Cumplía los cuarenta años, pasaba de una década a otra; saltos que obligan, desenfocan. Mis amigos se estaban enfermando con una rapidez que no podía aceptar, no estaba listo para enterrarlos. Sentí en mis entrañas el dejar atrás los sesenta, haberlos vivido. La contra-cultura, los hippies y lo que conocí en aquel entonces eran parte de la historia documentada. Ya no era tan joven. La historia, oficial.
Caminé hasta el Café Life.
Quería ser post-moderno. Alli en la esquina de la Ocho y Tompkins Square, en el Café Life un cartel-propaganda de la última moda, en tonalidades de gris, blanco y negro, ambientado en una decoración típica de loft, minimalista e industrial, mostraba un abrigo gris abierto hasta el primer botón, correa sin abrochar, pantalones negros, camisa blanca extremadamente ancha, estrujada, vestido por un joven modelo, sumamente angustiado.
La propaganda me daba una forma.
La sensación causada por el deseo de "estar en-todas", expresión de carácter “geshtalt” criollo, aprendida en las calles del pueblo que siempre mira hacia el sur, fue desarticulada por la crítica del orden: un grupo de jóvenes, aprendices a existencialistas, tomaban cerveza - “artists wannabes”, conversaban sobre cómo vender sus libros o guiones a las editoriales “underground”o cine independiente, criticando el status quo; beneficiándose del mismo.
Calvin Klein era el Sartre del downtown niuyorkino.
Yo deseaba ser el todo y no las partes. El todo de estar en todas y yo nos oponíamos. Quise tener el todo de “estar en todas” y querer ese todo me convertía en una meta-experiencia, que se manifestada en una sensación de carácter trans-humano, ser todo a la vez: un aleph. Estar en todas nada tiene que ver con las experiencias individuales que cada persona aporta al estar en todas.
Me enfrentaba a lo post-moderno.
Era una versión de Cantinflas. Estar en todas. El todo de estar. No pude. El todo de estar en todas requería individuos, y yo quise ser en todas. Yo deseaba el todo y no las partes. Las partes formadas por jóvenes vestidos de negro venden sus obras al mejor postor. Estilo y conversación no se juntan. Vidas paralelas. .
Abandoné el Café Life.
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