El mar, a lo lejos, desde el balcón del apartamento lucía tranquilo; los rayos del sol jugaban al escondite con las sombras que las nubes formaban sobre el inmenso Atlántico. Una tranquila tarde, por fuera. Por dentro, las entrañas revueltas consumían alma, espíritu, estado emocional, historia. Como la opción de tomar calmantes o beber licor o anestesiarse con drogas no estaba entre sus posibilidades ni deseos, decidió cambiar el ambiente, buscar otros estímulos, otras sensaciones. Optó por oír el disco de Stan Getz interpretando La Chica de Ipanema. Astrid Gilberto lo acompañaba. No era ni es una chica, ni estaba en Ipanema. La sensación de amor es la misma, lo mismo en Santurce como en Rio de Janeiro. Getz y Gilberto lo comprobaron. Con ellos -desde su balcón en Santurce- caminó por Ipanema, amó de nuevo. A lo lejos, el mar lucía tranquilo, las sombras de las nubes sobre las suaves olas jugaban con los rayos del sol.
Sunday, August 26, 2018
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