"Cambiar la forma de mirar toma tiempo". ( Jaime Cordova "Con Boquio en Madrid". Claridad. 16 de septiembre de 2013
Al prejuicio
racial se le pueden añadir otros prejuicios.
Tú eres muy
pasivo es un comentario que no se puede tomar con pinzas; hay que agarrarlo con
la mano y apretarlo hasta sacarle el jugo, si el comentario es dicho por una
persona cuya identidad e historia está separada por mucho mas de cinco, diez o
cuarenta grados de aquél a quien se le dirige el señalamiento. El comentario dicho por un blanquito puertorriqueño
estaba dirigido a un jíbaro de los cerros isleños.Para los que miran conceptualmente la puertorriqueñidad desde afuera, desde el extranjero, las diferencias entre los puertorriqueños no es tan aparente como lo es para los que vivieron las diferencias en carne propia. Las viven. Quizás eso explica un poco la anécdota no comprobada: una autora afro-descendiente puertorriqueña dijo en un congreso literario que una autora “blanquita y blanca” (no todos los blancos puertorriqueños son blanquitos ni todos los blanquitos son blancos escribió el antropólogo Jorge Duany en un ensayo que hoy no encuentro), Rosario Ferré, no era una autora puertorriqueña.
El jibaro, que había tenido que enfrentar las diferencias y discriminaciones por asuntos de procedencia geográfica – el mundo campesino y lenguaje – el “asina mesmo”, de clase en las islas de los encantos, superar la pobreza extrema, estudiar en contra de muchas voluntades, familiar e institucional, el racismo en los EEUU, la persecución homofóbica, y por último a su estatus seropositivo, incluyendo, negarse a recibir el tratamiento médico ortodoxo, y veinticinco años mas tarde seguir en muy buen estado de salud (knock on wood), volvió donde los autores costumbristas para refrescar su memoria y lenguaje pseudo-sociólogico, psicológico; se describió a sí mismo como huraño.
Nada de
pasivo, “ñangota’o”, dócil; pura y llanamente, huraño. La sonrisa y cara de desdén
del blanquito delataban su incredulidad.
La reacción del blanquito, la sonrisita del desacuerdo, muy parecida a la de otros pequeños burgueses,
sean “White liberals”, latinos o de dónde sean, estaba matizada por sus
esquemas, que incluyen una visión de aquél a quien consideras tu inferior, a
quien tratas con paternalismo: no pueden desmantelar las muy seguras posturas.
Eres pasivo,
dócil, parecía ser sacado de las ideas que le daban base al “culturally deprived
educational movement”, la mal llamada educación
compesantoria de los años sesenta en los EEUU; y en gran medida, perpetúa la
idea que subyace que hay culturas, grupos raciales o clases superiores. El blanquito, al igual que otros (valga la
redundancia) iguales, logró superar su procedencia de clase, se juntó con los
pobres, mas no había reconceptualizado su percepción de quiénes son los significativos
otros: la otredad mal comprendida. Los llamados políticos “White liberals”, término que describe cierto tipo de población en los EEUU, fueron cuestionados, y se les dijo que “no lo hagan”, durante la décadas de los cincuenta y sesenta por miembros y líderes de las comunidades niuyoricans, por traer desde Puerto Rico a políticos e intelectuales para que “ayudaran a resolver los problemas” de las comunidades puertorriqueñas en Nueva York. “Ni ustedes ni ellos” parece haber sido la consigna.
(to be
continued; si no, refiérase a otros escritos en este blog sobre este tema).
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