Friday, August 26, 2016

EL PRINCIPITO URUGUAYO ES LEÍDO POR EL EX-PLANCHA BORICUA

El ex plancha boricua no respondía a las reglas de juego pequeño burguesas a las que estaba acostumbrado El Principito Uruguayo. La residencia en cajones obscuros no había preparado al siniestro armariado principito uruguayo para poder enfrentarse a un hombre culto criado entre carencias; y el boricua tampoco era presa fácil de ideas pueriles tomadas del libro de cabecera de los que sufren de adolescencia estancada: El Principito.

Distinto al mundo de comodidades materiales y modelos rigidos de cómo decir qué, cuándo y dónde, que el uruguayo daba por sentado,  el viejo boricua había conocido unos cuantos farfulleros clases medias en su caminar por el mundo y no tenía intención de callar por causa de orgullo de clase o por mantener los buenos modales en la esfera pública; crecido y curtido en un arrabal, sabía lo deshonestos que podían ser los señoritos diestros en el manejo de protocolos, y para expandir sus horizontes, conocía al pie de la letra la literatura que cubría los asuntos sobre derechos civiles, uso y abusos de las personas de la tercera edad, y la función del activismo micropolítico en la defensa de los más vulnerables.

Aunque tambaleó muchas veces -la capacidad para seducir sexualmente que El Principito Uruguayo poseía y expresaba dejaba chiquito al más baboso Casanova-, el boricua no cayó por completo en las garras del morboso cuarentón. El saludo y cita tomada del otro principito que cautivó a tanto viejo gay: "Mi puertorro: Si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad uno del otro. Para mí, tú serás único en el mundo. Para tí, yo seré único." no fue respondido con una entrega total, sino con un: "¡Carajo!, ¿y quién puñeta quiere ser igual a otro?"

El ex plancha contrarrestaba con groserías, lenguaje burdo y crudo; respondía con argumentos sólidos y bien fundamentados a las posturas elitistas, los falsos principios tomados de El Principito, y a otros mensajes racistas: "Puertorro, ¿por qué no compras en la torre que Trump quiere construir en Punta del Este?", que justificaba con un "me gusta encenderte para ver cómo respondes".

-"¿Y crees que yo quiero vivir rodeado de un montón de nuevos ricos en una vulgar y anónima torre de concreto? Me gusta más tu Ciudad Vieja. Tiene personalidad y vida dinámica": el ex plancha boricua no tenía ningún interés en ser burgués:

Pensando que ya había agotado todos sus recursos, que no podía jugar más con alguien cuyas reglas de juego eran otras, y que ya no quería saber más de su "mi puertorro", El Principito Uruguayo se despidió con un "tengo problemas familiares y no puedo escribirte más". Lo menos que se imaginaba era que su gusto por "encederte...." no iba a terminar con su despedida.  La llama no se apagaba tan fácilmente.

El ex plancha comenzó el planeo del outing de uno más de los que la comunidad gay radical a la que pertenecía el boricua quería sacar del clóset, de sus cuartos obscuros, su vida llena de mentiras, fraudes románticos, humor negro, juegos deshonestos con hombres mayores, desenmascarar a El Principito Uruguayo.

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