Una creencia en lo que Emilia Ferreiro considera un falso supuesto sobre el aprendizaje de la lectura y escritura -que existe una relación biunívoca entre fonema y letras (grafias)- lleva a la muy estandarizada y desubicada culturalmente maestra colombiana, en el muy progresista Distrito Escolar #3 del Upper West Side de Manhattan, a corregir a un niño puertorriqueño que pudo parear correctamente la lámina que mostraba un perro con la palabra perro, escrita en el cartel que también aparecía en la pizarra. -Dice perro- corrigió ella. La maestra confundió una clase de fonética con saber leer. Pobre chico, el fracaso intelectual de la muy reconocida profesora empezó a ponerle trabas a su vida de estudiante de primaria. Puede que aquel niño encontrase su propia explicación a los asuntos fonológico-textuales e hiciese como la nena argentina que para explicar la diferencia entre como ella hablaba y como se debía leer, dijo que cuando el pollo, el de la lámina, estaba muerto era “pollo” y cuando estaba vivo, como los del corral en su casa, entonces, eran “poshos”.
(del libro inédito Saber de Letra 2017)
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