“En guerra avisá no
muere gente.” Yeyita, la de La Quince
“Los
puertorriqueños... son ciudadanos y son muy agresivos con los mexicanos. Son
chavos que no tienen dinero y viven robando y agrediendo”. Hortensia Martínez,
Coordinadora del Centro de Inmigrantes Staten Island. Listín Diario,
09/21/10Si se fijan en esta cita que aparece en el periódico dominicano, Listín Diario, notarán que refleja una vez más los prejuicios contra los puertorriqueños, no somos todos iguales, y revela uno de los fenómenos menos discutidos en los círculos de intelectuales y educadores puertorriqueños: el discrimen y prejuicios que existe contra ellos y ellos contra otros latinos.
Este
asunto ha traído consecuencias que no todas las veces son aparentes y
completamente explicitas, pero que no dejan de afectar estas comunidades: desde
quiénes son contratados en los programas que sirven o giran en torno a temas
latinoamericanos, y cómo se discute la historia de ciertos grupos, hasta el
trato que se da al otro en una oficina, un aula, un colmado, etc. etc. etc..
A pesar de las luchas para que se incluyeran argumentos académicos y estudios que exploraran las relaciones entre latinos en las escuelas y universidades, las conceptualizaciones que se tiene de tal o cual grupo y sus vertientes histórico-políticas, en los cursos sobre multiculturalismo o fundamentos de la educación bilingüe, algunos contenidos curriculares no dejan de presentar a los puertorriqueños como si fuésemos una sub-especie humana, con características tan fijas que nos acercan más al comportamiento automático de cierto animales, y no como seres reflexivos, pensantes. Las razones para esta bomba de tiempo varían desde las personales hasta las políticamente e históricamente creadas para satisfacer los intereses de ciertos grupos. (Para una explicación más profunda sobre la “construcción” de la puertorriqueñidad, las escuelas y las relaciones coloniales, véase a Negrón de Montilla, del Moral.)
Y no todas las razones para los prejuicios surgen de la hostilidad personal o enmarcada en discursos nacionalistas, racial o de clase. Resultan de la muy crasa ignorancia. Recientemente, un muy ingenuo profesor de español en CUNY (culto en asuntos literarios, quizás, aunque limitado; ingenuo por enviar un chiste a alguien que lo puede delatar y lograr que otros boricuas le hagan la vida imposible en su muy cómodo salón de clases) me envió un chiste donde se presentaba a los puertorriqueños como vagos (la económica subterránea en Puerto Rico, y por estos lares, genera más dinero que los presupuestos de muchos países. Alguien está trabajando. Estamos.)
A pesar de las luchas para que se incluyeran argumentos académicos y estudios que exploraran las relaciones entre latinos en las escuelas y universidades, las conceptualizaciones que se tiene de tal o cual grupo y sus vertientes histórico-políticas, en los cursos sobre multiculturalismo o fundamentos de la educación bilingüe, algunos contenidos curriculares no dejan de presentar a los puertorriqueños como si fuésemos una sub-especie humana, con características tan fijas que nos acercan más al comportamiento automático de cierto animales, y no como seres reflexivos, pensantes. Las razones para esta bomba de tiempo varían desde las personales hasta las políticamente e históricamente creadas para satisfacer los intereses de ciertos grupos. (Para una explicación más profunda sobre la “construcción” de la puertorriqueñidad, las escuelas y las relaciones coloniales, véase a Negrón de Montilla, del Moral.)
Y no todas las razones para los prejuicios surgen de la hostilidad personal o enmarcada en discursos nacionalistas, racial o de clase. Resultan de la muy crasa ignorancia. Recientemente, un muy ingenuo profesor de español en CUNY (culto en asuntos literarios, quizás, aunque limitado; ingenuo por enviar un chiste a alguien que lo puede delatar y lograr que otros boricuas le hagan la vida imposible en su muy cómodo salón de clases) me envió un chiste donde se presentaba a los puertorriqueños como vagos (la económica subterránea en Puerto Rico, y por estos lares, genera más dinero que los presupuestos de muchos países. Alguien está trabajando. Estamos.)
Conozco
tanto latino que no para de dejarme saber lo mucho que adoran los
puertorriqueños, amor étnico que siempre levanta sospechas, y que se presta
para los esquemas discriminatorios al igual que los anteriormente mencionados.
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