En vez de la navaja que usaba Querelle, estaba la lengua del contador conocido como el Principito Uruguayo. Ambos -Principito Uruguayo y Querelle-, expresaban sus deseos de destruir, sadismo verbal, humor negro. En vez de los bares donde se acercaban las putas y putos franceses al brillo y filo de la cuchilla del chulo francés, el Principito viajaba por la red cibernética donde los viejos mestizos leían y oían el racismo vestido de humor cínico, la crueldad del siniestro "mischling", el casanova sudamericano. Cuando se dieron cuenta, los objetos de Querelle estaban sin vida; los del Principito, sin ego.
Sin pizca de moral, completamente despreocupados por las consecuencias de sus actos, solo buscaban satisfacer su morbo. Sus víctimas, sin proponérselo, pero igual de destructivos, deseaban ser dominados, poseídos por la maldad del otro. Estos dos seres obscuros y sus presas encontraron sus autores: Querelle a Genet; el Principito a uno de los planchas que tanto despreciaba, un viejo boricua que, una vez fuera del círculo vicioso, decidió relatar lo sucedido y publicarlo en este blog y, pronto, en formato de libro como parte de la colección Suicidios.
Tuesday, February 14, 2017
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