros, como mira a los guaraníes y a los charrúas en sus ritos y relatos. Los pecados no fueron los de sus antepasados. Fueron los de los grupos siniestros que los manipulaban. Su camino lo va llevando por un proceso de cambio, igual que a Jabibonuco.
No es tan atropellada su vida como fue la del eunuco, quien en menos de una generación vivió siglos de diferencias conceptuales sin tener la oportunidad de conocer todas las historias que le precedían. Jabibonuco no pudo asimilar e integrar en su ser un pasado tan complejo, ni pudo integrarse a los nuevos mundos, ni se lo permitieron. Daniel puede lograrlo.
Puede continuar con lo que Merton comenzó. El monje no se preocupó por los relatos pataquíes, el Popol Vuh o las versiones guaraníes, charrúas de la creación. La resurrección es la versión judeo-cristiana de la reencarnación y Daniel ha comenzado a entrelazar esas ideas mientras reencarna sin abandonar su cuerpo presente." (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
Los estudiantes de antropología, en su mayoría mucho más jóvenes que Daniel y menos preocupados por su genealogía, compartían pan, carnes, papas, porotos y mate. Distintos a Daniel, los estudiantes de aquella nueva generación no estaban tan separados de sus antepasados, sus múltiples y contradictorios antecesores.
A la voz temblorosa de Daniel le respondían, la tranquilizaban con una mano sobre su hombro, una tierna sonrisa, unas lágrimas, durante el relato que informaba sobre el asesinato de su antepasado charrúa por un tal Rivera, el ultraje de la esposa, la crianza de un bebé por una familia de inmigrantes canarios, cuyos recuerdos incluían el asesinato de los guanches en las islas africanas, el exilio en Francia, años más tarde, de un grupo de charrúas que habían luchado por la independencia del Uruguay, y terminaron en un circo, unos supuestos parientes lejanos en Lyon que reclamaban descender de aquellos guerreros que fueron tratados como mercancías, entretenimiento, objetos de burla y alegados estudios científicos.
Ser un extranjero en aquel círculo académico, con herencia arahuaca, vinculado a Jabibonuco y los otros antiguos eunucos caribeños, servía de memoria, y de separación a la vez. Preguntas sobre los guaraníes, los inmigrantes, la función de las iglesias, la búsqueda y clarificación de la identidad le daba a la toma de mate una sensación de comunión histórica. El ciclo se había completado: Daniel descubrió que el centrismo en la herencia europea le negó parte de su historia, la historia de todos.
Que aquella ira que sentía cuando hablaba con algunos compañeros estudiantes, o con los morochos o los negros, que trataba de explicar, de buscar su razón, que no se daba con todos, estaba ligada a lo que era su estatus de burgués, euro-descendiente, a que sentía que ellos, los pobres, no podían hablarle como si hubiesen igualdad de condiciones. Su incomodidad con su vida lo estaba desnudando. El antiguo cementerio de los charrúas sirvió de espejo y le quitó las ropas, lo trastornó. Dejó de hablar, imprevisto, empezó a llorar.
Si Gunter y su generación en Alemania fueron obligados por la guerra a desnudarse por completo, Daniel fue llevado por su incomodidad con su placentera vida de cuarentón culto, en medio de una crisis existencial, rodeado de dinero y objetos, soltero y sin responsabilidades, a unos documentos casi prohibidos, relatos, leyendas, que lo ayudaron a desenmascarar la distorsionada historia y una genealogía fragmentada, y que en aquel monte donde quizás había cuerpos enterrados, le devolvieron su sentido del ser.
Después del rito, los escalofríos, las conversaciones con los demás estudiantes, los dos, muy tranquilos, bajamos del cerro cerca de Piriápolis y regresamos en bus a Montevideo sin decir palabra, agarrados de manos como si nuestra historia fuese la misma. Los detalles no lo eran, la conjugación de los cuerpos sí nos unía.
“La información que me enviaste la comparti con nuestras hermanas aliadas en conventos franceses, pues estamos documentando los vínculos de la Iglesia a través de organizaciones como la Orden de Rodas, a la cual pertenecían Pigafetta, Rivera, y de Curel, con organizaciones contemporáneas que intentan imponer un control central sobre los pueblos y sus evoluciones. Para principios del siglo diecinueve, la iglesia se había movido de tener solamente intenciones evangelizadoras a apoyar las investigaciones científicas que comprobaran la superioridad de los cristianos, y se sospecha que hubo experimentos con miembros de pueblos originarios, desde los muy explícitos como fueron el traslado masivo de niños y jóvenes en el Canadá y los EEUU a campamentos educativos, hasta las supuestas investigaciones científicas con puertorriqueños, guatemaltecos durante los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado; y durante el siglo diecinueve con miembros de algunas comunidades originarias en Uruguay, Paraguay, Argentina, Brasil.
De acuerdo a las hermanas en Francia, esa fue la intención de Francois de Curel cuando movió a Vaimacá, Senaqué, Tacuabé y Guyunusa a Francia en febrero de 1883. Sospechan las hermanas que una vez llevaron a cabo los experimentos, el tal Curel los vendió a un circo. Cuando tenga más información te la envío por correo electrónico. Te cuestionas por qué seguimos dentro de la Orden, pues porque de otra forma no podemos conseguir la información que necesitamos para delatar la extensa y siniestra red que ha participado en la supresión de información y destrucción de vidas y pueblos. Esa es nuestra verdadera labor religiosa. Es en lo que logro extasiarme.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
- ¿Crees que el que hayas estudiado en una escuela pública y yo en un exclusivo colegio católico sirva como factor para explicar las diferencias en nuestras actitudes, tan distintas, hacia la experiencia religiosa?
- En parte. Lo que queda muy claro que nos hemos movido ambos del animismo a la interioridad espiritual, de lo concreto a lo abstracto sin perder de vista el centro que nos guía, nos ata.
- Como los chicos que estudia Barbara Koster, el payaso es la letra o la letra es el payaso. Lo que no puedo negar es que los espíritus charrúas en el cementerio me obligaron a llorar.
- ¿Dónde comienza o terminan nuestras creencias y dónde comienzan lo que queremos conocer? Aunque no puedes negar que el porro que nos fumamos antes de subir al cerro ayudó un poco, ¿no crees?
- ¿Cuándo empezaste a hacer ejercicios de yoga?
- Cuando los curanderos me dieron un baño de aguas con plantas para ayudarme con mis muy volátiles estados de ánimo y terminé con una pulmonía.
- ¿Ya no vas a la iglesia?
- Con Jabibonuco terminó un ciclo. Cada experiencia religiosa responde a tus capacidades y las de tu entorno para comprender el misterio que presenta la espiritualidad, y en mi caso particular, los palos santos, las hojas de campana, los archivos incinerados por Sor Bernarda, los curanderos me obligaron a moverme sin perder el interés de entender eso que llamamos lo sagrado, la espiritualidad.
- ¿Quieres quedarte conmigo antes de que regreses a Nueva York?
9.3. El Éxtasis
“I-Yará pasó por la tierra y al ver despoblado un lugar tan hermoso, sintió un placer inexplicable y decidió llevar a Tupá un trozo de tierra. Tupá al tocar la tierra evolucionó, y en su máxima experiencia, se expandió, cubrió todo, amansó la tierra y le dio forma humana, creó dos hombres destinados a poblar la región. Uno era blanco y lo llamó Morotí, y al otro de color rojizo, Pitá.” (Daniel Mujica, “Leyendas, ritos y mestizaje de los pueblos originarios y sus efectos en el Uruguay contemporáneo.” Monografía Inédita, 1980)
- Vimos, primero, Teorema, una película de Passolini que trata sobre un extraño visitante que llega donde una familia de buena posición económica. Con su atractivo físico, exuberancia, dotes y carisma personal, les va seduciendo uno por uno: a la criada, al hijo, a la hija, a la madre y al padre. Después que la familia cae en sus redes, el visitante se va y la familia se queda desorientada, desubicada, sin saber cómo continuar con sus existencias. Una especie de éxtasis los había arropado y luego a tratar de entender sus vidas.
- Y luego, ¿qué hicieron?
- Pasamos la noche juntos, yo viajaba al otro día, regresaba a Nueva York.
- ¿Y?
- Nos quitamos la ropa, estudiamos los cuerpos, nos fumamos un porro, comentamos sobre el tamaño de los penes, lo sólidos o flácido de masa en las nalgas, los vellos, el pecho lampiño.
- Evita los detalles por ahora, que quiero ver los nuevos diseños de Nito Maldonado, los tienen en rebajas.
- Las rebajas están en el sótano y estamos en el segundo piso.
- ¿Y no tuvieron relaciones íntimas?
- No. Preferimos conocer nuestros cuerpos y las actitudes hacia los mismos, lo pasivo versus lo activo, lo versátil versus los roles definidos. Fumábamos, nos reíamos.
- Para, sigues luego, vamos a ver los nuevos zapatos que me recuerdan a las nenas de Degas. No sé por qué, pero me las recuerdan. Deben ser las puntas. ¿Desnudos, sin sexo?
- El deseo es tan objetivo como el pene parado. Es cuestión de poner freno y hablar sobre el mismo. El porro ayudaba. La noche pasó sin tener que llegar a ese tipo de entrega, de comunicación física.
-¿Comunicación física? Antes le llamaban venirse. Mira, muero, me extasío frente a los nuevos muebles que trajeron de Milán. Cuidado que no te tumben las brujas del East Side.
- Deseo sexual no faltaba. No era nuestro plan.
- Te entiendo. Yo no tengo que comprar para sentir el éxtasis que me activan los diseños. Vamos ahora al sótano, que es donde único mi presupuesto me permite comprar. ¿Se van a ver de nuevo?
- No sé. Lee mi cuento basado en Corín Tellado y tendrás la respuesta.
- Lo vas a ver, lo sé.
“Dile a Daniel que no le tema al amor carnal, que siempre ha sido parte de nosotros, de la colonización y de vuestra colonización. En mis lecturas sobre El Santo Oficio en las Américas encontré una epístola, Mundus novus, escrita por Américo Vespucio, quien cuenta que las mujeres de los pueblos originarios eran ‘lujuriosas’, que lograban ‘hinchar los miembros de sus maridos de tal modo que parecen deformes y brutales y esto con cierto artificio suyo’, que andaban desnudas, eso lo sabemos, que eran libidinosas, y que cuando se juntaban con los con cristianos eran ‘llevadas de su mucha lujuria’ y que ellas ‘todo el pudor de aquellos (los cristianos) manchaban y abatían.’ Por Dios, ellas eran las culpables de todo los que los indefensos colonizadores hacían. Ámense los unos a los otros.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
- Nos abrazamos.
- ¿Desnudos?
- Sí. No duró mucho el abrazo.
- ¿Cómo puedes controlarte? Ahí es cuando me enrosco y no me despega ni un rayo
- Eros no es solo sexo. Es conocer al otro cuerpo, al otro ser con quien te empatas.
- Perdona la indiscreción, se les paró.
- Por supuesto, nos separamos y dejamos que se bajaran mientras oíamos a Bajofondo
- Me ahogo. Me vas a obligar a ver porno o exploto. Respiro. Vamos. Deja que me concentre en Galiano. Mira como fusiona espacios, formas y épocas. No se sabe si es un arquitecto con telas, un escultor, si estás en casa de la Pompadour, un palacio en Kyoto, o en un carrusel. Lo que sí se sabe, es que estás en esta época. Distinto a la Nito Maldonado, cosiendo guayaberas. Tan monotemática, étnica.
- Tangos y milongas, y una hermosa tarde y noche en Montevideo.
- Para, no sigas, que necesito ver otro Galiano. Sus ángulos, esferas me matan. Floto ante sus tonos y con esas formas que se transforman.
- Prefiero las sombras que se formaban con los cambios de la luz que entraba por las ventanas. Proyectada sobre su cuerpo, la luz del atardecer, del verano austral, abrillantada por el rio, el inmenso La Plata, lentamente dibujaba sobre el piso de baldosas blancas y negras, delineaba sus movimientos, su figura masculina, sus extremidades, su miembro. Los matices de las texturas de su piel eran mirados de lejos; luego, sentidos con las yemas de los dedos, mis brazos extendidos. Él, recostado, boca arriba. Yo, sentado a su lado, a dos pies de distancia, lo acariciaba. No hablábamos. Sentíamos el ser, el estar juntos. Él temblaba ligeramente, se retorcía, ondulaba. Luego yo me recostaba en el sofá, en otro lado del piso. Él me miraba, se acercaba, me tocaba. Nos repetíamos por horas y horas, con una ausencia de tiempo.
Friday, August 26, 2016
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