Benedicto había dicho que el limbo no existía, sin explicar que iba a pasar con todas las almas que estaban en el limbo. Francisco sacó el infierno de su espacio habitual y lo colocó dentro de cada uno de nosotros. Algo ocurre con el “location, location, location” espiritual -siempre fue parte del ideario que explica las dinámicas sociales y económicas-; se ha movido a los interiores personales; la adoración o culto al espacio sigue: ego aquí.
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