Friday, November 3, 2017

MONTEVIDEO A PUNTA EN VOZ DE LA TELLADO (NOVELA-BOLERO)

MONTEVIDEO A PUNTA EN VOZ DE LA TELLADO
(NOVELA-BOLERO)

(c) Gerardo Torres Rivera
     (2013-2017)

BOLERO #1: PENTAGRAMAS

La noche de anoche fue acompañada por "una mujer de ojos color turquesa, rostro de nácar, sentada al lado de un hombre de pelo gris, apuesto galán hacia quien ella extienden lentamente sus angulares y finas manos, uñas rojo encendido, en camino a Punta del Este."

"El chillido de las llantas sin control acompaña al bolero. Presiona el freno. Ella retira las manos, rasga la tela del asiento, las  lleva hasta los muslos, la falda, la boca; un suspiro.  El Porsche destruido."

"Silencio sepulcral. Sonidos de sirenas, los amantes": ofuscados recuerdos de la pasada noche, la que duró diez años en cuajar y volvió a empezó la mañana siguiente, un  día de San Valentín.

La voz de Corin Tellado cantaba a duo con Lucy Fabery:  "La noche de anoche".

14 de febrero, 6:00 a.m.: Ding, ding, ding timbrea el email, del café a la pantalla en menos de un segundo.  Un San Valentín que no esperaba y el re-inicio de una relación perdida, no olvidaba, neutralizada, para esta mañana ser activada de nuevo sin "deletes". ¿Hasta cuándo?

Empezó hace diez años y aquella mañana, día, noche de San Valentín volvió, "yo que estaba tan tranquila...", en duo con Lucy Fabery, tantos años más tarde, sigue, no para, otro bolero.

14 de febrero - 14 de marzo: Los dings se multiplican, diez veces al día, esta historia, otra, sugerencias y deseos de compartir mucho más que mensajes cibernéticos: vivir juntos,  casas y playas; dudas: estoy muy viejo, no importa, te cuido, me cuidas.

Hay que pausar, el subir y bajar de emociones sueltan las defensas y las verdades empiezan a aparecer, los celos infundados, equivocados juegos eróticos y repetición de lo que ya había antes detonado la separación.

En Montevideo lo conocí. Su enrizado pelo negro, sus ovalados ojos morunos dirigían el deseo: poseerlo, besarlo, caminar por las ramblas, de manos. Me controlé. "Como en un sueño sin esperarlo...", y eso fue todo, un sueño en tiempo de bolero cantado a duo con Corín Tellado. 

"El duo Tellado-Fabery, el Porsche destruido: 'todo es nuevo para mí, estoy aturdida'."

14 de marzo, 6:00 a.m.: Ruptura y definición de espacios e intereses. Otro hasta luego, otro relato, otra despedida, quizás diez años más tarde. Una explicación poco telladiana detona los conflictos.

¿Raíces distintas? Como si fuese una mata de yuca. Delete.

"Sí estoy sintiendo lo que nunca sentí" enreda la una vez tranquila vida, ajustada a la edad, los relatos predecibles, las rutinas; desplaza las contradicciones, las ideas sobre orígenes, sexo, deseos, "te lo juro, todo es nuevo para mí”: repite la Fabery.

14 de marzo, 7:00 a.m.:  Me identifico con el cono sur, tomo mate, oigo boleros. Me desarmó y elevó el volumen de “la noche de anoche". Proceso las últimas semanas, los últimos diez años.

Yo que estaba "disfrutando de esa calma de un amor que ya pasó", en esa etapa, edad madura, cuando quedan solas, quietas las palabras, los sentimientos apaciguados, hasta que vuelve, escribe, empezar de cero, de nuevo. y cuestionar: "qué tú estas haciendo de mi.....".

14 de marzo, 9:00 p.m.: Un ding, otro ding y otro ding me atraen a la pantalla, pide una segunda oportunidad, todos los antepasados llegaron en bote, yolas, a pie, sin compromisos, conocernos, una segunda oportunidad.

"¿Qué quée?, si llevamos diez años en ésta” -Le digo que sí.

Vuelvo a sentir lo que no quería despertar, lo que esta noche "....me hace comprender, que yo he vivido esperando por ti".

15 de marzo, 4:00 a.m.: La voces que hablan en bolero y los boleros narran los delirios de la mujer de ojos color turquesa y largas acicaladas uñas color rojo subido, sus lamentos, sentirse engañada.

-Por qué me llevaste hasta Punta del Este, si sabías que vos no me querías? Mentiras, puras mentiras, tus correos eran puras mentiras. 

"Estoy aturdida".

Y así un capítulo más de un romance separado por miles de millas de distancia, espacios y tiempos curvos, una novela rosa contada en bolero con un final feliz.

"Yo que estaba tan tranquila.”


Inaudible, casi inaudible, rogaba: "Perdón, si es que te faltado" -desgarrados sus llantos, lleno de dolor, de rodillas frente a un altar dedicado a ella.

"Perdón, cariñito amado": respondía, sin fijarse en ninguna imagen en particular, embelesada, pasaba las páginas del álbum de fotos dedicado a él, y solo a él; a su gran bolero.
"Si tú sabes que te quiero": confesaban, en dúo.
Anhelos y esperanzas se vieron casi perdidas durante lo intentos anteriores cuando Daniel Santos y Orlando Contreras trataron de calmarlos. No lo lograron; no pudieron satisfacer las ansias de los amantes y las del autor; y el culpable fue Daniel.
Su muy particular estilo de lumpen arrabalero los desconcertó, poco amoroso, nada convincente; diluyó el perdón que tanto querían oír, sin las caricias o matices que comunican la vulnerabilidad sentida por todos los que deseaban la reconciliación, "que es todo lo que ansía mi pobre corazón".
Otros interpretes, durante las mismas tormentas en Punta y en Manhattan, obsesionados con una única ilusión, amar de nuevo, mantuvieron viva esa fuerza interior que se teme pueda desaparecer; esa que en un momento, cuando no hay la remota posibilidad de volver a ser un solo cuerpo, dos en uno, no desaparece por completo; la fuerza que "dentro, muy dentro" lleva a los amantes, el autor, los boleristas a profesar el amar sin condiciones; la fuerza inexplicable; la que quizás es el amor en su más puro estado; esa que logra que los amantes continúen por la "vereda tropical", hasta encontrar a aquellos que posiblemente podrán ayudarlos a empezar de nuevo; la fuerza que "ansía -su/mi- pobre corazón".
Marc Anthony y Ednita Nazario, menos soberbios que Daniel Santos, más sublimes, ayudaron a recuperar los anhelos, la esperanza; aliviaron "el intenso vacío", la inquietud del pobre corazón que "todo lo que ansia cuando ama" es pedir perdón.
- Perdón nunca nos ha faltado. Vida de mi vida, perdón
- Te amo. No puedo seguir si ti. No me quedan fuerzas.
Los dúos acompañan los delirios del apuesto galán, el que, a pesar de tantas veces oír las distintas versiones del perdón, sigue sintiéndose engañado:
-¿Por qué me llevaste hasta Punta del Este, si sabías que vos no me querías? Mentiras, puras mentiras, tus correos eran puras mentiras.

Y así una vez más, un romance, separado por miles de millas de distancia y entornos, el cual, al igual que en el primer capitulo del mismo -siempre cantado, contado a dúo-, puede que tenga un final feliz o puede que, para los enlodados en lágrimas, desbocados en risas, se repita, o que encuentre otras versiones de un mismo bolero.

-Estoy aturdida, el Porsche, ¿dónde está?

El autor, la novelista en voz ajena, los amantes, bolerista, todos juran que jamás nada, ni nadie los separará; que "adorar ansía", y "como en un sueño", se dejan, atreven pedir "perdón, vida de mi vida".

BOLERO #30: ORGASMOS

"Cómo imaginar que la vida sigue igual": preguntaban muy tarde en la noche, desveladas, repetían las muchas y distintas voces de Roberto Yanés, Tito Rodríguez, nosotros los "que nos hemos amado tanto", en ambos polos continentales; una inquietud mitigada, embadurnada, empapada de placer por el suave silbido de las brisas australes en las aguas del Atlántico Sur y los tímidos golpes de los copitos de nieve sobre el cristal del ventanal en el norte.


Una preocupación delirante, un orgasmo, en cuerpos separados por tierras y mares, formulada en forma de preguntas, sueños, deseos de saber, de ruegos, "escríbeme", ganas, "son tus cartas mi esperanza", miedos, "cómo despertar si tú no estás", conjugados en las voces de Yanés y Tito; en las nuestras.

Cómo pretender otra realidad, cómo consolarnos, si falta uno de ustedes o nosotros, o el bolero deja de acurrucarnos, erizarnos, prender cada hormona, convertirnos en puros deseos, son las interrogantes que formulamos y vivimos juntos, grabadas en cartas, vídeos, correos cibernéticos, discos, textos en la tableta electrónica con sus silencios y borrones. Tantas preguntas que pueden ser alentadas o tranquilizadas por la esperanza; explicadas por "temores o alegrías"; subsanadas por las tonterías, las que vivimos juntos en ambos sitios: el frío norte y el caliente sur, "nosotros que nos amamos tanto"; en un bolero que no puede existir sin la "misma vida mía".

-¿Dónde estoy? ¿Dónde? Por favor, digan, respondan, ¿dónde estoy?
- El Porsche, ¿de quién era?

"Cómo imaginar si la vida sigue igual", en las voces de Tito Rodríguez y Roberto Yanés despertaban los temores, traían alegría, aliviaban las inquietudes de los amantes, ¿dos hombres? ¿Uno?

 "Y aunque sean malas nuevas"; canta, escribe, cantan, escriben, van y vienen.

-¿Bailamos?

BOLERO #12: RONDAS

El coche partió tarde en la noche de luna menguante, de rondas y desvelos; circuló por otros caminos, tan tristes como los que Agustín Lara vio cruzar por su balcón, acompañado por las luces fragmentadas de una quebrantada luna, en espera de la Félix, y una continua tonada, un repetir del "cómo fue, no sé explicarme que pasó", antes del accidente en la carretera de Punta. Mucho antes del Porsche terminar destruido, un bolero, otra canción, comenzó el final del relato en la tableta.


"Noche de ronda"  por la Elvira Ríos, sus pausas extensas, silencios entre fraseo y fraseo, ayudaron a aguantar la eterna espera al lado de, ¿un pino?, o de un palmar cerca de la orilla del mar, mientras que, a lo lejos, en la playa, se veían dos siluetas, dos cuerpos, celebrando una cita, embestidos por las olas, dos amantes completamente desnudos, en erótica armonía con los susurros de la Rios: -"Qué triste pasas.... Qué triste cruzas.....Por mi balcón"-; sirenas, ambulancia; desde el Porsche destruido, los quejidos.

-¿Dónde estoy?
- ¿Qué hago aquí?
- El Porsche, ¿de quién era?

"¿De quién hablan, qué esperan, si todo fue y no sabrían decir lo qué pasó?" fue el mensaje que anunció el  timbre del correo electrónico, sonoro y agudo, capaz de despertar con facilidad a quien es ligero de sueños. Sin esperarlo, a las ocho de la mañana montevideana, cinco de la madrugada en el norte, se acercaron las voces y textos del relato tellediano: los dos amantes en camino de Punta.

El grito de dolor, entretejido con la voz de la Collado, se pierde en la frontera que lo separa del placer invernal; del bolero que se oye a lo lejos, "pero muy lejos", desde el sur, en la carretera Inter-balnearia, bañado por otras aguas y vientos australes, sin poder decir "cómo fue" ni explicar, ni "decirte qué pasó"

-El Porsche, ¿destruido? 

BOLERO #59: CÓDIGOS

Versiones: "Tantos que dicen tener un pasado", lo mismo en Punta como en Manhattan. Incluso, puedo encontrar las distintas historias y llegar a cada una de ellas en menos de un segundo si la fibra, los discos, o el satélite lo permiten. Después de todo, no importa saber cuál es la definición del amor ni "la ecuación que lo explica", si la Fabery cuenta "nuestra propia versión".


Motivos: Cada bolero reconstruye la "caravana de recuerdos [que]  "por mi mente ha pasado" , y así, "de noche mi corazón despacio", puede presentir "tu imagen perdida en el espacio".


Susto: Busco la versión de Lucy Fabery y Humberto Ramírez, o aquél u otro bolero en la lista de la tableta, el celular inteligente, y no están. Youtube no lo ha archivado.


Alivio: Encuentro la interpretación de René Barrios entre los CDs que siguen rodeados de libros.


Desespero: La tocaCDs pierde y gana velocidad sin ningún tipo de control; no oigo un bolero, el ritmo tiene aires de bachata.


Respiro: Recuerdo a los antiguos LP33rpm que guardo en el armario.


Miedo: La aguja de la envejecida todadiscos puede que esté gastada.


Delirio: La aguja no ha desmejorado; sigue igual. Oigo otro bolero como si estuviésemos en uno de los bares, cafetines, calles, casas, coches, puertos por donde "nuestras mentes han pasado", y bailamos los "rastros de nostalgia" en el Andorra de Montevideo, el Gato Tuerto de San Juan, el Corso de Manhattan.


Regreso: El CD de la Fabery y Ramírez no lo tengo; te lo regalé durante nuestra primera cita. Te escribo un correo electrónico. Contestas con un enlace, y "sin esperarlo", te me acercas, te hablo, beso, acaricio, y juntos, "tantos que dicen tener un pasado", muy juntos.


-¿Bailamos?


Vivimos en bolero "nuestra propia versión".


-Sí.


BOLERO #27: RUTAS

El bolero no tiene escape; en cada paso, espacio, los recuerdos "imposibles de borrar" se llevan "cicatrizados en el alma", en los pasos sobre una loseta, una libreta, un cd, un mensaje de texto.  Quién recuerda a quién "no importa saber"; "ni de dónde vienen, ni de dónde vengo, ni hacia dónde van". cuándo comenzaron los laberintos emocionales caminados sin poder parar la "triste caravana que por mi mente ha pasado".
No importa saber cuál es la ruta, la que tantas veces ha sido andada por las páginas de novelas rosas, ensangrentadas por "flores negras" o enternecidas por los boleros que le sirven de puente entre una forma de amar y otra, un acamino u otro.
En Manhattan, Montevideo, Punta, en cada uno de los hoteles, casas, hospitales, bares, calles se encuentran huellas, voces que retan a Elvira Ríos, a una travesti en Youtube, a Johnny Albino, Martha Rosa Lima, o al disco durante una tormenta invernal, "quizás, quizás, quizás", que "el amor no mataron".
- No, no se acabó.
- Mentiste, solo me diste una ilusión, "engaño, mentira, maldad, falsedad".
Cada memoria arrastra una imagen, un pacto indestructible. una acaricia por la espalda, un temblar inexplicable, silencios extensos, súplicas y besos tiernos, una lágrima, un grito, un extenso suspiro, un bolero escrito sobre piedras, pantallas, "papeles, tan solo papeles".
Cada memoria evoca tantos amores comprometidos, tan poderosos que sirven de barreras frente a otros amores, y enfurecen, enloquecen, hacen daño, si así lo deciden, o ayudan a ir de un capítulo a otro; ser cantado, contado.
- Se acabó. Aléjate, "no me platiques más". Si me ves "cualquier día por esos lugares" que yo frecuento, no me mires, no me hables.
- Lo siento, "perdóname", lo tengo que aceptar, el Porsche era de mi padre.
-¿Bailamos?
-En otra, si no "tratas de olvidarme". 



BOLERO #53: LOSETAS


El mapa de nuestra piel no permite olvidar las dimensiones del espacio -pegados cuerpo con cuerpo, sin mover los pies más allá de una nota-, donde "dos almas que en el mundo" zigzaguean sus deseos:  una loseta, el bolero y nosotros.


Baldosas cargan la memoria de los dos cuerpos, "almas que en el mundo", en un continuo baile: en blanco y negro, las del apartamento en el antiguo edificio del San Juan de antes; opacas, despintados azules, las muy envejecidas en Montevideo; puro concreto, sin losa, cepillado por el tiempo y tantos bailarines en la plaza llena de palmeras en Veracruz. "Dos almas, que se amaban, eso éramos tú y yo".


- ¿Bailamos?
- Sí.


Losetas sobre las cuales "quedan alegrías para darte", durante "mil noches de amor que regalarte", de nuevo, nos llevan con sus recuerdos a frotar cuerpo con cuerpo, respirar lentamente, palpitar en conjunto, acariciar las espaldas, mojar los pelos, repetir en voz casi inaudible: "ámame por piedad yo te lo pido"; "..... a las estrellas", ".....donde nadie nos ve".


 -¿Quiénes cantan?
- Lucecita, Valeria Lynch, José Feliciano.
- ¿Para decir adiós?
- No. ¿Bailamos?


BOLERO #3: SENSACIONES


Lo acompaña Lucy Fabery: "Tu vida ya me pertenece a mí, porque en mis sueños te concebí". Calla, mira a su alrededor, el invierno del norte lo obliga a abrigarse, sigue con la Fabery en el fondo: "Eres sensacional...". Siente con mucha pasión el estar enamorado de las sensaciones que los boleros provocan .

"Grita: 'Mentiroso, mentiroso'. Camina hasta la salida, las manos le tiemblan, las alza hasta el tope de la puerta de la habitación en el hospital en Montevideo, rasga la madera, cae de rodillas, grita de nuevo: '¡Mentiroso, mentiroso!'. Llora. El llanto en descenso, emite un murmullo, repetido una y otra vez: 'Mentiroso, mentiroso, mentiroso'."

La Fabery no miente, tampoco calla, reafirma lo que el bolero dice, que todo fue un "sueño que mi mente creó".

"Llora desconsoladamente y dice con voz desesperada, casi silabea, llena de resignación: 'Mentiras, mentiras, mentiras. Me entregué en cuerpo y alma. Confié en mis deseos y tus boleros'."


Para de leer el guión, abre la tableta para chequear sus correos electrónicos, salta a enlaces, regresa a los correos y contesta el mensaje que le sirve de catarsis, aliento, ahogo, razón para explicar a alguien más por qué no puede estar sin sus equipos electrónicos, sus boleros, y el "amor que me brota del alma al cantarte a ti, a ti": Lucy Fabery lo sigue acompañando, al guión, a ella, a ellos. 

Un solo mensaje electrónico fue suficiente golpe para abrir la respiración, controlada durante la sofocante espera. Con el enlace que lo lleva a las fotos, los recuerdos, sensaciones, el estado de ánimo se mueve del espacio que ocupan los boleros, el guión, la ansiedad, a los planos donde se es guiado por la razón.

- ¿Qué quieres?
- ¿Por qué me hablas así?
- ¿Qué tú crees?
- ¿Cuándo comenzaste a usar el tú?
- ¡Qué importa!
- Importa sí. ¿Dónde estás? 


"La luz de la calurosa tarde del febrero austral alumbra la habitación color blanco estéril; delata con las sombras el impresionante y cargado mundo de tubos y equipos que maquillan con sus brillos y líquidos la pálida cara de la que pasó su vida detrás de una telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros. Los recuerdos se confunden con los sueros de todo tipo que la unen a otras fórmulas, otros recuerdos nebulosos, el Porsche, destruido, sin memoria clara de la noche de anoche."


La Fabery continúa por todo el apartamento en Nueva York, la red, en Youtube.com, en las colecciones del gobierno digitalizadas, en la tocadiscos de 33rpm, en otros capítulos de la novela bolero: "Eres sensacional, porque en mis sueños te concebí". 


-"¿Bailamos?"
-"Ahora no." 

BOLERO #60: ESTADIOS

Crecí contigo en cada bolero, con cada bolero. "Te quise con alma de niño", sincero, embriagado por el deseo, entregado por completo, engañado por la ingenuidad, para, "sin esperarlo", ser llevado a darme cuenta "que todo fue un sueño" cuando luego, en otra calle, otra esquina, "vi gente correr y no estabas tú".

"Eres mi bien" -susurré- "la primera noche que te amé" -en Punta, ¿o fue en Montevideo?- "lo que me tiene extasiado", intranquilo, reemplazando la necesidad de ir al cielo, porque "la gloria" eras vos; ojos verde-gris que me incitaron al amor, "luciérnagas furiosas" que fueron mi consuelo, "que le dieron luz a mi vida, apagándola después". Luis Miguel, en el fondo, entendió que aquella "puerta se cerró detrás de ti", que te ibas, pero que volverías con otro bolero, en otro bolero, con Manzanero.

"Mía" logró consolarme, me preparó para lo que vino después: aceptar que aunque fuiste mío, ibas "por otro camino", que jamás nos juntaría "el destino", pero que no me desanimara; que con Manzanero te encontraría de nuevo, distinta, atrevido, cambiada, dispuesto a experimentar "nuevas y mejores emociones", a mirar "la luz del otro lado de la luna", a sentir sus faces en cada loseta, sala, terraza, puerto, bolero; reconocer que dentro de mis entrañas tu melodía, tu amor, "tu presencia no la cambio por ninguna”.

-¿Bailamos?
-Sí. 

BOLERO #51: LABERINTOS 


No fueron los que filmó Almodóvar ni los que, mucho antes, grabó y caminó la Lupe en su disco L/P Laberintos de Pasiones. En otros espacios y por otros personajes, arrastrando los pies, a veces, o, en otras, a pasos ligeros tamboreando el eco, una pausa, una nota, un bolero, rastreados, caminados sus entuertos, rincones obscuros, entretejidos, "¿bailamos?", tenuemente ensombrecidos o ligeramente alumbrados por luces filtradas a través de las palabras; la melodía.
- ¿Bailamos?
- No, ahora no.
- ¿Tienes miedo?
- Sí.
Cantan, canta entregas completas, susurros, temores, amores prohibidos, desilusiones, ilusiones, deseos, pasiones, pasos lentos por interminables pasillos, dos amantes, boleristas, autor. Se encuentran:  "...todo a media luz", y aseguran de que nadie los persigue, que su amor, "crepúsculo interior" delineado por "sombras nada más", no sea traicionado "...en el camino..." por "una sombra de odio" que una vez "apartó a los dos".
"Dos almas que en el mundo....", Leo Marini, se aman, "a media luz los besos, a media luz los dos", en un rincón, "en la oscuridad donde nadie va/ que no se oiga mas que tu respirar"; y en una esquina, "que es un escándalo dicen y hasta me maldicen por darte mi amor", al final de un largo y obscuro corredor gótico, se esconden y sacian sus placeres, "que si esto es escandaloso, es más vergonzoso no saber amar."
Siguen por el laberinto del cual nunca, quizás, encontrarán la salida; "que es un escándalo dicen", y con un bolero, "sigue la corriente y quiéreme más", descubran que los laberintos son su transitar por esta vida. Pausa.

Separan: "... tal vez nos veremos después”.

BOLERO #61: REINCIDENCIA



Se hizo bolero, comenzó "la noche de anoche", la noche de no terminar; tan llena de soledad, tan llena de ti.

"Ebria canción de amargura", de placer "que murmura el mar", logró reunirte conmigo y convertirnos en un solo, un algo, alguien "más allá de mí", más allá de ti.

- ¿Nos habíamos separado?
- No creo.

Me acompañaste, "me acostumbraste", me enseñaste "todas esas cosas", nos amamos. "que son maravillosas", entremezclamos furias y alegrías, risas, "llanto de luna".

La noche de anoche, "silencio de olvido", llenó la soledad, contigo, dentro, muy dentro de mí, de ti, se hizo carne, lujuria, recuerdos, "besos, muchos besos".

- ¿Bailamos?

BOLERO #8: DESTINOS


A las cinco de la mañana el café con leche protegía -jugaba, quizás, con el ruido del viento- contra el invierno; ayudó a restarle atención al timbre de la portátil y a su pantalla alumbrada por el cambiante reflejo de luz; acompañó al baile de los copitos de nieve, a la tormenta invernal que arropaba a Manhattan y a los  chillidos que venían desde la calle, causados por el poste de la luz: un ruido estridente de metal; no preparó al receptor del mensaje para lo imprevisto: una escena, un romance como parte de un capítulo más en la novela-bolero, fundamentado en una película inglesa o serie televisiva: Pennies from heaven.

Otro café, boleros. La Tellado canta "La noche de anoche", las últimas semanas, los últimos años "disfrutando de esa calma de un amor que ya pasó", en esa etapa, a la edad cuando quedan solas, quietas las palabras, y hacen comprender, que se ha vivido "esperando por un amor que ya pasó", un amor que sigue siendo narrado, cantado, acompañado por la voz de la Tellado y el recuerdo de los delirios de la mujer de ojos color turquesa y largas acicaladas uñas color rojo subido, tendida en el Porsche

-Estoy aturdida, yo que estaba tan tranquila. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
-¿Quién cantaba cuando salieron de Montevideo?



Un bolero pone en perspectiva lo vivido, lo esperado, provee compañía, sirve de espejo, reconstruye el andamio de los sentimientos, sensaciones, las desmantela, y permite recorrer el camino de quienes ocupan múltiples espacios, el suyo y el de los otros, amores y boleristas, aguardando por una resolución, un desenlace, una idea sobre el amor, cómo expresarlo, o simplemente vivir el amar, el romance, en su estado más puro, con nadie más: uno y bolero.


BOLERO #45: REBOTES


"Contigo aprendí" cantaba José José, decía que podía amar sin filtros, "que existen nuevas y mejores emociones", durante el baile, la escritura, al lado de la tocadiscos, junto a tantos boleristas y amantes.

"Aprendí que"  se puede amar de distintas y enriquecedoras formas , conocer la soledad, "vi gente correr y no estaba tú", reconocer y aceptar mis deseos, "ya son las doce y no llegas", los tuyos, "un mundo nuevo de ilusiones", motivos ocultos, la desidia, caprichos, tramas, perfidias.



Aprendí a disfrutar las cadencias de los cuerpos, rendirnos, "acércate más y más", desnudarme, explorar motivos ocultos, tolerar el desprecio de los otros y otras, su incomprensión, lo que diga "la gente que yo soy la mala", a ser el niño, "ser dichoso", la niña, "que está pidiendo amparo", dejar que el camino guiase el rumbo,  separarnos, alejarnos, "caminemos, tal vez nos veremos, después".

Enterneces, coqueteas, bailas, hablas, oyes , rebotas, yo contra ti, tú contra mi, escribimos con nuestros cuerpos, "nosotros que nos queremos tanto", sobre una loseta, crecemos frente a un teclado, al lado de un disco, juntos para poder explorarno, "nosotros que fuimos tan sinceros".

- ¡Qué importa si esta vez no estamos juntos?
- ¿Cuándo quién era el cantante?
- Siempre vuelve.
- El Porsche, ¿de quién era? 


BOLERO #13: GANAS

Amar con ganas, lejos de la sensatez, entregarse por completo sin barreras, perderse en la lujuria, negar los vaivenes de lo cotidiano, es querer "con alma de niño"; y luego, cuando el corazón "te nombra", despiertas; y al ser incapaz de explicar "cómo fue", qué pasó, vuelves a caminar por las calles, los puertos donde se vieron, a revivir las noches de ronda para, quizás, entender los recuerdos, los rastros de nostalgia dejados por amores fracasados, en espera, las imágenes vagando entre sombras.
Mas cuando piensas que todo pasó, listo para cerrar un capítulo de una novela rosa, "aun sabiendo que no estarás a mi lado", suplicas que un milagro lo -¿la? ¿era ella?- devuelva a tus brazos, y en medio de un trago, una última copa, el milagro se logra en un bolero.
- ¿Por qué me hablas así?
- ¿Qué usted cree?
- ¿Cuándo comenzaste a usar el usted conmigo?
- No importa, ya todo acabó.
Todo acabó, y no lo aceptas; sigues insistiendo en un amor que se perdió en la nada; no concibes que "ese sueño de amor terminó, que la vida los separó", que llegaron al final de una ruta que estaba marcada, cuando el otro -¿la otra?- está muy seguro que es preferible olvidar que sufrir.
"Y si acaso te preguntan", te preguntas, "que cuándo, cómo, dónde", respondes, te responden, sin saber donde se va a llegar, sin saber si se va a encontrar el camino, respondes, te responden, "tal vez nos veremos, después".
- El Porsche, ¿de quién era?
- ¡Estoy viva!
- Sí.
-¿Dónde estoy?
- En una cama, un sanatorio.
- ¿Qué hago aquí?
- Un accidente en camino a Punta.
- ¿Por qué? ¿Por qué?
- Un accidente, anoche.
Anoche, otra noche, muchas veces, el corazón, despacio, en los sueños, en la voz de la Tellado, sigue apareciendo, presintiendo una imagen perdida, "una caravana de recuerdos" pasa por la mente, unos "rastros de nostalgia", unos ojos que buscan, "aun sabiendo" que no estará a su lado, un milagro que lo devuelva -¿a ella?- a sus brazos.
"Triste maldición". En el sueño no se logra el encuentro completo. Y al despertar, consciente de "lo difícil que es entrar de lleno a una vida sin encantos", donde ni la pena puede "ahogarse en la inmensidad de un llanto", pregunta: "¿Y entonces?"; recuerda que "sólo de verle temblaba"; se transformaba, y jura, grita, le dice que si te quiso así, pobre de él, ella; si ahora trata de olvidar, se ve que no conoce lo "poco que ha vivido",
Es muy difícil, muy lento ese proceso de olvidar, y aunque un "aparente olvido" al amante asombre, tranquilice, ¿qué hará cuando alguien sin querer les nombre, cuando esa lluvia de recuerdos caiga "en su alma otra vez", cuando al comenzar el día rehuse recordarle? "Sin querer me nombre".
Tratará de definir el amor, "esa difícil ecuación", dará "su propia versión. mil definiciones de lo que es amor", justificará esa vibración que en el alma comienza, y se extiende tanto que ya "ni se piensa en el deber, en el honor", apelará al instinto creador, y una vez haya agotado las explicaciones, las justificaciones para explicar el fin del bolero, la Rexach le dirá: "pobre de tus días si los usa para olvidar."
-¿Y entonces?

BOLERO #14: DELIRIOS


Los boleros no dejaban de aparecer en los discos, en la pantalla de la tableta, contando la historia de un amor, el nuestro o el de los amantes en camino a Punta; romances únicos que no tuvieron "otro igual", mas "en la distancia", sus coordenadas, hilos conductores podían ser reducidos a sus más elementales cualidades: "todo el bien y todo el mal" en "la historia de un amor".

Recuerdos cuyas historias perdían importancia frente a los sentimientos fundamentales, los más básicos - amor, odio, miedo, deseos carnales -, seguían dentro, muy dentro, activados por un mensaje cibernético, un feliz día de San Valentín, una llamada imprevista, un rechazo de la mano, un disco, "recuerda que tan sólo de verme tú temblabas".

"Náufragos que en el..." o son "nieblas del riachuelo" las que despiertan el placer que se siente cuando el otro te desea, y quieres que así sea porque también lo deseas, la deseas, en "la calle en que nos vimos", o que "sin esperarlo", obligan a revivir el rechazo y las ganas de vengarse, el rencor que se siente, suprimido por la resignación o despecho: "si me quisiste así, pobre de ti si es que ahora tratas de olvidar".

Recuerdos que en el peor momento, obligan a experimentar de nuevo un miedo crudo, un terror a que después de pasar "la tempestad quedará sobre la calma un inmenso vacío, un corazón hecho pedazos", y que solo puedan ser recogidos en un bolero, una historia de amor, sus dos amantes.

-¿¡El Porsche destruido!? "¡Qué será de ti si...!

Ni el coche, ni nosotros o ellos, ni las tormentas invernales del norte o las lluvias y vientos australes -aquellas substancias que le dan cuerpo a los sentimientos que guían los boleros- logran desplazar el deseo de amar o de odiar, ni tampoco son capaces de rellenar el espacio que deja la ausencia de quien una vez fue el ser amado, ni pueden explicar ese sentimiento que arropa el alma: el delirio

"Delirio", cantado por los Tres Ases, servía de fondo al cuadro que pintaba  la tormenta invernal en Manhattan y al otro bolero que vivía la muy templada y asertiva protagonista postrada en una cama de un hospital en Punta, logrando que "esa pasión que atormenta el corazón" desarmara al escritor en el norte y derrumbara todas las defensas de la tellediana mujer de ojos color turquesa y largas acicaladas uñas color rojo subido; llevando a ambos a aceptar que pudieron haber sido engañados.

-  ¿Por qué me pediste que viajara? Yo que estaba tan tranquila.

Los Tres Ases acompañaban al autor y la protagonista en su encierro, en su sentirse incapaces de vivir el uno sin el otro, la otra, en creer "si no estoy contigo mi bien no soy feliz", aunque en medio del vacío tuviesen que aceptar que "todo fue un sueño", besar, "un fracasado empeño" en amar de nuevo, abrazar y sentir los "besos de fuego"; en ser "la ola que te envuelve en la bruma y te disuelve en la espuma".

Un sueño, un delirante sueño convertido en canción, esta vez interpretada por René Barrios. ¿O es la voz de la Lucy Fabery la que se oye desde la carretera que va de Montevideo a Punta?

-El Porsche, destruido. ¿Dónde estoy?

BOLERO #40: RESENTIMIENTOS


Los resentimientos van más allá de lo sentido, del sentimiento; incluyen confrontar, cuestionar, hasta vengarse, sugieren Paquita la del Barrio: "rata de dos patas", y María Marta Serra Lima en su juramento: "la tercera es la vencida". Aunque, el resentido, después de descargar sus furias, airear sus venenos, ventilar sus quejas, puede ser un blandito, sentir remordimiento, dudar, volver donde la "turbia tempestad" de Sylvia Rexach, dar una nueva oportunidad y esperar como Tito Rodríguez: "ya son las doce y no llega"; incluso, cantar junto a Lucecita Benitez: "perdón vida de mi vida".

- ¿Por que? ¿Por que? ¿Por qué?
- ¿Quién más iba en el Porsche?

BOLERO #17: DESEOS


Doce de la noche y no llega, "me hará lo mismo que ayer/ espera...", otro bolero, otra espera por un amante, una idea sobre lo qué podría pasar, lo que estaba ocurriendo, lo que se puede contar, lo que se desea, lo dicho antes: "Cariño mío, no sufras tanto, ya estoy aquí".  Se repetía.Un bolero nunca acaba.
Sirenas de ambulancias en camino a Punta, un grito de dolor o de placer, una sonrisa, una lágrima se entretejen mientras el autor, los boleristas y sus protagonistas junto a la Tellado reconstruyen lo vivido o la espera, lo esperado, sus pasados o lo que puede ser, reflejados en un caledeiscopio que proyecta estados de puro éxtasis o desasosiego: -"Ya no lo quiero ni ver"-.


En el bolero "Ya Son las Doce" el compositor, autor, cantante y el amante ausente bailan en conjunto, y a la misma vez cada uno baila por su lado. Desde las primeras dos estrofas, "Ya son las doce y no llega/ Me hará lo mismo que ayer", la espera por el ser amado, la historia de la relación entre todos los personajes, particularmente la desesperación del que espera es relatada; y a su vez, le otorga presencia al objeto del deseo, por quién se espera, lo personifica.
Es la conjugación de voces lo que convierte al autor, el cantante, los amantes en arquitectos de un todo, un aleph amoroso; y una vez completado el bolero, éste permite volver cual tango con la "frente marchita" sobre el pasado, fragmentar lo vivido, entenderlo,  trascender el dolor o el placer.

El bolero en su conjunto se habla a sí mismo, recrea lo posible, "pero de pronto siento un ruido y me despierto/ se abre la puerta y llega mi querer", y arma todo lo que quisiera vivir más allá de la novela tellediana: -"No sufras tanto ya estoy aquí", transformándose en las múltiples voces que ocupan una historia: "No me regañes cierra los ojos y duerme feliz”.

BOLERO #4: PANTALLAS


Regresa a la pantalla. lee correos. El Porsche da vueltas, un grito. El acento porteño del esbelto y acicalado policía la despierta.
- ¿Se encuentra bien?
- ¡Aaahhhhh!
- ¿No puede hablar?
- ¡Aaahhhhh! Puedo.
- ¿De quién era el porsche?
- ---------
- El Porsche, ¿de quién era?
Despierta o no, lo que se repite, lo verdaderamente importante: el Porsche y otro bolero en voz de la Tellado.
- ¡Estoy viva!, estoy viva!
- Sí.
-¿Dónde estoy?
- En una cama y desde  esa ventana puede ver a Montevideo.
- ¿Qué hago aquí?
- El Porsche, ¿de quién era?


Pedro Almodovar retrata a Miguel Bosé en un hospital es la cita perfecta, un referente - quizás no, ¿fueron otros? -, un "Ahí está Madrid" en la tele de "un tétrico hospital" seguido por: -"¿Dónde estoy?" - dicho por quien esté postrado - postrada, ¿era ella? - en la cama. Montevideo no es Madrid en tiempos musicales, aunque lo fueron "como en un sueño" en aquella noche cuando la voz de la Tellado cantó "estoy aturdida" durante el accidente en camino a Punta del Este.

- El Porsche, ¿destruido?

BOLERO #39: TRANSGRESIONES


Igual que en un escenario.....": el bolerista, los amantes, las parejas bailando sobre una loseta juegan un papel en el que representan lo esperado de cada uno de ellos: conquistan, seducen, se acercan, se alejan, vuelven, juntan sus cuerpos, conjugan aquellos roles determinados por los motivos e historias particulares de las participantes en la relación, en el montaje de su obra, su bolero.

En algunos casos los actores en el juego, el teatro de la vida amorosa, mienten: "falsedad bien ensayada"; repiten tantas veces la fingida actuación, sugieren sobre las tablas, o en el puerto bañado por la bruma, quizás en la sala en Manhattan, o en un apartamento en Montevideo, un "estudiado simulacro".

El mismo simulacro que el bolero hace cuando bordea, roza el flamenco; juega con las identidades, subvierte los géneros;  cada cantaor, cantaora se desdobla, transforma los gestos, miradas eróticas, sutiles movimientos de manos, dedos, cejas, labios, hombros, ofrece claves, taconea, representa, arma puro teatro y danza, transgrede. 


- Mintió, mintió, mintió, me hizo creer que estaba al tanto de los matices. Mentir es su forma de ser.
- ¿Era hombre o mujer? ¿Vicentico? ¿La Lupe?
 - No, no fue la desasociada voz varonil de Vicentico ni la llena de soberbia y furia de La Lupe la que nos acompañaba durante los viajes por la ruta Interbalnearia, en el apartamento de Manhattan, en el puerto frente a la enorme boca del río. Fue Falete.

(CONTINÚA)

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